Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Así somos (más o menos)
Se cumplen ahora cincuenta años del estreno de El padrino, de Francis Ford Coppola, una película universalmente aplaudida por la crítica y el público. Una historia “shakespeariana”, la llaman. También “bíblica”, con traiciones, imposibilidad de redenciones, hermano que mata hermano, codicia, ansia de poder, venganzas y todo eso.
Lo más espectacular es que el espectador se identifica con la figura de Michael Corleone y sus tribulaciones, cuando este tipo asesina y ordena asesinatos, hasta el de su propio hermano. Es decir, nos identificamos, yo el primero, con un auténtico hijo de puta.
Vladimir Putin es un zar peligroso con el que se identifica mucha gente, hasta ha sido tildado de “sexy” (¿?). Un tipo que o mata o manda matar y que es sospechoso de envenenar disidentes (como Connie Corleone a Don Altobello con una caja de cannoli).
Por su parte, el presidente de Ucrania, Zelensky, es un ex comediante nacionalista, también peligroso, pero menor, como un Tataglia al que le gustaría ser un Corleone, al que le toca las narices intentando alianzas con otras “familias” y acabará pagándolo.
Para celebrar el medio siglo de El padrino llegará a las pantallas una versión remasterizada en 4K de la película.
Mientras, asistimos a una guerra europea como las de siempre pero ahora también remasterizada.
Y esos que hacen un canto a la “diplomacia”, entre ellos, el tal Borrell, mirando las pantallas con cara de pazzi (tontos).
Así somos.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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