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Dime lo que crees y te diré quién eres

Miguel Ángel Luque

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La semana pasada el mundo entero quedó en estado de shock. Era prácticamente imposible creer lo que nuestros ojos visualizaban a través de las pantallas de televisión, donde se mostraba la escena posterior al asalto por parte de radicales yihadistas a las instalaciones de la revista Charlie Hebdo y que posteriormente se trasladó a las calles de París,  hasta que se produjo el desenlace final ya conocido por todos.

Lamentablemente no es la primera vez (aunque posiblemente una de las más cruda por la forma en la que se llevó a término), en nuestra historia reciente tenemos aún muy presentes otros atentados de la misma naturaleza que hicieron tambalearse los cimientos sobre los que se construye la sociedad moderna en la que vivimos (11-s, 11-M). Uno, ante estos hechos deleznables, quizás de manera algo ingenua se sigue preguntando : ¿Por qué? ¿Qué motiva a personas a realizar tal tipo de fechorías?. Bien, respecto a este último atentado, el móvil es claro y declarado además por los terroristas “ ataque directo a la Fe que profesan, a sus creencias religiosas”, ese ha sido el fatal hecho cometido por los trabajadores del semanario francés.

Las creencias, cualquiera que sea su naturaleza, son un activo importantísimo para las personas, a través de ellas, interpretamos la realidad que nos rodea y se convierte en  fuente de motivación . A modo de metáfora, son las gafas con las cuáles miramos el mundo, por consiguiente, dependiendo de las gafas que utilicemos así interactuaremos. Si te pones las gafas de la Solidaridad, tus acciones se corresponderán con ella. Si te pones las del Odio,  ya conoces como será tu conducta. Las creencias son el detonante de la acción, se crean y moldean en función de distintos factores: el entorno que nos rodea (espacio y personas), nuestro aprendizaje, acontecimientos de nuestra vida (experiencia vital), proyecciones de futuro. Las creencias son pensamientos que se consolidaron en nuestra cabeza con el propósito de quedarse para siempre, por lo tanto, no podemos eliminar una creencia limitante, aunque sí incorporar una creencia que nos haga ser más efectivos, más auténticos (centrada en nuestra Identidad), en detrimento de la anterior.

Nuestras principales creencias son nuestros valores. De la alineación que mantengamos con ellos, quiero  decir, del nivel de satisfacción percibido, nos proporcionará sentido de la autorealización personal y felicidad. Cuando el grado de satisfacción respecto a alguno de nuestro valores es bajo, nos sentimos frustrados y emocionalmente decepcionados. Además, al percibir que uno de ellos puede verse comprometido, reaccionamos, en el sentido que ya conocemos.

Todo lo anterior me hace reflexionar sobre una cuestión: ¿son los asesinos los verdaderos responsables de la matanza, o la  culpabilidad la debemos de buscar en los que posibilitaron que se instalara en su mente las creencias fundamentalista?. ¿Cuán es tu opinión?

Posiblemente el líder más sensato existente en la actualidad, Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, ha declarado en su reciente visita a Sri Lanka: “El verdadero culto de Dios no lleva a la discriminación, al odio y a la violencia sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás y al compromiso de amor por todo”. Este es el tipo de creencia “fundamentalista” que me gustaría que existiera en todas las religiones del planeta, implantada en la cabeza y en el corazón de todos los fieles. BE TIM.

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