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Papeles homicidas

Aristóteles Moreno

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No ha saltado; lo han empujado

(Rafael Blázquez. Portavoz de Stop Desahucios)

¿Puede una notificación bancaria arrojarte por el balcón de tu casa? ¿Tiene capacidad una deuda hipotecaria de acabar con tu vida? La respuesta a estas dos preguntas sencillas nos permitirá dilucidar si estamos ante un suicidio o un homicidio. En el primer caso, es el individuo quien en pleno uso de su voluntad decide saltar al vacío para presuntamente escapar de un callejón sin salida. En el segundo supuesto, el sujeto de la acción es un papel certificado con instintos criminales.

Para Rafael Blázquez, portavoz de Stop Desahucios, no hay duda de que nos encontramos ante este último caso. Es decir, ante un sistema hipotecario homicida que cada semana se va cobrando vidas humanas con un simple empujón desde una altura adecuada. Según esta hipótesis, a Fran Lema, albañil de 36 años, casado y padre de una niña, lo despeñó por el balcón un requerimiento de pago de 22.000 euros después de haber pactado con la entidad bancaria la dación de su vivienda.

No es fácil atribuir a un simple escrito bancario cualidades antropomórficas. Pero tampoco puede descartarse. En un mundo desnaturalizado como el nuestro, no es de extrañar que haya expedientes hipotecarios que cobren vida y se tomen la justicia (bancaria) por su mano. A Fran Lema, por seguir con el mismo supuesto, ya estuvieron a punto de seccionarle el gaznate con un cuchillo en la puerta de un establecimiento financiero. En aquella ocasión, el deudor salvó el pellejo de milagro, pero los requerimientos hipotecarios no sueltan la presa hasta que le sacan el último céntimo.

Si el insolvente se resiste, puede ocurrir una desgracia. Luego, dirá la prensa lo que que tenga que decir, pero hay indicios sobrados para pensar que el difunto no se tiró del balcón por voluntad propia.

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