Hierro fundido
La Estación de Córdoba estrena aparcamiento seguro de bicicletas
Si usted toma la imprudente decisión de usar el servicio intermodal de bicicletas en la Estación del Ave para ir a Sevilla, pongamos por caso, al regreso se dará de bruces con una dura realidad termodinámica. A mediodía descenderá de la lanzadera y se dirigirá al aparcabicis que Adif ha habilitado en la Plaza de las Tres Culturas. Su bicicleta estará allí intacta y perfectamente anclada en un artilugio, por cierto, cuyos diseñadores habría que cogerlos aparte.
Encontrará su bicicleta en el aparcabicis, insistimos, pero a una temperatura incandescente que ríase usted de Fundiciones Benítez. Entonces tendrá dos opciones: o irse caminando a casa o exponerse a quemaduras de tercer grado en salva sea la parte. En cualquiera de los dos casos, se acordará cariñosamente del señor presidente de Adif y subsidiariamente del ministro de Transportes de cuyo nombre no quiero acordarme.
A diez metros del quemadero de bicicletas, hay un aparcamiento de vehículos bajo cubierto. Y justo en frente una generosa marquesina que atraviesa todo el lateral de la Estación. Algún alto cargo de Adif debió de pensar, sin embargo, que la movilidad sostenible es un adorno muy chuli que viste muy bien en los programas electorales y en las convenciones internacionales sobre el cambio climático. Luego, sobre el terreno, ya si tal.
A principios de marzo, a decir verdad, la dirección de Adif instaló un módulo cubierto para proteger a las bicicletas del robo, el vandalismo y las condiciones meteorológicas adversas. El modelo es sostenible y autónomo energéticamente gracias a los dispositivos fotovoltaicos solares que cargan la batería. Dispone de seis plazas. De manera que puede usted poner su bici a salvo del infierno solar (si paga puntualmente la tarifa correspondiente). De lo contrario, prepárese para quemaduras de tercer grado en salva sea la parte. Y feliz verano.
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