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Ya no quiero saber...

Rakel Winchester

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Despertaste y, mirándome, susurraste:

-¿Quién puede querer hacerte daño a tí?- y yo me sentí bella de nuevo.

TÚ.

Cualquiera ha podido, y tú también...

No sé si queriendo o no. Pero lo has hecho. ¿Has visto qué fácil era?

Ya no quiero conocerte más. Eso me repito a cada minuto, engañando a la parte más vulnerable de mi corazón. Y ...ya tengo toda la información que necesito. La suficiente.Sé cómo hueles de cerca.  El perfume liviano de tu cuello, de tu sedoso hombro, de tu pelo... de tu piel por la mañana.

Sé cómo saben tus besos. Y hasta tus besos al despertar. Y la delicadeza de tu lengua, que busco en cada boca. Lo sé. Y que seguiré buscando hasta... qué sé yo. Hasta que consiga olvidarte.

El tacto de tu piel suave, de tu espalda, de tus manos... Lo que siente mi muslo al agarrarte de lado para dormir. Sé de mi cuerpo erizado con tu roce fresco en esa primera y única vez que me arrullaste...y que siempre supe la última.

Sé furtivamente que me costará arrancar de mi recuerdo la visión de tu rostro entre mis piernas, de tu lengua cálida calmando mi ansia y embriagándome de placer, de tus dedos penetrándome y de tu mirada al acariciarme... que todavía siento escalofríos evocándola.

Sé lo que siento al abrazarte... y ahora las lágrimas no me dejan ni pensar qué coño voy a hacer ahora con todo ésto que tengo dentro... Las lágrimas me están ahogando, batiéndose con mis sentimientos. Y siento rabia. Mucha rabia. Porque fuiste tú quien me hizo soñar que me esperaba algo mejor. Y yo te creí. Y si ésto era ese algo mejor, yo ya me rindo... ¿Qué hago yo ahora con toda esta ilusión despedazada?Y sí...

...Me hubiera gustado que sintieras algo por mí. Y que me quisieras...Un ratito na más...

Ambicioné no tener que adivinar constantemente qué pasaba por tu cabeza al sentirme cerca... Porque entre tener una coraza y no querer dañarme no encontré la línea... Si es que la hubo...

Y ahora ya lo sé. NADA. Tú nunca sentiste nada. Pero fuiste tan correcto que no fuiste capaz de decirlo. ¿Por no dañarme? Pues más daño me has hecho ahora.

...Hubiera querido sentir tu deseo al acariciarme aquella noche. Sin miedos. Sin obligaciones.

Sin... sueño.

Y arrancarme la ropa en tu sofá... Que me hubieras sentido...

Que hubieras sentido.

Algo.

Un poquito.

Y haberte mordido con fuerza. Lo deseaba tanto.... Tanto... Cómo soñé desnudándome frente a tí, abriendo mis piernas en tu boca, para luego bajar y bajar, sin perder el contacto, deslizarme por tu pecho e introducirte dentro de mí con las manos ...y salir de tí, para entrar con firmeza, agarrándote la cara para no perderme ni uno solo de tus gestos al mirarme... Y arrancarme la piel a tiras de puro sentimiento, y apretarme el vientre hasta no poder más... Y lamerte el sudor.

Y comerme tu risa...

Y aún así...  no quiero saber... Aunque lo sé, no quiero escuchar de tus labios que, al contrario que yo, no sientes nada... Que no necesitas despertar a mi lado una vez más. Ni olerme, ni besarme... Ni acariciarme.

No quiero sentir tus huídas nunca más. Ni quiero perseguirte más, porque tú no me quieres... No quisiera sentir que no me quieres. No quisiera haberlo sentido nunca.

O sí. Porque igual que fuiste mi motivo para empezar, esta noche, rebosando cerveza, he deseado que tus ojos sean mi pretexto para poner fin a todo ésto... ¿puedo encontrar un motivo más bonito? No

Pensaba que no podría SENTIR nunca más... Aun desgarrada, gracias.

Me quedé rota. Con las ganas de que entraras en mi cuerpo, sollozar sobre tu pecho, sobre tu cara, sobre tus labios, para después beberme mi dolor y alimentarlo con tu aliento. Montar sobre tí cuantas veces pudiera, cuantas veces la amargura me permitiera, desfalleciendo de placer con tu contacto a cada paso, a cada beso...

Disfruté tanto por tenerte al fin tan cerca que creí no poder despegarme de tu cuerpo. Sentirte dentro de mí hubiera calmado mi vacío, mis ansias, mi hambre... la desazón de necesidad absoluta de tocarte, olerte, amarte...

Tan grande era mi deseo que me sentía turbada, agonizando, agitada...Y trepar ahora lentamente hacia tu voz, dejando un hilo brillante por todo tu cuerpo. Acariciarte con las piernas abiertas... Refregarme bruscamente hasta llegar a tu bonita boca que tanto me hizo reír... Y GRITAR conmovida en lo más profundo de mi alma...

...Y ahora ya ni respiro.Lamo mis lágrimas en tu pecho, en tu vientre, en tu pene... Lamo mis miedos y me trago mi rabia por saber que nunca más...

Y sigo muriendo cada vez que tu recuerdo asoma, que es siempre... esperando que ese día llegue alguna vez, que no llegará... Y ansiando, eso te lo juro, que el sufrimiento que me obliga sin querer a creer reconocerte en cada hombre que pasa por mi lecho...abandone este cuerpo ya.

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