Villa: “Respeto al presidente, pero en el césped mando yo”
Ordenadores encendidos. Pizarras emborronadas con líneas, números y cruces. Ropa deportiva por el suelo. Móviles que no paran de lanzar zumbidos avisando de nuevos mensajes. Miradas cómplices entre hombres de aspecto descuidado, con barba de varios días y ojeras top. Amistosos envenenados en el horizonte. Fichajes aún por hacer. Mucha necesidad y poco dinero. Una habitación sin vistas en el corazón de El Arcángel. Calor. Pretemporada. Luismi Carrión, el técnico ayudante, y Esaú Sánchez, el preparador físico, se marchan con tareas a casa. Y Pablo Villa se queda solo. El estado natural del entrenador de fútbol. Por más que esté rodeado de jugadores, de aficionados o de directivos. O, como es el caso, delante de unos periodistas. Tiene 37 años y está más delgado que cuando jugaba. Su discurso es humilde y sensato, sin concesiones al populismo. Sabe que la gente le aprecia, que su estilo como futbolista -luchador, indómito, entusiasta... se dejó una pierna destrozada por la causa blanquiverde- le hizo ganarse el respeto de la afición. Un motivo para enorgullecerse, pero no un escudo que le sirva como protección ante las inapelables leyes del banquillo. Todas se resumen en una: la esperanza de vida laboral depende de los resultados. Villa lo asume con una naturalidad asombrosa. Siendo futbolista vio desfilar a cuatro técnicos -Esteban Vigo, Roberto Fernández, Crispi y Juan Carlos Rodríguez- y a más de 35 compañeros en una temporada, la 2004-05, histórica para la entidad. El Córdoba conmemoraba el cincuentenario de su fundación y se diseñó una plantilla para luchar por el ascenso a Primera División. Terminó descendiendo a Segunda B. Ahí estaba Villa, que por entonces fue apodado Gladiator por el periodista Antonio David Jiménez, cuyas añoradas narraciones radiofónicas fueron la banda sonora de tiempos locos.
Villa no dice que el Córdoba va a subir a Primera División. Podría hacerlo, pero no. Prefiere explicar su plan de modo sencillo. Ha firmado por una temporada y pretende cumplirla. No promete resultados, sólo trabajo. Un lema clásico, un tópico que no compromete a nada. O sí. Depende de quien lo pronuncie. Lo que dicho por otros tendría soniquete de excusa preventiva, en boca de Pablo Villa suena a desafío. Hambre, solidaridad, progreso, competitividad... De eso habla Pablo Villanueva Fernández (Madrid, 1976), el último inquilino de uno de los puestos de trabajo más inestables que existen.
PREGUNTA Si le dicen hace dos años que iba a ser entrenador del Córdoba en Segunda División...
RESPUESTA. Algo absolutamente impensable. En 2010 me saqué el título de entrenador y mi intención era ir poco a poco, progresar y estar en Madrid. Era lo que más o menos tenía pensado. En Córdoba, la verdad es que el mercado es un poquito reducido. Entonces, hace un año me salió la posibilidad de venir a entrenar al Córdoba, al filial. La verdad es que al principio dije que no, pero mi mujer me animó a venir y...
P. ¿Qué le hizo pensar en que quizá fuese mejor no volver a Córdoba? ¿Pensaba que era aún muy prematuro?
R. No, no... Era más una cuestión familiar. Tenía que dejar allí a mi hijo y a mi mujer. Eso es bastante duro. Pones en la balanza un montón de cosas y es muy complicado. No es que no quisiera, es que ves que no puedes. Entonces, mi mujer me lo puso claro: 'Si no dices que sí te vas a arrepentir toda tu vida'. Ella me animó. Todo lo que me ha pasado es porque ella me lanzó a tomar la primera decisión, la de venir a Córdoba. Ésa era la difícil. La segunda ha sido más sencilla.
El Córdoba es lo suficientemente grande como para no tener a un jugador a disgusto"
P. A veces, las historias del fútbol se producen partiendo de ese tipo de situaciones azarosas. Si su mujer le hubiera dicho que no viniese a Córdoba cuando no lo tenía claro, seguramente no estaríamos hablando ahora.
R. Así es. Yo llamé por teléfono al presidente y rechacé la oferta. Pero luego, ya sabes... Estás toda la noche dándole vueltas. Por la mañana, al levantarme, mi mujer me dijo: 'Vas ahora mismo y le dices que sí'. Volví a llamar al presidente y le dije que si no había conseguido contactar con nadie, que ahora le decía que sí. Y me contestó: 'Venga, pues hecho'.
P. Llega al primer equipo con un desafío brutal. Hace poquito más de un año, el Córdoba llegó más lejos que nunca en los últimos 40 años. Y de aquella formación apenas queda ni rastro. Le piden no que haga lo mismo, sino que lo supere. Que ascienda.
R. Sí, a ver, eso es verdad. La gente lleva diciéndome en las dos últimas semanas que vaya limpia. Yo considero que tampoco es para tanto, porque hay que tener en cuenta que hay futbolistas que no han querido seguir. Cuando ves que hay un grupo de jugadores que no quieren continuar, es tontería querer mantenerlos aquí. El Córdoba es lo suficientemente grande como para que si un jugador no quiere estar en el equipo, tenerlo a disgusto. El Córdoba es un buen sitio para estar, así al menos lo veo yo. Hombre, siendo realistas, están las ofertas de Primera y eso es otra cosa. Pero para estar en Segunda, si un jugador quiere marcharse pues ya está. Que se marche. Eso es lo que ha pasado. También ha habido ventas que han traído beneficios tanto al jugador como al propio club. Entre unas cosas y otras, se ha llegado a esta situación y es la que hay. Son algunas circunstancias que yo no manejo al cien por cien. Desde que yo llegué sí he tenido más responsabilidad en estas cuestiones, ante las que tienes que actuar y pensar en el bien del club, aunque está claro que no es fácil.
P. Esta situación, desde luego, tiene poco que ver con la que vivió en su etapa en el filial. Un año bueno, con menos presión.
R. Al final, todo es como tú te tomes las cosas. Yo trabajaba allí las mismas horas que ahora con el primer equipo, lo que ocurre es que la repercusión, la masa social, la responsabilidad... son mayores. A mí me puede ayudar el hecho de haber sido cuatro años futbolista del Córdoba y conocer qué significa el club y cómo se vive en Córdoba el fútbol. Para la ciudad, el Córdoba significa mucho.
Me ha resultado difícil prescindir de Gaspar y Alberto Aguilar, por ser cordobeses y por un montón de circunstancias"
P. En principio, disfruta de una ventaja en el aspecto sentimental. La gente le aprecia, le quiere. Su nombramiento ha caído bien en el cordobesismo.
R. Bueno... No sé si eso es bueno o malo. Esto es como todo. Depende de cómo el equipo juegue, de cómo vayan las cosas, de los resultados en definitiva. La gente estará feliz y confiará en mi trabajo si las cosas salen bien y el equipo funciona. Ésas son las normas de mi profesión, las asumo porque las he elegido. Sé cómo funciona el fútbol profesional. ¿Que la gente está contenta con mi nombramiento? Pues eso realmente no lo sé, porque no miro mucho la prensa. Intento abstraerme. Eso no quiere decir que no respete a todo el mundo. Cualquier periodista o cualquier persona tiene el derecho lícito de poder criticar mi labor y eso lo asumo. Yo intento llevar las cosas con total naturalidad.
P. Estuvo como jugador en el Córdoba en una etapa compleja. Vivió un descenso a Segunda B con un equipo que estaba diseñado para subir a Primera. Ahora debuta como entrenador en Segunda con un grupo en el que no destacan nombres y que parece no contar entre los candidatos a ascender, aunque podría hacerlo. El fútbol es así de raro. ¿Cree que puede suceder?
R. Mira, estamos escogiendo a los jugadores, dentro de nuestras limitaciones, pensando mucho en su perfil competitivo. También nos fijamos bastante en el aspecto personal. Necesitamos tener un buen grupo, con ganas de hacer cosas importantes aunque en principio nos miren con cierto recelo. Es normal que sea así. Hay mucha gente nueva. La verdad es que no tenemos tanto presupuesto como otros clubes. Espero que el control económico de la Liga sea verdaderamente cierto para todos porque a veces se nos plantea la posibilidad de traer algún jugador que interese, tanto al gabinete técnico como a mí, y ves lo que le están ofreciendo en otros equipos que a lo mejor piensas que tienen menos presupuesto que tú y dices: 'Contra esto no puedo luchar'. Ojalá lo del control económico sea cierto. Nosotros estamos buscando jugadores que tengan un alto nivel de compromiso. Nos miramos, por ejemplo, en espejos como el del Alcorcón, que siempre tiene equipos capaces de competir bien, y sobre todo me quiero acercar a eso. Es difícil, pero estamos tratando de componer el equipo que yo ansío tener para que el Córdoba sea competitivo.
P. ¿Le condiciona el mensaje ambicioso del presidente?
R. No, no... Yo lo dije el día de mi presentación. El reto del presidente es subir y asumo ese mismo reto, pero yo tengo que gestionar otras cosas. Si a día de hoy alguien me pregunta que dónde va estar el Córdoba en la jornada cinco o seis, ni me lo planteo. Ni siquiera qué sucederá en la jornada uno. Yo sólo sé que en el momento en que me estás haciendo esta entrevista tengo un entrenamiento por la tarde. Eso es lo que tengo que preparar. Y después, el de mañana. Es un trabajo tan bonito que me planteo cada día como si fuera el último, porque las reglas de mi profesión hacen que a lo mejor mañana no pueda estar.
Si a día de hoy alguien me pregunta que dónde va estar el Córdoba en la jornada cinco o seis, ni me lo planteo"
P. Es hombre de retos inmediatos. ¿Entiende que fijarse planes a medio o largo plazo no es positivo?
R. Es inviable. Yo suelo decir que no sé si hay ahora mismo un entrenador en Segunda División que lleve más de dos años en un club. Creo que el último fue Machín, en el Numancia, y ya no está. Sé que cada día que pase, mi final en el Córdoba estará más cercano. Lo asumo. De hecho no quiero, y ya lo dije, estar aquí mucho tiempo. La responsabilidad y la presión son muy grandes. Vengo asumiendo un reto y si no lo consigo, me quiero marchar. No quiero perpetuarme mucho aquí porque el Córdoba tiene unos niveles de exigencia muy altos. Yo quiero conseguir los objetivos, pero también sé que si no los consigo debo dejar paso a otra persona que sea capaz de hacerlo y responder a la ilusión de la gente.
P. De todos modos, en los últimos tiempos ha habido cierta estabilidad en el banquillo del club. Dos cursos completos de Lucas Alcaraz, el de Paco Jémez, otro casi entero de Berges.
R. Sí, es verdad. Antes había épocas mucho más convulsas, como aquellas en las que yo estaba de jugador. Quizá ahora ha habido más estabilidad. Pero yo no gestiono el pasado ni tampoco el futuro. Yo sólo vivo el presente y sé que la responsabilidad del entrenador es mucho mayor que la de los futbolistas, y que si las cosas no van bien...
P. ¿Le hubiera gustado quedarse con alguno de los futbolistas que se han marchado?
R. Uf... Buena pregunta. Pues... Me hubiera gustado que Fernández hubiera estado. También ha habido dos casos que me han resultado un poco difíciles, pero había que tomar decisiones. Me refiero a Gaspar y a Alberto Aguilar, por ser cordobeses y por un montón de circunstancias. Son dos personas magníficas que sé que me iban a ayudar, que iban a tirar del carro. Gaspar, además, como capitán y con muchos años aquí. Los jóvenes que yo tenía el año pasado, especialmente Bernardo y Fran, me hablaban maravillas de ellos. Siempre les apoyaron y les aconsejaron para mejorar. Son los dos casos que me han dejado una sensación más amarga, pero al final son decisiones que hay que tomar. En otras circunstancias, quizá lo hubiera planteado de otra manera.
Nos miramos, por ejemplo, en espejos como el del Alcorcón, que siempre tiene equipos capaces de competir bien"
P. ¿Sufre mucho por los límites económicos a la hora de construir la plantilla?
R. Bufff... Se sufre mucho con el presi, que está todo el día con eso: 'Es que no hay, es que no hay, es que no hay...'. Hemos visto jugadores que nos han interesado, pero su contratación no ha sido viable. A veces viene alguien y me dice: ¿Cómo te has traído a ese jugador? Hay que entender que, dentro de los parámetros económicos en los que se mueve el club, es lo máximo a lo que he podido aspirar. El tema del control económico de la Liga apareció de mes y medio a esta parte y a lo mejor el tema de las renovaciones, de las mejoras de contrato, se hubiera llevado de otra manera. Yo lo he hablado con el presidente y el dice que si hubiera sabido todo esto, algunas cosas las habría gestionado de manera diferente. Nuestro margen para fichajes es corto, pero estamos dándole muchas vueltas al mercado. Me he tirado muchísimas horas al teléfono, casi sin vacaciones, intentando buscar lo que más nos convenga deportiva y económicamente. He hablado con muchísima gente para recabar datos sobre futbolistas, porque no podemos quedarnos con una sola opinión. A mí me hubiera gustado ver a alguno veinte veces en directo, pero eso es inviable. Llamas a gente que lo conoce personalmente, a compañeros, a gente que lo ha entrenado en otros equipos... Es muchísimo trabajo y esperamos que dé resultado. Hacemos todo lo que está en nuestras manos para no fallar.
P. Como entrenador tiene una carrera corta. Quizá sus momentos más intensos hayan sido los últimos partidos en El Arcángel con el filial de Tercera en el play off de ascenso
R. Quizá haya sido ahí donde he tenido la sensación de más responsabilidad con el Córdoba B. Vinieron seis o siete mil el primer día, y diez o doce mil el segundo. Mirar a las gradas y verlas llenas de gente es lo que más se puede asemejar a lo que voy a experimentar a partir de ahora. Pero también te digo que esa sensación de desafío también la he tenido entrenando cadetes. Al final el reto te lo pones tú. Pero, lógicamente, yo sé cómo es el público de El Arcángel. Es inteligente y agradecido, pero exige. A la hora de firmar jugadores también hemos intentado que se adapten a mi forma de ver el fútbol, pero que sean capaces de transmitir cosas al público.
P. ¿A qué entrenador le gustaría parecerse?
R. A ver, no sé... Yo intento aprender de todo el mundo. Ésa es la base para poder crecer. Intento aprender de todos, de los de Primera, Segunda, Segunda B o Tercera. ¿Alguien que me haya marcado? Bueno, conozco a Unai Emery, que fue compañero mío en dos equipos, y mi relación con él es de amigo. Desde que él se retiró seguí mucho su carrera. En el Valencia, en el Sevilla... Hemos tenido muchas conversaciones en las que él me ha hablado de sus experiencias, de cómo gestionar la presión. Admiro cómo ha crecido a nivel de entrenador y cómo hace las cosas. Si tengo que decir un entrenador al que admiro, por el trato que he tenido con él y porque me gusta su estilo, es Unai Emery.
Espero que el control económico de la Liga sea verdaderamente cierto para todos"
P. ¿Qué Córdoba va a ver el aficionado que se siente esta temporada en la grada de El Arcángel?
R. Uf, pues no lo sé. Todavía es pronto. Tenemos nuestras ideas, pero... El año pasado, cuando llegué aquí, tuve muchas conversaciones con Rafa (Berges) sobre la forma en la que él iba a jugar y yo me intenté amoldar con el B. Hablé con los jugadores, les pregunté si se sentían cómodos con esa manera de jugar y me dijeron que sí. Pero, lógicamente, vinieron incorporaciones y hubo que cambiar matices. Este año es igual, pero aumentado. Hay mucha gente que llega nueva. Tenemos una base, una idea de cómo hacer las cosas, pero por características de jugadores o por circunstancias del rival cambio cosas. ¿Que cómo vamos a jugar? Pues a día de hoy no te puedo responder a esa pregunta, pero no por desconocimiento sino porque primero quiero ver cómo compiten los jugadores. Hay algunos como Janse o como Strahman, que los conozco algo menos... Por ejemplo, Janse es un jugador que a nivel ofensivo nos puede aportar muchas cosas pero hay que mirar otros aspectos, porque Holanda no es España. Hay matices que tiene que trabajar muchísimo. Cada jugador tiene características diferentes y la sensación de a donde quiero llegar todavía no la tengo muy clara, pero sí tengo una base. Hay jugadores del año pasado o del anterior que, bajo mi punto de vista, pueden aportar otras cosas.
P. ¿Hay algo que le dé miedo?
R. No, la verdad es que ahora mismo no. No sé... A lo mejor cuando se acerque un poco más la competición tenga esa sensación de inquietud por ver cómo gestiono las cosas, pero a día de hoy disfruto con mi trabajo. He venido para poco tiempo. Quiero estar poco tiempo y por eso mi deseo es aprovecharlo al máximo. Quiero conseguir cosas. Hay que ser ambicioso, pero también prudente. Yo me preparo a fondo el día a día para luego poder competir de una manera brutal. Así veo yo el camino.
P. No aspira a convertirse en el Alex Ferguson del Córdoba...
R. No, para nada pienso en eso. Yo no creo en los ciclos largos. Sé que hoy estoy aquí y mañana puedo estar en otro equipo. Conozco esto. Estuve cuatro años como jugador y tengo una implicación personal con la ciudad. Me casé aquí, prácticamente mi hijo nació aquí, tengo amigos... Hay lazos personales importantes con Córdoba. Lo que sí está claro es que el hecho de que no me salieran las cosas bien me dolería especialmente por la gente de Córdoba, porque me considero vinculado a esta ciudad. Yo vengo a intentarlo y, si no sale, dejarle el paso a otro.
Se sufre mucho con el presi, que está todo el día con eso: Es que no hay, es que no hay, es que no hay..."
P. De todos modos, si cumple una temporada completa será señal de que las cosas no han ido del todo mal.
R. ¡Por eso he firmado un año! Cuando empecé en el B, la idea era la misma. Firmé por un año. Ahora, en Segunda, es distinto. En el filial piensas que se lo debes al jugador, que con el paso del tiempo tengas la sensación de que has intentado ayudarle todo lo posible en su crecimiento, en su formación... A nivel colectivo logramos cosas, aunque a nivel personal entiendo que puede haber jugadores que no estén del todo contentos con su crecimiento en relación a mi trabajo. También ha habido épocas difíciles en el B. Ser entrenador en Tercera o en Segunda es lo mismo, pero la repercusión es diferente.
P. ¿Qué es un buen vestuario?
R. A ver... Es una pregunta dificilísima. Yo creo que el jugador es egoísta por naturaleza. Yo también lo fui. Otra cosa es que tengas que respetar las decisiones del entrenador y sobre todo al compañero que está al lado. Pensar que cuando tú no juegas es porque tienes que hacer más cosas. No ver en el público a un enemigo cuando te pita, sino todo lo contrario. Son muchas cosas. Tienes que ser un buen líder y ser respetado por tu opinión y tus hechos. No sé. Son muchas cosas. Todas suman. El entrenador tiene que colaborar en todo esto, tiene que favorecer la unidad, pero los jugadores tienen que asumir su parte de responsabilidad en este sentido. Los que han llegado al Córdoba tienen que saber y tener que claro que no han llegado a un sitio más y que antes que nada está el club. Aquí la exigencia es grande. El que no respete esos códigos no podrá convivir conmigo.
El campo es mi responsabilidad. Ahí nadie se ha metido ni nadie se va a meter"
P. Al final, todo se centra en la clásica lucha de egos y el difícil equilibrio para que el colectivo progrese.
R. Yo leí una entrevista de Mourinho, que no ha salido muy bien del Madrid, y decía una cosa que es verdad. Él contaba que hay jugadores, como Cristiano Ronaldo, que podrían pensar que nadie les puede enseñar nada ya. Y Cristiano no lo hacía. Pues yo he visto a jugadores de Tercera División y he tenido esa sensación. Cada día es uno más, siempre hay posibilidades de ser mejor. Me acuerdo también de una entrevista a Donato, que con 36 años decía que era mejor que con 35, que cada año era mejor. Se puede mejorar a nivel técnico, a nivel físico, táctico, psicológico... Si el futbolista tiene predisposición a crecer, progresará. Si se cree que ya lo sabe todo, acaba devorado. A veces leo entrevistas a jugadores que han estado aquí en el Córdoba, jugando en el filial, y dicen: 'Es que a mí no me dieron oportunidades'. Y después no han pasado de Tercera o de Segunda B. A lo mejor ése era su nivel. Si un chaval quiere ser futbolista, quiere progresar y tiene deseos de hacerlo, no hay entrenador que pueda con él. Lo único que lo puede frenar son las lesiones. Si un jugador de verdad tiene calidad y tiene potencial va a llegar. No creo que existan entrenadores que corten la progresión de un futbolista. Puedes haber tenido mala suerte con un entrenador o con dos, pero cuando llegas a una edad y no has alcanzado la élite, también el jugador tiene que hacer autocrítica y pensar que algo de responsabilidad tiene él.
P. ¿Se nota en los futbolistas jóvenes una intolerancia a la crítica, una cultura de la queja?
R. A ver. Yo me he encontrado un grupo de jugadores absolutamente ejemplar. Prácticamente todos estudiaban su carrera y son buenos chicos. Hablando a nivel general, yo pondría el foco en los padres. De todos los benjamines que empiezan, sólo uno llega al juvenil de División de Honor. En España hay cinco millones de licencias y el uno por ciento llega a jugar en Segunda B, que en la actualidad no te da casi ni para vivir del fútbol. Hay jugadores que yo creo que podrían estar en Segunda, pero ellos piensan que son futbolistas de élite. Yo considero que la élite es otra cosa, es lo máximo, a un nivel top. Hay que luchar mucho, tener talento y trabajarlo día a día, constantemente. Y ni siquiera eso te garantiza nada. Volviendo a mi caso particular, yo he tenido jugadores en el B que cuando terminaba el entrenamiento venían y te preguntaban cosas a nivel táctico, tenían predisposición a aprender. Eso es gratificante. Yo creo que las ganas de aprender de un futbolista son fundamentales. Eso es lo que te hace crecer y te lleva a tu máximo potencial, esté donde esté.
Si el futbolista tiene predisposición a crecer, progresará. Si se cree que ya lo sabe todo, acaba devorado"
P. El Córdoba 13-14, su Córdoba, ya está poniendo sus últimas piezas. El presidente prometió en su día un equipo top. ¿Cómo se lleva con Carlos González?
R. El presidente es una persona que es dueña de la empresa y él la gestiona a su manera. Yo tengo muchas conversaciones con él y hablamos de mil cosas. Hay algunas con las que yo no estoy de acuerdo y se las transmito. Yo estoy muy agradecido por la oportunidad que me ha dado, ¿vale?, pero el césped lo manejo yo. Si hay alguien que pueda pensar que soy un entrenador de Tercera, sin experiencia, que lo han puesto ahí... Vale. Yo lo asumo. Pero el vestuario es mi responsabilidad. El campo es mi responsabilidad. Ahí nadie se ha metido ni nadie se va a meter. Mi relación con el presidente es muy fluida. Como dije, hay cosas que no comparto con él y se las digo. Puede que le guste o puede que no. También él me dirá cosas que no me gusten a mí, ¿vale? En el verde mando yo. Y no lo digo con la pretensión de demostrar mi autoridad ni nada de eso, porque entre otras cosas nadie me la ha quitado. Cuando yo hablo con el presidente de cosas con las que no estoy de acuerdo lo hago por su bien y por el bien del club. Él es una persona que va a estar bastante tiempo aquí, es su empresa. Al final yo soy un empleado que está ahora aquí y mañana a lo mejor no, pero yo al presi le digo cosas porque creo que son por el bien suyo y del Córdoba, que en definitiva es lo que nos une a todos. Yo quiero ayudar. Al presi lo respeto mucho. Él puede ser mucho más listo y muchísimo más inteligente que yo en muchos temas, pero yo por mis años como jugador y por mi pequeña carrera como entrenador creo que puedo aconsejarle en cosas que le pueden ayudar. Bueno, los dos remamos por lo mismo. Ojalá le pueda ayudar a cumplir su sueño. Porque el presidente podrá tener mil defectos, pero es ambicioso y exigente para con él mismo y para la gente que trabaja con él. Eso es bueno. Tiene ilusión y es ganador. A mí me gusta trabajar al lado de gente ganadora. Ésa es su mayor virtud.
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