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Guillermo Rojas: “Con ‘Solos en la noche’ quiero hacer un homenaje a esas personas que eran jóvenes en la transición”

Entrevista N&B al director de cine, Guillermo Rojas

Marta Jiménez

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Quien había llegado a este mundo en febrero de 1981 recuerda dónde estaba el 23F. Algo a lo que no pueden responder ni la mayoría de actores y actrices de la película Solos en la noche, quienes aún no existían la tarde que Tejero gritó en el Congreso “quieto todo el mundo”, ni tampoco su director, el cordobés Guillermo Rojas.

Una circunstancia que no les ha impedido reconstruir aquellas horas históricas en clave de comedia política y humana, con un grupo de abogados laboralistas muertos de miedo como protagonistas. Todos ellos inspirados en algunos de los que integraban entonces el despacho cordobés de la calle San Felipe.

El segundo largometraje de este director, guionista y productor afincado en Sevilla llegará a los cines el 20 de septiembre tras pasar por el Festival de Málaga, el Atlántida de Palma de Mallorca o haber recogido cuatro premios en el Festival de Islantilla. Un filme rodado entre Utrera y Priego de Córdoba, que sin rehuir de lo político ni de esa piedra aun en el zapato de la democracia española que fue el fallido golpe de estado, pone el foco en las personas, en los valores de la comunidad y en los recuerdos de lo que a Guillermo le contaron sus padres sobre aquella noche.

El número de septiembre de la revista Fotogramas publica una crítica de cuatro estrellas, de esas que roban el corazón al equipo y otorgan buenos augurios para la película. “Esta es una de esas películas pequeñas que van haciéndose grandes según avanzan”, comienza; que “no renuncia a una mirada, tierna, cómplice y con mucho humor a pesar de lo grave del momento”, sigue; y termina lamentándose de que “no se hagan más películas así en España”.

El próximo viernes 13, el director y el equipo acompañarán -en los cines MK2 de el Tablero- el preestreno de Solos en la noche, en una emocionante sesión en la ciudad donde vivieron el 23F las personas que la inspiran. 

Esta historia en mi imaginario siempre estuvo ambientada en la ciudad de Córdoba

PREGUNTA (P). La semilla de esta historia está en el célebre despacho de abogados laboralistas de la calle San Felipe, en Córdoba, un lugar que ya no existe.

RESPUESTA (R). Bueno, la semilla se remonta mucho tiempo atrás, porque el 23F fue una fecha que para mi familia siempre fue importante porque fue un día que, digamos, tuvo su miga, su importancia. Mis padres pertenecían a ese grupo de personas significadas políticamente, comprometidas de izquierdas y si el golpe triunfaba, lo podían pasar mal. Mi padre trabajaba como abogado en ese despacho. Entonces, cuando el golpe finalmente fracasa, pues ellos se llevan una gran alegría y empiezan a recordar esas vivencias y a contarlas. Esa noche mis padres se fueron a un chalet en la zona del Brillante con varios amigos, un poco a ver qué pasaba, a pensar qué podían hacer si el golpe triunfaba con toda la incertidumbre del momento. Pero cuando el golpe realmente no triunfa hay en ellos algo de relajación. 

Esa democracia que durante los años de la transición había sido tan convulsa, pues hacía que no las tuvieran todas consigo. Mi padre me contaba que cuando el golpe fracasa, ellos se dan cuenta de que quizá la democracia sí que puede ir en serio y que el país puede entrar realmente en una nueva etapa. Y yo creo que también está muy vinculado con lo que pasa en el año 82, con la victoria socialista en las elecciones generales, que hay un chip en el que la sociedad española cambia y parece que está deseando abrazar un tiempo nuevo. Creo que las cosas que él me contaba del 23F estaban vistas desde la lejanía con ese cariño. Una fecha que podía haber sido muy jodida ellos la recordaban como un punto de inflexión positivo, que les dio mucha fuerza y mucha alegría de vivir. 

P. ¿Y cuándo supiste que querías hacer una película con todo eso?

R. Creo que hace bastante tiempo, porque mi padre siempre me lo contaba como una pequeña batallita y yo siempre he tenido como inquietud escribir. Recuerdo que con diez, doce años ya pensaba que podía escribir algo, algún relato, empecé a escribir algunos capítulos de novelas en la adolescencia, pero aquello no fue ninguna parte. Y siempre pensé que ahí había una historia, pero tal como me lo contaba mi padre, que siempre lo fabulaba y lo contaba de una manera que a mí me recordaba mucho al cine de Woody Allen o al tono que podían tener las primeras películas que yo vi con mi padre, con esa edad, con 10, 12 años. En mi mente me imaginaba que podía hacer un mix entre esa historia de mis padres y ese universo cinematográfico de Allen que tanto le gustaba a él.

Entonces, empecé a pensar en hacer algo desenfadado, algo que fuera tierno, bonito, pero nunca pensé en hacer algo dramático. Cuando estaba preparando la película la gente me decía que por qué ese tono de comedia, por qué acercarte a un momento que pudo ser tan jodido desde un punto de vista de la comedia. Y es que yo creo que lo más importante es que la comedia estuvo antes incluso que la historia, porque yo quería hacer un homenaje a esas personas que eran jóvenes en la transición, que tenían muchas ganas de celebrar y de vivir y que el golpe podría haber sido como un verdadero golpe, nunca mejor dicho, mortal para esa ideología, ese idealismo que tenían. 

Mis padres pertenecían a ese grupo de personas significadas políticamente, comprometidas de izquierdas y que si el golpe triunfaba, lo podían pasar mal

P. De todos modos ¿no crees que hoy en la comedia caben muchas cosas?

R. Sí, mira, hay dos momentos que indican que tuve muchas dudas. Hice un primer planteamiento algo más serio, que no me acababa de cuajar. Yo tenía en mi mente hacer algo de comedia clásica, tipo Lubitsch o Billy Wilder. Pero hay dos películas que para mí son cruciales, en el sentido de que creo que se puede hacer algo parecido a lo que los cineastas hicieron en esas películas. Una es la película sueca Juntos de Lukas Moodysson [2000], una película que ganó el Festival de Gijón y que programamos en el Cineclub de la  Facultad de Comunicación, en Sevilla, en mis años de universidad. Trata sobre una comuna hippie en los años 70, que arranca cuando se enteran por la radio que Franco ha muerto. Y entonces eso les provoca mucha alegría, no una pequeña satisfacción, sino como un golpe de suerte, algo bonito, Y está basado también en los recuerdos infantiles del director que se crió en una comuna como esa. Es una película muy tierna, tiene muchas cosas del cine de Campanella y también es una reflexión sobre la izquierda y su pensamiento crítico, pero a la vez es jugosa y hay enredo entre parejas. La vi cuando tenía 18 ó 19 años y pensé, con todo lo del golpe de estado de mis padres, igual se puede hacer algo así ¿no?.

Y la otra película es una comedia española de Borja Cobeaga, que se llama Fe de etarras [2017]. Es una comedia sobre un comando terrorista de ETA que está en una ciudad, no sé si era Valencia, esperando órdenes de sus superiores para cometer un atentado y como esas órdenes no llegan, empiezan a relajarse, empiezan a disfrutar de la vida y aquello del terrorismo les va quedando cada vez más ajeno, se van integrando en la comunidad con los vecinos y casi toda la película está centrada en ese comando, en cómo viven dentro del piso franco. Entonces yo veo que hay cosas que pueden funcionar, o que creo que llegan al corazón, que son tiernas, y parto un poco de ahí para elaborar lo que es el primer tratamiento de guión, que después ha cambiado bastante, porque también te vas documentando cada vez más, va viendo cosas que crees que funcionan y otras que no, pero más o menos la comedia siempre estuvo ahí y a partir de una cosa personal, hago una especie de homenaje a una generación. 

P. Creo que eres de los primeros autores que van a invitar a ver el 23F con una sonrisa…

R. Pues yo creo que sí, pero también porque igual la vida lo ve un poco así. En el último festival que estuvimos, que fue el Festival de Cines de Islantilla [donde Solos en la noche ganó cuatro premios, entre ellos el de Mejor Película], al final de la proyección, que gustó bastante, un matrimonio mayor se me acercó llorando y me dijeron, muchas gracias por hacerme recordar una época tan dura con una sonrisa, no sabía que se podía recordar aquello con alegría. Entonces, no es una cosa deliberada porque yo creo que lo he hecho más desde mi lugar, de intentar poner en pie, a ver cómo lo digo, de recrear la juventud de una serie de personas que yo admiro y quiero. Es un poco como volver a cómo eran ellos de jóvenes. Una especie de máquina del tiempo personal, un pequeño capricho que me he permitido. Y la verdad es que te vas dando cuenta que la película apela a un momento importante de la historia del país.

Hay algo como de catarsis colectiva, de que mucha gente se siente identificada. A lo mejor no con todo lo que les pasa a los personajes, pero los espectadores también son partícipes porque recuerdan un poco dónde estaban ellos. Y en algunos coloquios pasa eso, que la gente más que preguntarme sobre por qué hemos hecho las cosas técnicas, el rodaje y tal, prefieren compartir dónde estaban el 23F y lo que les había pasado a ellos.

P. Volviendo al lugar del que parte de tu película, a lo mejor hay mucha gente que va a leer esta entrevista que no sabe que existió un despacho de abogados laboralistas en la calle San Felipe, que fue como la versión cordobesa del famoso despacho de Atocha de aquellos años ¿Qué les contarías de aquel lugar?

R. Bueno, es que en esa época, en esos años de la transición, los despachos laboralistas que había en España eran un foco de defensa de las libertades y de la integración social, porque estaban muy vinculados con los trabajadores, con los obreros de las fábricas, asesoraban en huelga, en reclamaciones. Entonces, esa fue la causa por la que hubo un atentado en enero del 77 en el despacho de abogados de Atocha [en el que asesinaron a cinco personas y otras cuatro resultaron heridas], porque eran una amenaza para ese sector de la sociedad que quería volver a los tiempos oscuros, como se menciona en la película.

Entonces aquí en Córdoba, pues es verdad que el despacho donde trabajaba mi padre [Paco Rojas, ya fallecido], con otros abogados como Filomeno Aparicio, por ejemplo, estaba muy vinculado con los sindicatos, con Comisiones Obreras, el  alcalde de la ciudad era Julio Anguita, en el 81, o sea que Córdoba también tenía esa cosa de lucha y defensa de esas libertades y de los derechos de los trabajadores, que hacía que sintieran mucho miedo, porque ellos estaban en contacto directo con gente que estaba haciendo reivindicaciones sociales. Entonces, ellos mismos estaban como en el ojo del huracán y por eso deciden coger tres, cuatro carpetas, cosas y salirse un poco del núcleo de la ciudad porque realmente había miedo a qué podía pasar porque estos despachos estaban muy vinculados con esos movimientos sociales. He querido poner un poco en valor el cómo la sociedad también se nutre de ciertas sinergias y de lo que ahora se llaman las redes sociales, que en esa época existían fuera de lo virtual y los despachos de abogados laboralistas funcionaban de esa manera.

La gente me decía que por qué ese tono de comedia para acercarme a un momento que pudo ser tan jodido

P.¿Y qué imagen nos devuelve tu película, como un espejo, a los ciudadanos de hoy?

R. Bueno, yo no he querido hacer una película solo del pasado, sino que también de diálogo con el presente y creo que eso es algo que hacemos habitualmente en la productora [Summer Films], también con Laura [Hojman, su socia y también realizadora] intentamos siempre hablar del pasado para intentar, no sé si construir una sociedad mejor, pero por lo menos replantearnos cosas que nos están pasando ahora. Y claro, la película habla de muchos temas que hoy son candentes, como el diálogo con el que piensa diferente, intentar que el colectivo se junte y poder intentar hacer algo en común, que el proyecto de país pueda ser algo factible. Y es curioso cómo el propio contexto sociopolítico del país a veces te ayuda. O sea, yo cuando empecé a hacer esta película, que fue realmente hace 12 años cuando empiezo a escribirla, el panorama político en España no era tan crispado como es ahora. Era una sociedad antes del 15M, por ejemplo, donde realmente a nivel político estaba todo como más estable. Y la película llega en un momento en el que todo eso ha saltado por los aires, con el auge de la ultraderecha, donde se están empezando a perder ciertas libertades en un mundo en el que parecía que estaban ya sólidas. 

Entonces, claro, la película en ese sentido, habla de una época en España que recién sale de la transición, donde mucha gente realmente sentía que igual que había pasado en Chile o en Argentina, podría volver a instaurarse una dictadura, todas esas libertades se podían acabar de cuajo. Creo que en ese sentido, de alguna manera, la película crece. Si hubiese  hecho la película hace cinco años, por ejemplo, no sé si hubiera llegado en el momento adecuado. Nos pasó también con el documental de María Lejárraga [A las mujeres de España, Maria Lejarraga (2022), de Laura Hojman]. Si ese documental lo hubiéramos hecho tres años antes, no hubiera funcionado como funcionó. Con ese auge del movimiento feminista, donde toda la sociedad estaba mucho más abierta a esas cosas. Entonces, supongo que también hacemos las películas que hacemos porque vivimos en sociedad y estamos un poco atentos a cómo respira. Cómo respiramos como individuos y qué nos pasa. Entonces, asimilamos cosas que desarrollamos y que después volcamos y soltamos. 

P. La película llegará a los cines el día 20, pero antes, el viernes 13, habrá un pase con público en Córdoba y coloquio posterior. Esa proyección en los cines MK2 de El Tablero será muy especial.

R. Sí, yo tengo muchas ganas de que se vea Córdoba. Es un pase una semana antes de que la película llegue a los cines y voy a estar presente con otra gente del equipo, donde vamos a poder hacer una presentación, un coloquio con los espectadores, donde vendrá mucha gente que yo quiero, familia, amigos, quienes vivieron el golpe, gente de ese despacho también. Entonces, yo creo que va a ser muy emotivo o, al menos, yo lo espero así y, sobre todo, es ver una película cuya historia en mi imaginario siempre estuvo ambientada en la ciudad de Córdoba. 

Por tanto, la película se ambienta en una ciudad de provincias, no se dice cuál es, pero podría ser Córdoba o Sevilla, pero, bueno, el corazón siempre está ahí en Córdoba. Al final se cruzó Priego de Córdoba y rodamos una parte allí.  Priego cuenta con un centro histórico muy bien conservado, donde hay pocos elementos a intervenir como farolas, ya que hay muchas farolas que siguen siendo antiguas, hay pocos bolardos, el acerado, el piso de la calzada, todavía se mantiene como en aquella época, hay pocas papeleras… Pero el centro de Córdoba está muy cambiado y hay muchos vados de cocheras, hay muchas cosas que impedían una recreación fácil para una película como ésta, que nos deja ser una película pequeña, por así decirlo. La verdad es que Priego se volcó y los vecinos estaban muy ilusionados de que hubiera un rodaje, porque no lo había desde la época de Joselito.

Hay algo como de catarsis colectiva, de que mucha gente se siente identificada

P. ¿Habrá pase de Solos en la noche allí?

R. Sí, en Priego vamos a hacer varios pases. De hecho, vamos un mes más tarde, el 18 de octubre, que es viernes. Haremos un pase especial con el equipo, con el reparto y creo que se va a quedar varios días en cartelera en el Teatro Victoria. Aquí tenemos la suerte de que se va a quedar en los cines de el Tablero.

P. ¿Da mucho vértigo colarse en la jungla de estrenos de principios de otoño?

R. Yo qué sé, es que hay tantísimos estrenos a la semana, entre 10 y 14 estrenos, creo. De esos 14 estrenos creo que siempre hay 3 ó 4 pelis españolas y uno nunca sabe cuándo es el momento idóneo para colocar tu película. Nosotros salimos el viernes que se inaugura el Festival de San Sebastián. Entonces, eso nos ha hecho que toda la campaña de “contacto con los medios”, como estamos contigo, por ejemplo, la tengamos que hacer previa, porque esa semana ya están muchos medios nacionales volcados en la cobertura del Festival de San Sebastián. Pero es que después hay poco hueco, porque una vez que las cinco o seis películas españolas de ese momento se presentan en San Sebastián, enseguida llegan a las salas y ya digamos que está el hueco cogido, hay que intentar coger un poco esa ventana que pensamos que puede ser un buen momento, cuando la gente también vuelve de vacaciones.

Creo que es una película que aunque le puede gustar a un público más o menos joven, está principalmente enfocada a un público de cierta edad y ese público muchas veces en los meses de verano está de vacaciones o tiene otros quehaceres. Entonces, hemos pensado que es en septiembre cuando se vuelve a la ciudad y se vuelve a retomar la rutina y a volver a ir al teatro y al cine. A ver qué tal. 

P. ¿Cuánto puede durar en cartel en las salas?

R. Sabemos que es complicado, pero bueno, estamos intentando tres, cuatro semanas. Y ya sería algo muy optimista, porque las siguientes semanas se estrenan algunos títulos españoles potentes. Pero bueno, hay que hacerse hueco y tendrá lo bonito que logramos con nuestros documentales previos [Antonio Machado. Los días azules y María Lejárraga. A las mujeres de España], que es hacer una pequeña turné por España, acompañando la película, haciendo mucho coloquio, mucha presentación, contacto con el público.

Había miedo a qué podía pasar porque estos despachos estaban muy vinculados con esos movimientos sociales

P. ¿Ese contacto con el público en los festivales por los que has pasado (Málaga, Mallorca, Tarazona, Islantilla) siempre ha sido tan emotivo como contabas antes?

R. La primera vez que uno ve la película en una sala con público, no te diré que esté muerto de miedo, pero uno realmente está un poco a la expectativa de ver qué tal, cómo respira el público. Más en una película que en teoría es comedia y donde hay algunos chistes. Creo que es más una película de sonrisa que de risa, entonces, está un poco a ver si al público le gusta, a ver si le llega. Y desde el primer pase que se hizo en el Festival de Málaga yo creo que el público, la verdad, ha conectado con la historia. Quizás el que incluso ha ido con algún prejuicio, pensando que podría ser una película muy política o muy panfletaria, se ha encontrado algo que creo que es más humanista que otra cosa. Hay un componente político siempre en la película, desde el momento en el que yo decido hacerla sobre el 23F, pero hay un momento en el que se transforma en un relato de personajes, de una época, se convierte en algo que puede emocionar, y eso ha hecho que haya gustado en Málaga, que haya gustado en Palma de Mallorca, cuando se vio en el Atlántida, un festival muy de autor, donde hay propuestas muy arriesgadas y sesudas, donde a priori a lo mejor la nuestra no encajaba, no sé si por tono, y la respuesta fue positiva. Después fuimos a un festival puramente de comedia, como era el de Tarazona, donde hay comedia más de trazo grueso, por así decirlo, y donde también conectó bien con el público. Es una película que va a ganar en pantalla grande,o sea, todas las películas ganan en el cine, pero aquí creo que va a ganar mucho si uno va a la sala y está con más gente, porque hay mucho de contagio al ver la película, por eso que te decía de que apela algo que recordamos mucho.

P. Y eso que a ti te faltaban nueve meses para nacer aquel 23F del 81…

R. Pero recuerdo que fue un día importante para este país, que tuvo consecuencias importantes para gente que quiero y que conozco, entonces eso me hace conectar con la historia y hay mucho de eso también en la película.

La película llega en un momento de auge de la ultraderecha, donde se empiezan a perder ciertas libertades que parecía que estaban sólidas

P. Hablabas de que la película no evade la política, ¿dirías que toma partido?

R.  No sé, no creo que tome partido sobre esas teorías del 23F, pero sí que creo que toma partido sobre el compromiso que tenemos que tener con la sociedad actual y como ciudadanos de este país. O sea, sí que creo que está ambientada en el 23F, pero la podríamos haber ambientado un día de un terremoto o en el confinamiento. O sea, creo que el fondo, la trama no es tan importante como el tema, que es una cosa que defiendo: creo que tenemos que pensar no solo como individuos, sino en la colectividad y pensar en los demás y tener empatía y escuchar al otro para seguir avanzando.

Entonces, la película, en ese sentido sí tiene que ser política, lo va a ser, porque creo que defiende una idea de intentar llevarnos bien y de convivir y de intentar olvidar, quizás, tantas fricciones. Pasa en el panorama político actual, o sea, no me puedo creer que siempre estemos a la gresca ¿No podemos realmente ponernos de acuerdo en avanzar como se hizo en esos años de la transición? Yo estoy muy agradecido al espíritu de la transición y a lo que se hizo en ese momento, creo que quizá no se podía haber hecho mucho más.

Igual que Mandela cuando terminó el apartheid en Sudáfrica, quizá en ese momento lo inteligente era hacerlo de esa manera. Hoy día, 40 años después, sí que creo que estamos en situación de poder revisar algunas cosas que se quedaron en el tintero en la transición. 

P. Y eso que los personajes de Solos en la noche están también a la gresca.

R.  Bueno, pero hay una gresca, no diré superficial, pero sí. Hay diferentes puntos de vista. Hay un personaje que creo que es muy interesante, que es un personaje argentino, que viene huyendo de la dictadura que hay en ese momento en su país y que de alguna manera espolea a los españoles al decirles, oye, que no os podéis quedar en vuestra casa, como se queda gran parte de la población el 23F, asustada, como también era lógico. Porque igual eso que habíais conseguido aquí, a través de la muerte de Franco y esa transición pacífica que hubo durante muchos años, se puede ir al garete ¿no? Entonces, también es una película de ficción y he querido jugar no tanto con la verosimilitud, sino con la ensoñación o un recuerdo de algo que podía haber pasado. Lo importante es el alma de los personajes, no tanto lo que ellos pasan literalmente. 

¿No podemos realmente ponernos de acuerdo en avanzar como se hizo en esos años de la Transición?

P. Existe un anteproyecto de Ley de Información Clasificada que ha presentado el Gobierno. Los secretos oficiales tendrán por fin caducidad en España pero la norma se queda corta para investigar la transición. Si ya podemos reír, o sonreír, ante lo que ocurrió la noche del 23F del 81, ¿no debería también ser hora de conocer la verdad? 

R. Pues esperemos que sí, también yo creo que somos capaces de reírnos porque el golpe fracasó. Y claro, en la película se apunta algún momento sobre cuál podría ser el papel del rey. Creo que ya tenemos una democracia lo suficientemente madura como para poder aceptar que quizás figuras de la política de ese momento, pues a lo mejor sabían más de lo que se ha dicho que podían saber. Y también, hasta cierto sentido, puede ser algo lógico, porque fue un momento de convulsión. Yo creo que podemos, por lo menos, tener más información y a partir de ahí sacar nuestras conclusiones. Más de 40 años después ya se puede decir, oye, pues mira, pues sí, en el golpe estaban no solo tres unidades militares, sino que realmente estaban todos los altos mandos a la expectativa y a poco que aquello hubiera triunfado hubieran entrado todos. No lo sé, creo que realmente se puede profundizar porque tampoco pasa nada. 

En la icónica imagen cuando entra Tejero al Congreso y están todos los diputados escondidos menos Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo, aunque a Carrillo no se le ve en las imágenes de Televisión Española, ostras, es que si yo hubiera sido diputado seguramente estaría también muerto de miedo y quién soy yo o quién eres tú para juzgar el miedo de las personas. Eso nos lo contaba el escritor y profesor Antonio Rodríguez Almodóvar en el documental de Antonio Machado, hablando sobre el papel de Manuel Machado que tuvo cuando se entera que Antonio Machado muere en el exilio. Como decía, es muy difícil juzgar el miedo de la gente ante, por ejemplo, que Manuel Machado realmente se vendió al régimen franquista.  Hay ciertas circunstancias que se pueden igual no compartir, pero bueno, las puedes entender. 

P. El tono de comedia, su trasfondo político, ¿hacen de esta película una rara avis en el panorama de las comedias actuales españolas?

R. Desde luego, yo creo que es una comedia que se proyecta a un público diferente, porque no se hacen en este tipo de películas en España ahora. ¿Por qué? Pues, bueno, supongo que es una corriente que ha ido cambiando con los años, porque sí que se hacía cuando yo era un chaval, en los 70, en los 80, yo crecí con el cine de Fernando Colomo, de Fernando Trueba, entonces había cosas que me llegan muy dentro y las películas que uno ve en su infancia le marcan mucho. Hay un momento en los 90 que todo cambia y creo que hay como un clic, con Tesis de Alejandro Amenábar, junto a las películas de Álex de la Iglesia, que realmente hace que el cine español salte a hacer un cine de género, como se hacía fuera de nuestras fronteras, un cine un poco a la americana o a la europea. Quizá olvidamos ciertas raíces de nuestra idiosincrasia, de cierto cine español, ¿no? Queremos intentar emular otro tipo de cine y yo creo que ahí hay como una desconexión con este tipo de propuestas. Fernando Trueba sigue haciendo cosas parecidas, hizo La niña de tus ojos también a finales de los 90, pero a partir de ahí este tipo de comedia, lo que hacía Manuel Gómez Pereira, va un poco desapareciendo porque también los directores, los creadores van cumpliendo años y va entrando gente joven con otro referente, con otro pensamiento y se va imponiendo un tipo de comedia diferente.

Ahora, por ejemplo, lo que se lleva es mucho la comedia familiar, que va a un público mucho más amplio, quizás una comedia más de chiste o de gag, que es una comedia más de situación y con unos referentes más clásicos. Pero creo que esa es la apuesta de la película intentar volver un poco a ciertas esencias que a lo mejor estaban un poquito olvidadas, habrá que ver si eso al público le interesa.

40 años después, sí que creo que estamos en situación de poder revisar algunas cosas que se quedaron en el tintero en la Transición

P. Y luego está José Luis Garci, a quién le debes el título de la película, inspirado en su Solos en la madrugada, de 1978.

R. Sí, la verdad que ese cine de la transición, también lo que se llamó “cine de la tercera vía”, por ejemplo, con películas como Asignatura pendiente, Solos en la madrugada, o Las verdes praderas se refleja algo que era propio de sus coetáneos, de esa generación que tenían 20, 30 años y que no sabían muy bien vivir en libertad, por así decirlo. Eran jóvenes criados en la dictadura y cuando llega un momento de tener que vivir con unos referentes, con toda la vida por delante, con un montón de posibilidades, no se saben bien relacionarse ni entre ellos, ni con las instituciones, ni a nivel ni afectivo, ni sexual, porque siempre tienen esas causas pendientes, que decía Garci en su primera película.

Creo que esas películas reflejaban mucho ese espíritu de lo que se estaba viviendo. Garci iba un poco por libre, pero creo que es un cine que siempre apela a la emoción, son películas muy emocionales, que conectan con la generación que vivió en ese momento. Solos en la madrugada, además, tuvo muchísimo éxito en Argentina, porque coincidió que estaba la dictadura allí en ese país. Entonces, los jóvenes argentinos la vieron como un canto de esperanza a lo que ellos estaban viviendo. 

Ese “cine de la tercera vía”, sobre todo, lo defendió durante unos pocos años el productor José Luis Dibildos, con películas como Tocata y fuga de Lolita. Era el intento de aunar cine con una vocación comercial, como el cine, por ejemplo, que hacía en los 60 Pedro Lazaga o las comedias de Alfredo Landa y Pepe Sacristán, con ese cine de autor que triunfaba en los festivales y que hacía, por ejemplo, Carlos Saura. Era un intento de hacer películas con cierto compromiso que tuvieran un componente intelectual fuerte, pero que a su vez tuvieran como una vocación comercial.  Entonces, claro, cuando yo empiezo a revisitar películas de esa época, como las ya mencionadas o Vida conyugal sana [Roberto Bodegas, 1974], es como entender que “la tercera vía” tenía todo el sentido, porque es hacer películas con vocación comercial pero que también tienen cierto compromiso y una visión de autor un poco singular. 

P. Hablemos del reparto de Solos en la noche, muy coral y con un protagonista que viene del teatro andaluz, Pablo Gómez Pando junto a otras caras más conocidas para el gran público como Félix Gómez, Paula Usero o Alfonso Sánchez.

R. Pues mira, para mí es la elección fundamental. Como esta es una película eminentemente de personajes y donde los diálogos y las situaciones entre ellos eran muy importantes, la elección del reparto fue crucial. Hemos querido intentar hacer un grupo que, sobre todo, estuviera como muy bien empastado. Es decir, que fuera creíble que, aunque cada uno del grupo tenga sus cosas y quizás responden a ciertos roles de la sociedad en ese momento, pertenecen a un grupo de personas de izquierdas. Sí que para mí era importante que no fuera simplemente un conjunto de caras conocidas, sino que fueran muy creíbles, que si íbamos a poner una pareja en pantalla, los espectadores pudieran creerse que esos dos actores pudieran ser como una pareja. 

Entonces, me he rodeado de gente con la que ya había trabajado y que son amigos y parte de la familia, como Beatriz Arjona, que tuvo un pequeño papel en mi primera película, Una vez más. También, por ejemplo, Félix Gómez, que es alguien con el que había trabajado hace 16 años en el corto La patrulla perdida, rodado aquí en Córdoba. Alguien con el que siempre digo, oye, a ver, si encontramos la forma de volver a trabajar y creo que coge el personaje de Toni, lo abraza porque prácticamente está hecho para él, pensamos mucho en él desde el primer momento. Había coincidido, aunque yo no lo había dirigido, con Alfonso Sánchez, ya que durante mucho tiempo hice making of de películas de Alberto Rodríguez y coincidí con Alfonso, donde él hizo un papel muy importante en Grupo 7, dramático además. Y aunque él es conocido por hacer de compadres y por montar su show y sus películas, tiene mucho potencial en la comedia. 

Por otro lado, el protagonista Pablo Gómez Pando, que es alguien que yo conozco de teatro, de la compañía de Teatro Clásico de Sevilla, y con el que hice una colaboración para un programa de Canal Sur, quise hacerle una prueba para Una vez más, por ver si hacía algún personaje secundario, pero no pudo, y lo tuve muy claro para que fuera el protagonista de Solos en la noche. Lo tuve tan claro que, de hecho, retrasamos el rodaje de la película para que Pablo pudiera hacerla. Entonces, la familia, digamos, se completa con Jacinto Bobo, que fue el protagonista de mi primera película y aquí también hace un pequeño papel y con Paula Usero y con Andrea Carballo a las que yo conozco a través de sus cortometrajes.

Yo veo muchas películas y veo cortos e intento seguir la máxima de Garci de no hacer castings, sino que él se obliga a ver todo lo que ha hecho ese actor previamente, que eso ya son castings. Entonces, si tú quieres ver cómo trabaja alguien, vete a ver sus películas, vete a ver sus obras de teatro. Estábamos buscando una actriz argentina que fuera residente en España y a Andrea la conocía de varios cortometrajes que programé cuando yo trabajaba en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Es alguien a quien tenía ya en el radar. Y con Paula, aunque ha hecho más películas y ha hecho series, principalmente yo he visto un par de cortos y pensaba que podía aportar como esa luz, esa inocencia de ese personaje, que es un poco la recién llegada al despacho. 

La verdad que estuvimos ensayando con ellos una semana en Madrid, que fue fundamental para lograr esa cohesión del grupo. Yo me suelo también de rodear de un estupendo equipo de dirección que a mí me ayudan mucho a la hora de dirigir a los actores, de poder repasar el texto con ellos, de poder cambiar cosas, un guión con tantísimo diálogo, es importante que los actores encuentren el tono y se sientan cómodos. De lo que más orgulloso estoy es de cómo ha quedado el elenco. 

Somos capaces de reírnos porque el golpe de Estado fracasó

P. La mayoría no había nacido el día del golpe.

R. Algunos sí. Alfonso Sánchez y Félix Gómez sí que habían nacido. Pero los demás, no. A todos les habían contado cosas del 23F. Entonces, cuando estábamos preparando la película, les pasé muchas películas, les pasé referencias, algunos libros para que se empaparan un poquito de ese espíritu de la gente de izquierdas de esa época, porque es verdad que a lo mejor hay gente que proviene de otro contexto, y a lo mejor ve el golpe como algo que pasó y ya está. Pero es que hubo gente que lo podía pasar mal si el golpe triunfaba, ¿no? Entonces, recuerdo explicarles la matanza de Atocha, que igual no se acordaban o no la tenían fresca. Y decía, a ver, es que esto podía pasarles a nuestro protagonistas.

P. Curiosamente, Paula Usero se ha convertido en una abogada del despacho laboralista de Atocha en la inminente serie de RTVE, Las Abogadas. Parece que la vida y la ficción, riman.

R. Sí, es curioso. ese personaje le llegó después de Solos en la noche. Por eso te decía que hay momentos en el que uno hace una película, pero hay otro creador en Madrid que está desarrollando una serie, y a lo mejor se le ocurre algo porque hemos visto los dos el mismo reportaje en Informe Semanal. Y entonces, hay como una chispa y dices, vamos a hacer algo eso. Me pasó también con Una vez más, mi primera peli que habla un poco de los jóvenes españoles que tienen que emigrar fuera a buscarse la vida, porque la situación de crisis en España les impedía desarrollarse en algo como ellos querían. Y tú ves películas que son casi hermanas, como Un otoño sin Berlín o El arte de volver o La reconquista. Hay películas que hacen que parezca que uno no está solo, sino que hay otra gente en otro lugar que también piensa cosas parecidas y eso es bonito, porque es como encontrar almas gemelas en otros sitios, en otras ciudades.

P. Laura Hojman, tu social en la productora Summer Films y también directora, es productora de esta película, al igual que tú has sido productor de los exitosos documentales que ella dirigió sobre Machado o María Lejárraga ¿Qué será lo próximo? 

R. La nueva película de Laura, que se llama Un hombre libre, y es sobre el escritor de Almería Agustín Gómez Arcos, una figura también muy desconocida en España, a reivindicar. Un escritor que se tuvo que exiliar en los años 60, porque aquí en ese momento hacía teatro, ganó dos veces el Premio Nacional Lope de Vega, la censura le impidió poner en pie algunas obras, se exilia primero al Reino Unido, a Londres, y acaba en París donde, gracias a la lengua francesa, encuentra la forma de expresarse y da a conocer su voz. Es un escritor que tiene muchas cosas de Lorca, tiene muchas cosas del habla andaluza, de la miseria que deja atrás, de todo el silencio que provoca vivir en una dictadura. Hay mucho también del cine de Almodóvar, que bebe de la literatura de Gómez Arcos.

De hecho, Almodóvar aparece en el documental porque convivieron unos meses en los años 80 y nos contaba Almodóvar una cosa que les pasó. En los 80 lo que le encantaba era abrazar esa nueva libertad, esa España moderna de los años 80 y no pensar mucho en lo que había pasado antes. Y Agustín regresa a España también en esos años y tiene un pensamiento completamente diferente, porque él sí ha sufrido el exilio, él es de una generación mayor que la generación de la movida, entonces viene con cierto resquemor sobre esa parte de la sociedad que quiero olvidar. Dice, oye, pero cómo vamos a olvidar si yo me he tenido que exiliar, han matado gente, hay gente en las cunetas, cosa que ya Agustín Gómez Arcos hablaba en los años 80. Entonces, claro, hay como un cierto choque entre esa generación un poco que se siente olvidada y gran parte de la literatura de Gómez Arcos va por ahí, pero también es una literatura dura, pero optimista, es fatalista, Si todo va bien se estrenará en otoño en festivales y en 2025 en salas.

Hay películas que hacen que parezca que uno no está solo, que hay gente en otro lugar que piensa cosas parecidas y eso es bonito

P. Comenzamos esta conversación hablando de ese niño que soñaba con contar esta historia, la que sus padres le habían transmitido tantas veces sobre la noche del 23F. Has podido dirigir esa película y la has visto materializarse en pantalla ¿Alguien que lleva 20 años produciendo y dirigiendo cine en Andalucía solo puede ser un soñador?

R. Bueno, depende de cómo te lo tomes. Yo soy un gran amante del cine independiente y, sobre todo, me crié con el cine independiente americano de los años 90, con películas que se hacían con cuatro duros, que se presentaban en festivales y, si al final no las veía nadie, pues nadie las veía. Pero las primeras películas de gente como Jim Jarmusch, por ejemplo, yo qué sé, me marcó mucho cuando vi las primeras películas de Kevin Smith, de Richard Linklater, por ejemplo, gente que era capaz de expresarse y que si, no se les iba mucho la cabeza, asumían un modelo de producción asequible y bien dimensionado.

Entonces, nosotros en la productora hasta ahora hemos seguido un poquito esa máxima, intentar contar películas que sean importantes para nosotros, que sean honestas, que contemos desde el corazón, pero siempre nos regimos con un modelo de financiación o de producción que podamos controlar y eso también nos lleva a desarrollar el guión, la producción, controlar el montaje y hasta la distribución. También llevamos la distribución de las películas por festivales, por salas, porque nos gusta no terminar la película y lanzarla como a los lobos, sino como arroparla y defenderla. Y yo creo que, en ese sentido, hemos encontrado un modelo, no estoy diciendo que no queramos crecer o llegar a otros públicos o a otros territorios porque siempre es algo a lo que aspira, pero hasta ahora el tener esa pequeña infraestructura nos ha permitido, por ejemplo, sobrevivir en los años duros de la crisis, porque no teníamos un gran conglomerado de trabajadores, sino que realmente, en el fondo, éramos dos personas escribiendo nuestras historias e intentando contarlas cuando podíamos. 

Por tanto, sí que somos soñadores porque seguimos pensando que tenemos algo dentro que nos lleva a expresar y que creemos que puede conectar con alguien. Y si no tenemos más presupuesto, lo haremos con el que tengamos y si algún día tenemos la posibilidad de hacer algo de cinco millones de euros lo intentaremos contar, pero siempre desde nuestro lugar. 

P. En esta película ha entrado la Claqueta, una de las productoras “importantes” andaluzas. ¿Llegará el día en el que el cine sea una industria en el sur?

R. Sí, vamos, sin duda. Además, de hecho, la proliferación de festivales de cine, que aquí en Córdoba, por ejemplo, tenemos un festival que tiene tres años [la Semana de Cine de Córdoba], la aparición de premios como los que está haciendo la Academia de Cine de Andalucía, que bebe de todo ese trabajo previo que ya estaba haciendo ASECAN. La suerte que tenemos de que producciones nacidas en Andalucía hayan arrasado en premios, como por ejemplo el cine Alberto Rodríguez, producciones andaluzas que están viajando por el extranjero, como la película La espera de Javier Gutiérrez.

Yo creo que sí, que hay como cierto asentamiento o ha habido en estos años, incluso a nivel de formación de los técnicos, de cuando venían las producciones gordas de Hollywood a rodar aquí, nuestros técnicos podían formarse. También los productores andaluces nos hemos valido de esa experiencia para incorporar a nuestras películas y yo sí que noto que hay como mucha producción y más una cosa bonita que es que está dispersa, o sea, que no solo se concentra en Sevilla o en Málaga, sino hay gente que está, yo que sé, por ejemplo, Manuel Martín Cuenca, que está haciendo casi que una película en cada provincia andaluza, gente que está sabiendo reconocer el valor que tenemos en Andalucía.

Una película de La Claqueta como Secaderos, de Rocío Mesa, que se centra en la Vega de Granada. Creo que estamos abriendo la mirada e intentando hacer desde comedias a cine más de autor, que viaja por festivales, propuestas un poquito híbridas como las que hacemos nosotros o también el mundo del documental, que digamos que hay compañeros que están haciendo cosas estupendas.

Soy un gran amante del cine independiente americano de los años 90

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