Francisco Daroca: “Debería ser una norma obligada el tener balcones”
¿Cómo será la ciudad a partir de mañana? Si hemos sido más sensibles con nuestro entorno en las últimas semanas, la ciudad debería ser más amable de lo que lo era antes del 14 de marzo. Todos somos ciudadanos de a pie ahora más que nunca, por eso se asoma a esta charla de domingo un arquitecto que conoce cada milímetro de esta ciudad y que ha profundizado en los asuntos del espacio público, relacionados con los usos del suelo, la movilidad y, como no, la vivienda.
Francisco Daroca es doctor arquitecto, ex decano del Colegio de Arquitectos de Córdoba, redactor del Plan Especial de Protección del Casco Histórico y tres veces Premio Félix Hernández de Arquitectura, entre otros muchos méritos. Con el espacio urbano adaptándose para caminar o ir en bicicleta ¿serán estas unas medidas solo de distanciamiento social o también unas estrategias de recuperación a largo plazo? ¿La ciudad del futuro es una ciudad de proximidad y no una enorme urbe?
Con esta crisis hemos comprobado que el barrio es muy importante y que todo está a distancia peatonal: la farmacia, el mercado, el centro de salud… frente a otras cartografías que obligan a coger el coche para ir a por el pan porque no tienen comercio de proximidad.
La epidemia ha visibilizado que todo espacio potencialmente público es valioso y que cada segmento de población tiene necesidades propias. La asignatura pendiente a partir de mañana es que el impulso de una recuperación económica sea capaz de contar con la salud pública, reduzca la desigualdad y aborde la crisis climática.
P. El sociólogo norteamericano Richard Sennet sostiene que los problemas de salud pública fueron los que hicieron repensar la ciudad, porque las enfermedades afligían tanto a los ricos como a los pobres. Esto parece aplicable justo a este momento.
R. Totalmente. Es curioso, porque hay cosas que la memoria colectiva olvida o no conoce o le da una importancia menor, pero hemos tenido grandes pandemias a lo largo de la historia y han hecho repensar muchas cosas. No me gusta ser adivino, pero me da la sensación que hay cosas que se repensarán. La manera de convivir, sobre todo. Hay mucha inercia del pensamiento. Si hoy se acabará el confinamiento radicalmente todo el mundo intentaría tirar de la memoria anterior al 15 de marzo y por lo tanto, volveríamos a todas las circunstancias que nos gustaban. Entre ellas, por supuesto, las más frívolas, como puede ser ese deseo expresado de ir a tomar una cerveza con amigos, un derecho muy lógico. Pero si esto durara más tiempo y afectara a largo plazo al modo de interacción con otras personas puede provocar un cambio de la tipología urbana.
Si esto durara más tiempo y afectara a largo plazo puede provocar cambio de la tipología urbana
P. ¿Por qué?
R. Porque ya la calle no sería igual. Es como si la calle solamente fuera un ámbito de recorrido, no un ámbito de relación. Y entonces posiblemente, y esto no deja de ser una aventura teórica, el beneficio podría ser un ámbito que me recuerda algo a la casa de vecinos con un gran espacio libre. Quiero decir, una especie de ínsula de valores acotables donde una determinada sociedad es capaz de convivir y de convivir también con una parte de aire libre, de vegetación, del paraíso metido dentro de la casa como era el patio. Hoy todo el mundo anhela poder vivir en una casa con parte libre o de jardín y no todo el mundo lógicamente va a poder, pero sí sería posible encontrar fórmulas donde haya una relación social con funciones muy básicas y muy cotejables. Porque si no fuésemos capaces de erradicar la pandemia, pues tendríamos sitios acotados donde es más fácil controlar a grupos de veinte familias, que no todos dispersos en una calle, ¿me explico? Sería la recuperación de la tipología de las casas del vecinos con espacio libre comunitario. Ese sería como un modelo rescatable.
P. Se habla mucho últimamente de urbanismo táctico ¿Qué significa?
R. Pues no sé, porque se inventan palabras continuamente con todo. Urbanismo táctico imagino que se refiere a buscar fórmulas que ayuden a unas determinadas funcionalidades. Quizás yo sea un poquito reacio a utilizar nuevos conceptos que no se sabe bien adónde van. Puede que haya una intención de mayor ocupación del suelo, que es una una tendencia natural. Ahora mismo todo el mundo desearía bajarse de un gran bloque a una expansión más horizontal. Da igual cómo sea la tipología edificatoria, pero sí creo que no debe ser excesivamente densa. Por ejemplo, una torre con doscientas familias me parece una locura. Ahora, un sitio de diez, veinte familias con mucho espacio libre me parece bien. El urbanismo que ayude a buscar esa tipología pudiera ser lógico. No sé si eso tiene que ver algo con lo táctico o no.
La tipología de las casas de vecinos con espacio libre comunitario sería un modelo rescatable
P. El parámetro de la salud se ha incorporado por sorpresa a los planes urbanísticos ¿La arquitectura y el urbanismo modernos pueden contribuir a evitar futuras pandemias?
R. Bueno, a través de algunas fórmulas, sin duda. He mencionado que se podrían introducir ínsulas en el sentido de que sean bloques con resolución interna de muchas funciones y digamos, sustraerle a la calle parte de su contenido para llevarlo a estas ínsulas que entonces serían controlables. La arquitectura es un medio físico para que habitemos, por lo tanto, nuestra manera de vivir nos la va a condicionar muchísimo. Creo que dentro de ese urbanismo táctico, podrían tomar importancia los espacios intermedios que solventen la relación entre un interior individual y un exterior genérico. Ese espacio intermedio donde empieza a haber un contacto ya con el exterior, un contacto de relación social con una medida cautelosa. Algo así podría colaborar positivamente a unas mejores condiciones de salud.
P. De hecho, la arquitectura y el urbanismo también pueden contribuir a reducir la contaminación atmosférica, algo que ha tenido una correlación con las muertes por COVID-19.
R. La pandemia nos ha espabilado a todos. No nos dábamos cuenta de que caminábamos de una manera muy acelerada hacia una situación de búsqueda de material, incluido aquí el bienestar. La arquitectura tiene una labor que tiene que ver con lo climático también. No cabe duda que la paralización de nuestra dinámica ha favorecido y favorece algunos aspectos. Sería una pena tirarlo todo otra vez por la borda. O sea, ¿qué significa esa ganancia? tenemos que valorarlo. Me da la sensación, y que nadie me llame retrógrado, como si hubiera, sin darnos cuenta, una vuelta a los comportamientos de los años 50 y 60, que eran mucho más tranquilos, de relación peatonal, de una búsqueda de un ámbito de comportamiento estrictamente necesario.
La gran urbe no es tan necesaria como dicen, ¿no? Y bueno, para algunos es muy necesaria para ir a la ópera y para ir a grandes restaurantes. Pues sí, posiblemente la ópera se puede disfrutar de otra manera y la buena comida también se puede disfrutar de otra manera. Yo no digo que no vuelvan esas cosas, pero podemos valorar que nuestras necesidades de comportamiento vital se resuelven en ámbitos mucho más pequeños. Curiosamente, poblaciones pequeñas no han tenido pandemia. Hay muchas en el territorio nacional, en Andalucía hay varias. Pues eso no quiere decir que haya que establecer una frontera, una pena, porque parece como un detrimento de las libertades conseguidas, pero sí unos comportamientos un poquito más cautelares y más sencillos.
Me da la sensación (...) como si hubiera una vuelta a los comportamientos de los años 50 y 60, que eran mucho más tranquilos, de relación peatonal
P. ¿Diría que las grandes ciudades están o han estado sobrevaloradas?
R. Sí, porque sobre todo desde la Segunda Guerra Mundial para acá, que tiene períodos muy buenos y tiene hallazgos fantásticos en un periodo de la humanidad de un crecimiento extraordinario, donde todo está combinado. Yo creo que, de alguna manera, ha habido una valoración muy potente del capital. El prototipo o el estereotipo del hombre de mediana edad que tiene que conseguir dinero sí o sí ha hecho que se valore muchísimo la gran urbe como el escenario más adecuado para conseguir esa meta y para tener una vida social llena de grandes pasiones. Pero también tiene muchas cosas en contra, como las concentraciones de la transporte público y privado, la conservación, su consumo ecológico, que es bestial.
La gran urbe es como una especie de gran corte donde parece necesario verse y dejarse ver. Yo creo que, en realidad, podemos conformarnos con unos comportamientos más suave de ciudades medias que favorecen e incluso facilitan una manera de vivir. Creo que, por ejemplo, los cordobeses estamos mejor que los madrileños estos días. Y si me apuras, en una aldea de la Subbética, mejor todavía. Pero bueno, no quiero ahí establecer valoración porque cada uno valora lo que quiere, pero sí creo que están sobrevaloradas las grandes ciudades. Y ya las megalópolis de América y Asia me parece algo enloquecido. Nueva York, por ejemplo, tuvo una respuesta lógica a un comportamiento del siglo XX, pero ya la ciudades asiáticas y centroamericana desorbitadas son como una especie de carrera que no se sabe por qué. No sé por qué tienen que concentrarse veintitantos millones de personas a vivir juntos.
P. Recuperar las aceras y las calzadas para peatones y ciclistas ¿es algo que ha llegado para quedarse
R. Yo tengo la sospecha, en esa especie de futurible sobre la ciudad, de que va a haber más diferenciación y que finalmente más sitios van a ser peatonales, a lo mejor con alternativas a la bicicleta, y otros van a ser para un circuito de velocidad, que disminuirán su cantidad, con accesos contados de la cochera o para poder llegar a tu casa con la compra, pero, en general, yo creo que se van a diferenciar grandes arterias para las grandes movilizaciones vehiculares y muchas de ellas ganadas para el peatón. El dominio de los años cincuenta que te decía antes, que soy tan viejo que lo llegue a ver. Entonces escuchar en la lejanía una bocina era una cosa muy exótica.
La gran urbe no es tan necesaria como dicen, ¿no?
P. Cada lugar tiene su propia idiosincrasia y los ayuntamientos están adquiriendo una importancia crucial en la desescalada ¿Córdoba tendrá capacidad para diseñar una estrategia rápida y duradera en torno al urbanismo y la movilidad tras esta crisis?
R. Córdoba tiene una tamaño ideal para hacer algunos experimentos porque tiene las condiciones de una urbe de cierto tamaño y posibilidades, pero también tiene algunos de sus valores parciales muy de pueblo grande, que también está bien. Entonces, Córdoba tiene su identidad, sobre todo, en la ciudad histórica que ha vivido durante dos mil años por la que nos reconoce todo el mundo y donde todos depositamos nuestro ideario. Pero después tiene también muchas sub-Córdobas, que de algún modo están resolviendo parcialmente valores de barrio o de pequeña ciudad. Yo creo que puede ser una ocasión para que se investiguen y se ensayen alguna cosas, entre ellas la valoración del callejero, del espacio público, de los sitios que sean posibles de cierta concentración o no y, sobre todo, volver a seguir poniendo en carga su magnífica arquitectura, de la que es referente internacional.
P. Las aceras ya han cobrado una nueva dimensión. ¿Los planes de ampliar terrazas y veladores en aceras para paliar el efecto de la crisis provocada por la pandemia limitarán al peatón?
R. Depende de cómo se dicten las normas de comportamiento en estos recintos. A lo mejor donde antes se sentaban sesenta personas ahora se pueden sentar veinte, no lo sé, esto depende en qué derive. Si fuera así posiblemente se colonizaría más todavía el espacio público, pero no estoy tan convencido de que haya una tendencia enorme a ese tipo de consumo, a ese tipo de utilización, no estoy tan convencido. Sí una cierta espacialidad si durante mucho tiempo tenemos que movernos con separaciones y distancias, pues el espacio público se hace pequeño. Así que dividiendo bien entre lo que es del vehículo y lo que es del peatón no hay que preocuparse de nada más.
Creo que se van a diferenciar grandes arterias para las grandes movilizaciones vehiculares y muchas de ellas ganadas para el peatón
P. En estos días muchos hemos pensado que el espacio y la amplitud en una casa no debería ser un lujo. Supongo que los arquitectos también habréis reflexionado sobre la tipología de las viviendas ¿Todas las que se construyan deberían tener balcón a partir de ahora?
R. Me atrevería a decir que debería ser una norma obligada el tener balcones. Todos hemos cometido errores al diseñar viviendas. Buscar para cada vivienda esa especie de salida al exterior evitando por normativa que se cierren y habría que buscar espacios de grandes galerías, patios, espacios de grandes esparcimientos donde cada núcleo se relacionaría. Esto ya se ha hecho, incluso en Córdoba, con viviendas en donde los talleres de trabajo están abajo y las viviendas arriba y no hace falta salir a la calle para ir a trabajar. Solo sales porque quieres.
Con respecto a las nuevas tipologías de vivienda nos movemos en el terreno de la aventura futurible, pero como te comentaba antes tengo cierta sensación de que la bonanza de un espacio en relación con el mundo exterior, me refiero al mundo de lo natural, del aire, de la vegetación, de la tierra, del agua, etcétera, va a ser requerido en contra de una espacialización del interior de la vivienda. Como si la gente fuera capaz de renunciar a espacios estancos, digamos, por espacios movibles, intercambiables en el sentido de su funcionalidad. Una recomposición del núcleo de las necesidades perentorias de cocinar, de aseo y de dormir. En un futuro quizás se pierda aquí espacio por economizar y se gane en espacios intermedios de grandes terrazas, de sitios de patio, jardín… esa especie de ínsulas donde la gente sea capaz de relacionarse y de relacionarse con el mundo natural y darle menos importancia a la espacialización del interior de la vivienda.
Córdoba tiene una tamaño ideal para hacer algunos experimentos
P. Usted fue decano del Colegio de Arquitectos (2002-2005) y redactor del Plan Especial de Protección del Casco Histórico de Córdoba. Por tanto, conoce muy bien esta ciudad arquitectónica y urbanísticamente ¿Lo que nos define en este campo es el sistemático incumplimiento de las normas?
R. Tienes razón. Yo me acuerdo que cuando pasamos a una situación democrática, uno de los anhelos que teníamos los jóvenes de entonces era llegar a una sociedad que fuera capaz de dotarse de la suficiente legislación para que tuviera un marco de comportamiento de derechos y deberes. Ya no cabía el capricho ni el amiguismo ni la asignación a dedo ni la ocurrencia. No quiero decir que antes no hubiera habido momentos en Córdoba con alcaldes que han sabido articular la normativa y el urbanismo de una manera muy acertada, muy adecuada. Lo que pasa es que, claro, llega un momento en que se hizo la vista gorda con la ocupación de toda la Vega del Guadalquivir, con toda la parcelación ilegal. Comprendo que es como una especie de invasión contra la que era difícil luchar, pero tampoco hubo espíritu de lucha. Casi si me apuras, se ayudó a que eso sucediera. Ahí se ha hecho quizás un poquito de traición a dos cosas, uno a la calidad de la ciudad y dos a la equivalencia de obligaciones y deberes. Si todo el mundo está obligado a pagar licencias e impuestos, todo el mundo debería hacerlo. Muchas veces las clases menos favorecidas necesitan determinada ayuda, pero creo que hay un mecanismo dentro de la legalidad para conseguirlo.
Y con respecto al comportamiento en el Casco Histórico, muchas veces me dicen que no se comprende cómo se hace tal cosa o tal otra en el casco y yo siempre digo, pues eso está en la normativa. Entiendo que para el Ayuntamiento no debe ser fácil conseguir que eso se cumpla. Y es el afán desmedido por el negocio económico que traiciona muchos espíritus. Estoy convencido, y lo puedes ver en algunos sitios que están llevados ejemplarmente, que respetando la normativa del Plan Especial sigue funcionando el engranaje socioeconómico y siguen respetándose los valores de la ciudad que se están traicionando y que están matando a la gallina de huevos de oro.
Francisco Daroca, arquitecto | ÁLEX GALLEGOSComprendo que [las parcelaciones en la vega del Guadalquivir] son una especie de invasión contra la que era difícil luchar, pero tampoco hubo espíritu de lucha
P. Incluso si solo miramos a lo económico el cortoplacismo de esta actitud no ayuda a la regeneración de la ciudad.
R. ¿Cuánto valor tiene la casa patio en Córdoba? Bueno, pues tú sabes que hay una normativa en el casco histórico donde no se puede eliminar una sola casa patio. Y si tú tienes que hacer una nueva casa, ésta tiene que ser una casa patio. Está prohibido dedicarla al cien por cien a una actividad que erradique al habitante, al que la vive. Sin embargo, el efecto de mancha de aceite que hace la Mezquita hace que vaya desapareciendo, que vaya erradicándose totalmente la casa patio porque se ocupa para vender chucherías y complementos para turistas. Además, hay que echar al habitante porque me ocupa sitio y quiero tener todo aquello para tienda y almacén. Entonces, si esto se respetara, que está en la normativa, ya tendríamos un punto dado.
Otra normativa dice que no puede haber ningún cartel de local comercial que tenga más de cincuenta centímetros de tamaño y, además, se indica que deben estar puestos en el escaparate, sin sobresalir, y si sobresale que solamente sea una pequeña banderola. Si esto se respetara, esa calle Velázquez Bosco estaría remediada. Esa calle Deanes, que parece un circo barato, estaría remediada. Pero comprendo que debe ser difícil llevar a esa disciplina. Fíjate, hay que ejemplo muy sencillo, Vejer de la Frontera [Cádiz]. Allí parece que hay un alcalde que tiene cabeza y fíjate como Vejer bulle, tiene una actividad socioeconómica bestial, pero no hay nada que meta la pata. Allí se ha respetado el paisaje urbano que tenía Vejer antes.
P. Vejer denota el amor de sus vecinos por el pueblo.
R. Claro, pero es que las autoridades tienen que saberlo fomentar. Es que somos todos. Es que parece que solamente los que mueven la economía son los que tienen derecho a no hacer caso. Pero a lo mejor resulta que mueve la economía también estupendamente el señor que mantiene su casa patio.
En el casco histórico es el afán desmedido por el negocio económico el que traiciona muchos espíritus
P. ¿Recuperaremos la vida no turística en el casco histórico?
R. Yo tengo esperanzas de que no se pierda y es importante que no desaparezca el medio físico. Tener protegido la mayoría del caserío hace difícil que desaparezca. Lo que ocurre es que se tapan patios, se estropean las condiciones de tipo morfológico, ese proceso sí que es un cáncer, eso sí que una pandemia. Lo que se puede hacer es ir rescatando poco a poco, cuando algo se mueve dejar claro lo que se puede y lo que no se puede hacer.
P. ¿Por qué Córdoba tiene tan escasa cobertura vegetal?
R. Todo es un proceso difícil. El Ayuntamiento no quiere tener árboles que se le caigan las ramas y que dañen a las personas porque eso vale muy caro. Y además es más fácil no tener que mantener. Pero no cabe duda de que es un bien congénito a nuestra manera de vivir.
P. La mala calidad atmosférica que tiene Córdoba también daña a las personas, al igual que el sol de plano que cae durante muchos meses del año, pero eso parece importar poco.
R. La vegetación es un bien necesario y útil, totalmente. No hay mejor sombra que la de los árboles. Además, deberían aprender cómo se hacen palios completo con la podas, para dar sombras. En ciudades como Burgos, donde menos se necesita, esto se hace habitualmente. Cómo podan los plátanos, haciendo un auténtico techo verde durante el verano, que es maravilloso. Claro que cuesta un poquito de más dinero, pero yo creo que es necesario que se apueste por ello y se tiene que dotar a la ciudad de muchos más árboles. Desaparecen mucho árboles y, además, se conceden licencias en la zona del Brillante a nuevos negocios y se deja que se asfalte y se le ponga solera de hormigón de cabo a rabo. Ni un centímetro cuadrado para verde. Tiene que habilitarse ya un plan especial para la zona de El Brillante donde se dicte como obligatorio un determinado porcentaje de vegetación. Es que es un pulmón de la ciudad. Ese proceso donde la sensación de que pisar sobre duro es proporcional al dinero que se ingresa yo creo que es un error de cultura, tenemos muchos retraso en ese sentido.
Parece que solamente los que mueven la economía son los que tienen derecho a no cumplir la norma
P. ¿Es un error de los políticos, de los técnicos o también de la ciudadanía que no demanda algo tan importante como la vegetación en su ciudad?
R. Sí, tenemos mala fama los arquitectos. Dicen que nos gustan las plazas duras.
P. Y el granito.
R. Es verdad que ha habido un cierto furor, depende de la cualificación del sitio, ¿no? En el Plan Especial del Casco Histórico decíamos que donde cupiera que se plantaran árboles. Y hay muchos sitios donde se están haciendo y en muchos sitios que no. Yo creo que de todo hay. También hay muchos técnicos de la Gerencia que se preocupan por una cierta calidad urbana y no olvidan estos aspectos. Pero, es curioso que hemos complicado tanto el subsuelo que ahora de nuevo no se pueden plantar árboles porque cuando no te topas con unos tubos de desagüe, te topas con uno de agua y cuando no, con uno de Telefónica. Creo que sí debiera de ponerse también como una actitud obligada, con ganas de hacer la ciudad más verde.
Se tiene que dotar a la ciudad de muchos más árboles
P. Has nombrado a lo largo de esta entrevista en varias ocasiones a los patios de Córdoba. Se me viene a la cabeza un proyecto que personalmente me parece admirable: Pax Patios de la Axerquía ¿Esta nueva situación podría ser un momento oportuno para apoyar municipalmente a esta iniciativa de recuperar patios a través de cooperativas de vivienda?
R. Sí, totalmente. Yo creo que además hilvana con la fórmula que yo te decía que ahora es posible recuperar casas de vecinos. Tiene muchos inconvenientes, esta tipología posee una normativa muy exigente que yo matizaba, se tiene que relajar. Excepto las condiciones de seguridad y habitabilidad, se tienen que relajar muchas cosas. Si yo no tengo a nadie enfrente, pues no sé por qué mi patio tiene que medir tanto. Yo creo que en PAX hay muchas fórmulas que desde el Plan Especial se vienen dictaminando y que deben de facilitar esta solución y volcarse otra vez en recuperar un sitio que no se consiguió en esa especie de lucha de poderes que hubo. Tuve la oportunidad de coordinar durante un par de años el Área de Rehabilitación de la Axerquía Norte, donde participaba la Junta de Andalucía y Ayuntamiento, y, excepto en la inauguración conjunta, era muy difícil coordinar las voluntades de ambos estamentos. Todo esto es una imbecilidad para el ciudadano que lo único que quiere es que aquello prospere. Es que además estas luchas no dejan de ser como derivadas de proyecciones individuales. Es como si uno en vez de ir al psicólogo cogiera el poder y se volcara ahí. Esto es algo para todos y ahí cabe la intervención pública para coordinar puestas en valor de auténticas casas patio, casas de vecinos, con todos los valores que antes he mencionado.
P. En Córdoba, como es pauta en el resto de los sectores, ¿los arquitectos también son muy conservadores?
R. Bueno, yo creo que la arquitectura excepto en un extremo rancio y en otro extremo hipermoderno, se mueve en unos comportamientos que tienen una cierta lógica en general. Donde más que lo estilístico y la temporalidad tiene que ver la calidad. Y digamos que ahí es donde deberíamos todos exigirnos dar el do de pecho, dar una calidad. Córdoba tiene buena arquitectura y ha tenido una buena arquitectura no sólo histórica, sino incluso en todo el siglo XX. Quizás, hay un cierto momento más débil, donde no aparecen profesionales de una gran categoría, pero sobre todo porque la promoción no se vuelca en esa calidad. Esa especie de fe que tenían algunos promotores en su momento, por ejemplo, cuando a Rafael de la Hoz se le hacen encargos como auténtico acto de fe porque se sabía que iba a dar la respuesta que se necesitaba para Córdoba. Se dieron pasos positivos, de adelanto y de cierta modernidad. Hoy día lo veo todo más descafeinado.
La tipología de la casa de vecinos posee una normativa muy exigente que yo matizaba, se tiene que relajar
P. Córdoba 1950. Rafael de la Hoz como motor de la Modernidad, el libro fruto de su tesis doctoral apareció poco antes de que se desencadenara esta crisis.
R. Pues sí, en la Librería Luque apareció en el escaparate justo diez días antes de la crisis. Allí está descoloreándose. Me alegraría mucho que se conociera y que a la gente le gustara.
P. ¿Qué enseñanzas nos llegan hoy de una figura de modernidad como Rafael de la Hoz?
R. Bueno, destacaría una actitud de preocupación por una determinada calidad. O sea, que te encarguen un hospital [en referencia al Hospital provincial de Córdoba] y te preocupe saber cuáles son los hospitales más señeros en el mundo y consultes con la jefatura de casi todos los hospitales de España significa una preocupación. Y observar cómo debe funcionar y asegurar la calidad, eso es arquitectura. Arquitectura no es el formalismo. Creo que esta crisis va a provocar la desaparición del divismo en la arquitectura. Esta disciplina sale con una respuesta ética que no está persiguiendo una estética. Esa ética de compromiso profundo se ha debilitado mucho. El saber cuál es el bienestar del ciudadano, saber cómo mejor ofrecer una determinada función, una calidad ambiental, eso en favor de un formalismo frívolo y superfluo es lo que ha pasado y que creo que va a desaparecer lo primero.
Creo que esta crisis va a provocar la desaparición del divismo en la arquitectura
P. De hecho, Rafael de la Hoz es un buen ejemplo de ello. Transformó esta ciudad hace medio siglo.
R. Además dándose cuenta que había que implicarse con otras artes. Se relacionó con la gente de pensamiento de la ciudad. Supo hilvanar con Equipo 57, con Grupo Cántico, con Castilla del Pino, Tomás Egea, Antonio Povedano… quienes eran las voces del arte, la literatura y el pensamiento en Córdoba y trabajar en una manera de mostrar las cosas. Influyó como muchos otros en que esa década tuviera un peso cultural que ahora echamos de menos.
P. Dijo en la presentación del libro que esta ciudad tenía una deuda pendiente con De la Hoz. Quitar una de sus celosías de la Mezquita no creo que sea una buena manera de mostrarlo.
R. Creo que el tema de la celosía no es el ejemplo que relaciona a De la Hoz con la ciudad porque son otros factores los que inciden ahí. Sí, por ejemplo, han desaparecido, y algunos recientísimos, locales comerciales diseñados por De la Hoz que eran de una gran categoría.
P. ¿Cómo cuáles?
R. El banco que había en las Tendillas esquina con la calle Gondomar [el antiguo Banco Central], donde han puesto una tienda y se ha perdido todo su planteamiento inicial, su concepción de una fachada hecha con perfiles metálicos, estructurales, con un interior dispuesto en entreplantas y una relación con el exterior muy transparente gracias a una estructura metálica y vidrio. También ha desaparecido una oficina en un bloque que firmó De la Hoz en la calle Cruz Conde, la papelería San Álvaro en esta calle, que era una joya, o el Banco Coca, en Ronda de los Tejares, en el edificio Regina. Sin embargo, siento que sí existe una cierta memoria sobre Rafael de la Hoz en la ciudad.
P. ¿Pero por qué no hemos sabido proteger ese patrimonio arquitectónico, por ser contemporáneo?
R. La Gerencia de Urbanismo tiene una catálogo de edificio protegidos y para proteger entregado en 2014 y todavía no ha tenido a bien considerarlo ni aprobarlo. Edificios de gran valor que no están protegidos ¿Por qué no lo hacen? ¿Es un problema económico? ¿De conveniencia? ¿Cuáles son los mecanismos que tiene una Gerencia Municipal para no aprobar un catálogo redactado hace seis años? No se puede entender. No hay ninguna ciudad del calibre de Córdoba en toda España que no tenga un catálogo que proteja a los edificios. Hay edificios muy señeros que no están protegidos municipalmente, tal vez sí por la Junta de Andalucía, pero no por la ciudad.
La Gerencia de Urbanismo tiene una catálogo de edificio protegidos y para proteger entregado en 2014 y todavía no ha tenido a bien considerarlo ni aprobarlo
P. ¿Cómo cuáles?
R. Por ejemplo, el Hospital Provincial. Si lo quisieran tirar, podrían derribarlo. No existe una figura de protección municipal, por tanto se podría hacer. En el Registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea Córdoba es la segunda provincia con más elementos de arquitectura contemporánea, después de Sevilla, por su riqueza de arquitectura del siglo XX, seguramente acentuada por la presencia de La Hoz. Pues bien, esa arquitectura no está protegida. Aunque esté registrada en la Consejería de Cultura, pero en un registro que no tiene categoría contra la desaparición, que no tiene suficiente valor legal hasta que la Gerencia no apruebe el catálogo que tiene con 300 elementos. Y está en un cajón, no se explica. Por eso están desapareciendo locales y edificios de mucho valor que están fuera del casco, sobre todo, porque el casco sí tiene su catálogo al estar protegido. Pero toda la periferia municipal está sin una regulación normativa sobre el tema. Y la Gerencia solo tiene que decir que se aprueba y ya está.
P. Estos hechos hablan por sí solos. Dice poco bueno de la sensibilidad de esta ciudad hacia su patrimonio más contemporáneo.
R. No sé si es desidia o falta de nivel cultural. El mundo de la arquitectura está muy olvidado desgraciadamente. Nos hemos conformado con la Mezquita y Medina Azahara y parece que todo lo demás no importa. Siempre digo que Córdoba es desconsiderada con su momento contemporáneo. Dio la sensación de que Córdoba después del Barroco sintió que no merecía la pena seguir viviendo.
Si quisieran derribar el Hospital Provincial podrían hacerlo. No existe una figura de protección municipal
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