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Fran Ruiz: “Ganarse la vida en el voleibol no está al alcance de todo el mundo”

Entrevista N&B a Fran Ruiz, jugador de voleibol

Jesús Ventura / FOTOS Y VÍDEO: MADERO CUBERO

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Volver a tu casa siempre es necesario, más aún cuando has estado veinte años persiguiendo un sueño que has ido cumpliendo a base de trabajo y esfuerzo. Para llegar a ser deportista profesional no solo basta con tener un talento natural, sino que hay que ganárselo día a día, además de aprovechar todas las oportunidades que puedan llegar. De hecho, esta es la filosofía de este protagonista, que comenzó a desarrollar su actividad deportiva de forma prematura e incluso comenzó a llamar la atención de equipos lejos de la provincia de Córdoba, aunque siempre tuvo claro lo que quería hacer.

Fran Ruiz es un jugador profesional de voleibol que ha ganado una Superliga, tres Copas del Rey y dos Supercopas de España, además de una Copa y una Supercopa de Chipre. Por ello y gracias a su trayectoria, ligada tanto al ámbito nacional como al extranjero, se ha ganado el título de mejor profesional cordobés de esta disciplina en toda la historia. Aun así, sus inicios fueron como los de cualquier persona, ya que se “enamoró” del voleibol gracias a su hermana que, con tan solo cinco años, le enseñó la pelota y, desde ese momento, ya supo que este deporte era única y exclusivamente para él.

Formado en las categorías inferiores tanto del Adecor como del Colegio Virgen del Carmen, Fran Ruiz comenzó con los entrenamientos junto a los equipos femeninos de la ciudad de Córdoba que, por aquel entonces, había dos en la máxima categoría del voleibol femenino a nivel nacional. Esta posibilidad trajo consigo una mejoría que pronto la pudo plasmar en Andújar, cuando este equipo jienense se interesó por sus servicios aunque, por aquel entonces, tan solo tenía doce años. No tuvo dudas y 20 primaveras después puede decir que sigue dedicándose en cuerpo y alma al voleibol. Aun así y tras cinco temporadas en el extranjero, Ruiz vuelve a España para jugar en el Unicaja Almería, club al que considera su “segunda casa”. Por tanto y aprovechando el periodo vacacional, el mejor jugador de la historia del voleibol cordobés ha atendido a CORDÓPOLIS con una energía y una ilusión propia de alguien que acaba de empezar en esta disciplina.

PREGUNTA. Vuelves a Andalucía después de cinco años en el extranjero. Tendrás ilusión, imagino.

RESPUESTA. La verdad es que ha sido, desde el momento que Unicaja hizo oficial el fichaje, como una ola de sentimientos, de sensaciones y de recuerdos. La verdad es que es el momento perfecto de mi carrera para volver a mi país y, sobre todo, a Andalucía. La verdad que muy contento porque he recibido mucho apoyo y mucho cariño que me servirá para coger la temporada con aún más ganas.

P. Vuelves a casa. Ya estuviste antes de irte al extranjero.

R. Es como tú has dicho, es mi casa. Es mi segunda casa. Esta es la tercera vez que vuelvo porque estuve justo la primera vez que salí de Córdoba. Después empecé a viajar a Teruel o Sevilla, recaí de nuevo hace cinco años atrás y esta tercera vez que vuelvo será por todo lo alto y a disfrutar sobre todo.

P. Antes de seguir con la actualidad, ¿cómo fueron tus inicios en el voleibol?

R. Mis inicios fueron gracias a mi hermana. Yo empecé con cinco añitos, ella tenía diez y hacía voleibol. Cuando a ella le tocaba entrenar, le cogía de la mano, nos íbamos al patio del colegio y fue como un amor a primera vista cuando vi la pelota. Sentía que era parte de mí. Y la verdad que era muy pesado porque todos los días, por la mañana, por la tarde, con un globo, con un balón... Poco a poco fui viendo que era mi cosa, era mi deporte y la verdad que, hasta día de hoy, no he hecho otra cosa que no haya sido eso. Estoy muy contento.

El dinero en el voleibol es lo que mueve todo

P. ¿No tocaste otro deporte?

R. Nunca, jamás. Probé un poco de atletismo cuando estaba en el colegio porque mi profesor quería que probase, ya que era un chico rápido y explosivo, pero yo cuando vi por primera vez la pelota decidí que era mi deporte y no quería hacer otro. Solo he hecho voleibol.

P. Al final, lo explosivo lo has trasladado al voleibol.

R. Era mi deporte. Yo sentía que todo lo que tenía dentro de mí era perfecto para el deporte que he hecho y la verdad que no me arrepiento para nada.

P. Has dicho que fue un amor a primera vista, pero, ¿dónde empezaste a desarrollar tu juego?

R. Mi carrera ha sido un poco estrambótica. Por mala suerte, el voleibol masculino en Córdoba prácticamente no existe. Es cierto que ahora, poco a poco, va creciendo. Mi carrera fue entrenar aquí con los equipos de Superliga, cuando estaba Adecor y Cajasur. Yo siempre he entrenado con chicas hasta los diez años que Andújar me dio la posibilidad de jugar allí con chicos, el voleibol masculino. A partir de aquí, todo fue subiendo y subiendo. Yo no era consciente, yo solo iba detrás de la pelota. Ahora cuando soy más mayor soy consciente de todo lo que he hecho, pero no me arrepiento de nada.

P. ¿Cuándo fuiste consciente de que podías dedicarte a esto profesionalmente?

R. Pues la verdad es que, desde pequeñito, yo tenía claro que quería ser jugador de voleibol. No sabía si al máximo nivel o un nivel medio, pero lo que yo sabía es que me quería dedicar todos los días de mi vida al voleibol. Sí es verdad que no ha sido un camino fácil, pero cuando uno lo tiene en la cabeza y solo tiene ese objetivo, pues fui detrás de él. La verdad es que yo fui muy pesado y he estado en todos los sitios que me han permitido jugar y me han querido.

Hasta los diez años solo entrenaba con chicas

P. Te fuiste con doce años de casa. ¿Cómo fue esto para ti y tus padres?

R. Fue muy duro. Ahora que vuelvo de tantos años fuera de casa, pues recuerdo esos momentos de cuando yo salí y me emociono. Cuando yo me fui con doce años lloraba mañana, tarde y noche porque echaba de menos mi casa, mi madre, mi hermana... Al final yo siempre lo digo, el tren pasó y yo lo quería coger porque era mi sueño, pero fue muy duro hasta que me acostumbré a estar solo, a hacer mi vida solo. A día de hoy, soy la persona que soy gracias a eso y a ese tren que pasó muy pronto, pero no me arrepiento. Estaba escrito para mí.

P. Has repetido varias veces que no te arrepientes de nada. Tus decisiones estaban claras.

R. Sí. A mi siempre me gusta recalcar pequeñas cosas porque al final la gente se piensa cosas que no son. Para dedicarte a esto lo tienes que tener muy claro porque el deporte de alto nivel no es nada fácil. Es como una sensación de que no me arrepiento porque sé lo que me ha costado y sé por lo que he pasado. A día de hoy veo esos frutos y ese cariño al volver a España como te he dicho antes y es como un subidón de emociones. Me siento orgulloso de mí mismo porque sé todo lo que me ha aportado el voleibol en mi vida.

P. ¿Qué le dirías a ese Fran Ruiz de doce años?

R. Le diría muchísimas cosas, pero, sobre todo, que estoy muy orgulloso de él por no haber tirado nunca la toalla a pesar de tener momentos muy duros. La gente se piensa que esto es todo un camino de rosas. Le diría que estoy muy orgulloso de él y que siga en esa línea hasta que el cuerpo aguante.

P. Saliste con doce años dirección a Almería.

R. En primer lugar, mi primera salida fue a Andújar, que fue mi primer contacto fuera de casa. Estuve dos años e iba cuatro veces en semana a entrenar. Mi padre me llevaba y me traía. Aunque realmente mi primer paso fuera de casa fue Almería. Estuve dos años jugando en el Univoley, después se fusionaron en la tercera temporada y ya pasé a jugar con el Unicaja. Ya empecé a ir a la selección permanente y a Sevilla. Ya fue todo uno detrás de otro.

P. ¿Fue muy rápido tu crecimiento hasta llegar a la élite?

R. No, pero porque yo siempre he sido una persona que me ha gustado ir paso a paso. Yo siempre he tenido la posibilidad de dar grandes pasos, en el sentido de jugar en equipos buenos, jugar con jugadores que, en aquella época, eran de nivel alto: jugaban en la selección o en el extranjero. Pero yo siempre he tenido claro que quería jugar porque yo pienso que uno mejora técnicamente y mentalmente en el campo. Siempre he querido ir paso a paso, poquito a poco y creo que no me he equivocado.

La grave lesión que tuve fue como un aprendizaje

P. Antes de irte al extranjero y después de tantas experiencias a nivel nacional, ¿es complicado ganarse la vida dentro del voleibol español?

R. Sí. El voleibol no es un deporte número uno en España. Se puede vivir, se puede llegar a ganar un buen dinero, pero eso no está al alcance de todo el mundo porque el voleibol no es mayoritario. Entonces, meter a los niños desde pequeñitos para enseñarle y demás, pues es difícil, pero sí que es verdad que, a pesar de que no se vive igual que el fútbol, sí que, si alcanzas cierto nivel, ganas tu dinero y a día de hoy no he trabajado en otra cosa que no haya sido el voleibol.

P. En Córdoba hubo hasta dos equipos en Superliga femenina y ahora hay muy poco voleibol cordobés. ¿Por qué antes Córdoba estaba tan alto y ahora no?

R. Eso mismo quisiera saber yo. Cuando vuelvo de fuera que estoy de campus y voy a ver al Adecor al pabellón, veo que hay mucho talento, mucha materia, pero al fin y al cabo las instituciones, los sponsors o básicamente el dinero es el que mueve todo. Es el que te permite ir allí, ir ahí o tener cosas para hacer crecer a los jugadores. Pienso que poco a poco se está consiguiendo. Poco a poco están entrando entrenadores que inculcan a las niñas de lo que realmente es el voleibol. El voleibol no es venir a jugar una pachanga con tus amigas, hay que ir a entrenar. Creo que esta es una carrera de fondo muy lenta, pero creo que vamos por el buen camino y yo en todo lo que pueda ayudar, lo haré.

P. Materia hay como ya hemos visto con Raquel Montoro.

R. Sí. Poquito a poco van saliendo niñas y desde jóvenes ya se van viendo que pueden ser muy buenas. Pero también es muy importante que desde que son pequeñas hasta que den ese paso a la élite pues hay que tener muy buenos entrenadores, entrenar bien y que, sobre todo, tengas todo bien enfocado porque si ahora tu cabeza está ahora sí, ahora no, pues empiezan los problemas. Pero sí es verdad que, poquito a poco, vamos por buen camino.

P. Saltando un poco al ámbito nacional, ¿cómo ves el voleibol español actualmente con respecto a tu primera época?

R. Cuando yo empecé en Superliga, y ahí no era el momento bueno, pero cuando yo jugaba en Almería en la época que era cadete-juvenil y este equipo sí era muy fuerte cuando estaban los clubes como Las Palmas, Unicaja... Habían equipos y jugadores top mundial. Cuando se empezó a hacer las cosas muy bien, pues los jugadores nuestros empezaron a irse a fuera. Cuando tus jugadores buenos se van al extranjero, pues, quieras o no, tu liga baja un poco. Ahora estamos un poco en el periodo donde los jóvenes salen, los que no somos tan jóvenes pues estamos volviendo. Ahora se está encontrando ese equilibrio más los jóvenes que vienen pisando muy fuerte. Ese es el día a día y sobre todo a trabajar porque no hay otra cosa posible que no sea el trabajo.

P. Volviendo al apartado deportivo, en 2011 sufriste una lesión bastante grave donde estuviste once meses sin jugar.

R. Ahí fue donde yo venía de jugar en Sevilla. Ahí fue mi primer contrato profesional cuando salí de permanente. En Soria firmé dos años y tuvimos un equipo muy bueno, hasta tal punto de que quedamos terceros del campeonato regular. Pero bueno, cosas que pasan en el deporte de alto nivel. Tú te expones todo el día a entrenar y las lesiones son parte de ti. Es como quien se lleva un café a la boca. Tuve esa mala suerte, pero me lo tomé con el efecto contrario. Todo pasa por algo y en esos once meses que yo estaba sin jugar pues al final yo seguía con mi terapia de mañana y tarde. Cuando tú realmente sabes que es tu trabajo, pues te hace pensar y fui consciente de lo que tenía y de lo que podía aspirar. Entonces, para mí fue como un aprendizaje y ese cambio de chip que me faltaba dar en mi cabeza. Me lo tomo como un aprendizaje, pero fue muy duro. Me pasó con 18 años, venía del Mundial de Brasil, de ser el máximo anotador, de ser el mejor atacante, de jugar con los juniors, con la generación más grande que la mía... pero fue una experiencia que te toca, está ahí y me quedo con lo bueno.

P. Te lo puedes tomar para bien o para mal. Los profesionales, en su mayoría, están hechos de otra pasta.

R. No te queda otra porque entonces estarías hundido. Si tu día a día son pensamientos negativos como: “no puedo”, “no llego”... No vas a llegar nunca. También tienes que aprender a entrenar cuando no estás bien, cuando no te va la cabeza, cuando físicamente te duele, cuando tienes lesiones graves... Eso es lo que te hace crecer más rápido y lo que te hace ser consciente de que, al fin y al cabo, somos afortunados porque hacemos lo que nos gusta. Las lesiones están a la orden del día y ya depende de uno el cómo tomárselo, pero la gente que realmente nos dedicamos al voleibol pues cogemos las lesiones de una manera positiva y que sirva como un aprendizaje para que, cuando volvemos, meter en el campo todo lo que has aprendido, que no es poco.

Cuando me llamó la selección española fue el mejor momento de mi vida

P. Las lesiones en el voleibol, al ser un deporte tan explosivo, es una tónica habitual.

R. Sí. Al fin y al cabo, las lesiones, tanto en el voleibol como en cualquier deporte, están a la orden del día. Exponemos nuestro cuerpo al 100% todos los días, ya sea por la mañana, por la tarde, en una sesión de pesas, en un entrenamiento técnico... Los clubes y los técnicos te preparan para ello. Sabes que es tu trabajo. Es igual que un escritor puede darse con un bolígrafo en un ojo. Cada cosa tiene su historia y el voleibol son las lesiones. Pero también es verdad que los equipos y las federaciones cada vez están más preparados porque hay gente muy buena que te recupera en menos tiempo. Eso es el pan de cada día.

P. También otra de las cosas más importantes es la mentalidad.

R. Sí. No lo es todo porque también hay muchos programas de prevención de lesiones, que entrenamos todos los días ya sea en la sala de pesas, incluso en la pista antes de empezar el entrenamiento. Tampoco puedes jugar ni entrenar con ese pensamiento. Sabemos que están ahí, pero al final hay un momento en el que te olvidas y dices: “bah, da igual que me lesione”. Cuando te lesionas, te llegan las ganas de recuperarte rápido y siempre uno vuelve más fuerte. No se piensa y yo tampoco lo pienso mucho.

P. Uno de los momentos más destacados de tu trayectoria deportiva fue debutar con la selección española. ¿Cómo fue ese momento?

R. Muy bonito. Yo venía del voleibol cordobés, venía de lo opuesto, ya que yo llegaba de entrenar con chicas y ver voleibol femenino. No tiene nada que ver con el masculino. Ya se veía que yo me estaba quedan pequeñito, que mis compañeros iban creciendo y llegando a los dos metros. En el mundo que empezaba a entrar, pues a lo mejor cogían a chicos más altos pero era mi sueño y decía que llegaría. El día que me llegó la camiseta de la selección española en Palencia, que yo estaba rodeado de tanta gente, que veía a jugadores que eran mis ídolos y te daban charlas, pues fue como el mejor momento de mi vida. Estaba donde quería estar y cuando estaba ahí, lo único que me propuse era disfrutar. Después vienen momentos malos pero nuestra cabeza está hecha para dejar atrás lo negativo y quedarnos con lo positivo. Fue un momento muy chulo. Además que fue todo muy seguido. Ha sido muy bonito jugar en la selección y representar a mi país.

P. Tienes más de 150 partidos con la selección absoluta.

R. Ahora estoy mirando estadísticas antiguas y si no he contado mal con la absoluta he sido 180 veces internacional y después con las categorías he sido más de 200 veces porque jugaba con mi generación, con la generación más grande, iba con los dos generaciones más grande para jugar amistosos... Así que prácticamente me planto con 300 internacionalidades, pero, al fin y al cabo, las que cuentan son las 180 con la absoluta.

P. Eso significa no descansar ni un solo verano.

R. Yo hasta hace tres años mis vacaciones eran dos o tres días y una vez tuve diez días que fue lo máximo. Al fin y al cabo, yo era feliz en ese momento y estaba haciendo lo que me gustaba. Estaba viajando a parte de eso, conociendo países, otros compañeros... Conforme te vas haciendo mayor, pues lo pones una balanza. Pero sí que es verdad que los años que prácticamente he estado sin venir a casa, he sido muy feliz y ahora que tengo la oportunidad de disfrutar pues lo estoy cogiendo con muchas ganas.

P. Ya dijiste que no a la selección porque no estabas al 100%.

R. Yo tengo un pensamiento claro. No es por criticar ni mucho menos, pero ahora vienen generaciones que son muy buenas, de chicos que, si Dios quiere, van a ser muy buenos jugadores, pero sí que es verdad que veo esa falta de compromiso en el sentido de que yo creo que a la selección se va, la disfrutas, pero a la selección también la tienes que sufrir. Tú estás representando a tu país, tú tienes que estar dando el 300% porque vas a ir a Puerto Rico, a Brasil, a Argentina, a Bulgaria... Y que tú te vas a enfrentar a otras selecciones que ves que ellos defienden esa bandera. El estar en la selección, además de disfrutarlo, hay que sufrirlo. Hay que llorar. Cuando empecé a notar que tenía esa falta o que yo no podía dar mi 300% pues le dije a Francisco que era el momento de apartarse a un lado y a día de hoy no me arrepiento. Si que pasé momentos muy duros porque dejaba la selección, pero después la vida me ha dado otras cosas como disfrutar de mi familia, cosas que no he hecho nunca tipo cumpleaños, bautizos, poder irme un fin de semana solo a la playa, poder bajar a tomarme un café con mis amigos... Cada cosa tiene su momento, aunque sí que es verdad que la echas de menos.

Estar en la selección, además de disfrutarlo, hay que sufrirlo

P. ¿Es dura la vida del profesional?

R. Es muy dura. La gente se piensa que todo el día estamos viajando y poco más. Yo les digo que les doy un mes de mi vida. Es duro porque al final nosotros trabajamos nuestro cuerpo, tenemos que estar siempre lo mejor posible el mayor tiempo posible. Es difícil, pero también es bonito. Es como todo. Hay el lado bueno y el lado malo, pero cuando te toca vivir la parte mala pues es dura porque te pilla en países muy lejos de casa, solo, joven, más mayor, pero al final, cuando uno está mal, quiere estar con su gente que lo quiere y poder desahogarse. Yo creo que al final todo es un aprendizaje. Al principio lo pasas muy mal, pero poquito a poco, dentro de que te llega un batacazo malo, es como que te quedas con lo positivo porque no te queda otra, pero es que también te lo crees.

P. La primera experiencia extranjera fue en 2017 en Italia.

R. El año de antes estuve en Mallorca que ganamos la Copa y la Liga. De antes ya tenía ofertas para el extranjero, pero yo siempre he querido ir escalón a escalón y no quería subir cuatro para bajar siete porque, a fin de cuentas, en el voleibol o en cualquier deporte en alto nivel pues cuando pegas saltos muy grandes, o te va muy bien o te va muy mal porque hay diferencia. Es igual que cuando noté que era el momento de dejar la selección, pues vi que era el momento de que quería probar fuera. Yo también me encontraba muy fuerte de persona y de jugador. He tenido la suerte de que también siempre he jugado en los tres primeros equipos en España y mi primera experiencia en Italia fue con mucho miedo, parecía que era el primer año que jugaba a voleibol, pero en el momento de que llevaba dos o tres semanas pues me dije a mi mismo que esto era voleibol. Me imaginaba otra cosa. Fue muy guay. Volver a España pues se aprende mucho.

P. Después de la primera experiencia extranjera, volviste a España para jugar en el Unicaja Almería, aunque no duraste mucho porque después probaste fortuna en Chipre.

R. Quién me iba a decir a mi que iba a acabar en Chipre (risas). Te pones objetivos o decides con anterioridad a qué países quieres ir y a cuáles no, pero yo siempre me dejo llevar. El salir de Italia y llegar a España para después tener la oportunidad otra vez de irte a Chipre pues fue un tren que no quise dejar escapar, además de tener la oportunidad de conocer otra cultura y otras ligas porque no tienen nada que ver con las otras. Lo malo fue que a mi me pilló ese año con la pandemia. Fue una experiencia muy chula.

P. ¿Cómo te pilló la pandemia?

R. Pues me pilló la pandemia en Chipre, llegué a España por los pelos porque aterricé aquí y cerraron el tráfico aéreo. Fue que Dios vino y me dijo que yo iba a pasar la pandemia en España. Fue un poco choque porque no sabía lo que estaba pasando. Son capítulos de mi vida que los tengo ahí. Cuando echo la vista atrás y los veo pues digo: “madre mía...”. En ese momento pasé mucho miedo porque no quería quedarme en Chipre. Pero bueno, son anécdotas que tengo.

La vida de un profesional del voleibol es muy dura

P. Después estuviste cuatro años seguidos en Italia. Ya que has visto tanto voleibol extranjero y has vivido el de aquí, ¿cuáles son las diferencias entre su voleibol y el español?

R. La ayuda económica que tienen fuera no la tenemos en España. Antes sí, ahora no. Sobre todo, la diferencia del nivel económico se ve porque puedes fichar mejores jugadores, puedes tener mejor material a la hora de entrenar, poner a tu equipo ahí para que mejore y dé su mejor nivel. Entonces, eso hace mucho la diferencia y te hace que tengas las mejores cosas para poner a tu equipo en las mejores manos. Eso hace la diferencia, además de que también la gente ve mucho voleibol y la gente sabe lo que es ese deporte. En España, por mala suerte, hablas de voleibol y la gente no lo sabe. El voleibol, cuando sales fuera de España, es el primer o el segundo deporte más visto. Con eso solamente hay mucha diferencia porque la gente lo ve, lo vive y lo prueba. Hay dinero, hay una junta directiva buena y eso marca la diferencia.

P. ¿Y la afición?

R. La afición es una locura. Ya da igual que juegues en la A1, en la B, en la C, que son las ligas más inferiores, que tú vas a los pabellones y no falta un detalle. Tiene su suelo, la gente esperando para ver al partido e incluso ves la cola cuando entras al pabellón... Para un jugador, ver que tienes a 800 personas en un pabellón super pequeño, pues eso hace la diferencia.

P. Se podría extrapolar a España.

R. Sí. Ojalá. Es verdad que en España hay sitios donde existe esa afición como en Soria, en Son Moix, en Unicaja... vamos por buen camino, pero todavía queda mucho por hacer.

P. Vuelves a España después de tu travesía por tierras italianas. No quiero decir despedida, pero parece que ya vas buscando Andalucía.

R. No cierro la puerta porque no sabes nunca lo que puede pasar, pero sí que es verdad que, a día de hoy, he hecho mi carrera en el extranjero y esto lo tenía claro que quería hacerlo y he luchado para eso, pero también en la vida a veces no es el hecho de ganar dinero ni estar arriba. A veces nos olvidamos de nosotros mismos y creo que estoy en un proceso de mi vida en el que tengo que estar bien para dar mi máximo nivel. Este último año en Italia me puse a compensar y evaluar y ya no me estaba sumando todo lo que quería. Tenía que parar, pensar y relajarme. La llamada de Almería fue ese sol que se me abrió. Me llamó Charlie, que va a ser mi entrenador y que ya lo tuve en la española y en Teruel. Es mi amigo y es esa pieza que necesitaba tener. Es mi amigo, mi entrenador, me da esa seguridad que en el extranjero no existe. Esta oportunidad la cojo con muchas ganas y no sé lo que pasará, pero ya voy buscando mi estabilidad.

La mayor diferencia entre el voleibol español y el extranjero es el dinero

P. Ya que has estado mucho tiempo en el extranjero, ¿cómo se lleva esa soledad?

R. Al principio muy mal, pero después, conforme van pasando los años y va pasando el tiempo, pues ahora me encanta estar solo. A veces hablo con mis amigas o amigos y en los grupos grandes noto que ahora no encajo. Yo vengo de que mi vida empezó muy pronto y yo no digo que sea más maduro que otra gente, pero sí que a mi edad pues yo me he visto en situaciones límite solo como en Chipre. Eso te hace conocerte y escucharte. Es maravilloso estar solo. A mi la gente me dice que no les gusta estar solos, pero yo les digo que deben aprender a estar solos. Cuando consigues escucharte y conocerte, el estar solo es la mejor sensación del mundo.

P. Imagino que también tuviste que madurar a marchas forzadas.

R. Cuando salí de mi casa y mi primer viaje con la selección fue primero a Suecia, después a Kazajistán con doce o trece años. Yo venía de estar debajo del brazo de mi madre y de mi padre. Vas notando que tu cuerpo, cuando sale de su zona de confort, pues reacciona. Está en tensión y va sintiendo el miedo. Fue un proceso de que también estaba donde quería estar. El madurar muy rápido te choca y es muy difícil de gestionar porque a esa edad no sabes gestionar mucho las cosas. Cuando pasan los años y lo vas sintiendo pues es muy bonito. Me paro a hablar con la gente y le cuento mi experiencia, pues es dura pero a la vez es muy bonito.

P. Si se tuvieras que quedar con una única experiencia, ¿cuál sería?

R. A decir verdad es que yo también he tenido mucha suerte, en el sentido de que en todos los equipos en los que he estado siempre me han tratado como uno más de la familia tanto la gente del club como la gente de fuera. No sabría decirte uno en particular porque de cada año tengo muchos recuerdos. Para mí el año de Mallorca fue como muy especial. Cuando ganamos la Liga, también por el proyecto que era. Te podría decir de todos los años uno como cuando jugué en Teruel, cuando jugué en Soria, cuando jugué en Almería, cuando estuve en permanente... Soy una persona muy positiva y me quedo con lo bueno de todo, pero si me tuviera que quedar con uno, te digo Mallorca.

P. ¿Y uno que olvidarías?

R. Este último. Fatal porque nunca me sentí en el mismo punto que ellos. Eres consciente de que estás fuera, de que eres el extranjero, eres como el punto de referencia del equipo, pero, más allá de eso, hay que ser personas y no vernos como simples jugadores. Soy jugador, pero también soy persona, tengo mis sentimientos. Este último año lo borramos.

El año que jugué en Mallorca fue muy especial

P. Mirando un poco más allá, este año juegas en el Unicaja, pero, ¿cómo ves tu futuro?

R. Ahora estoy pensando. No es que me quede poquísimo de voleibol, pero soy consciente de que mi carrera está en su parte final. Sí que es verdad que es cuando mejor me encuentro física y mentalmente. Quiero ir poquito a poco, pensando un poco en mi futuro y en mi abanico de posibilidades, pero sí que es verdad que me encantaría estar en el mundo del voleibol, ayudar a esa gente pequeña que viene desde mi experiencia o lo que necesiten de mí.

P. Sobre todo en el último año en Italia, ¿has pensado en algún momento en la retirada?

R. He llegado a pensarlo, pero también era consciente de que la carrera de un deportista no es siempre perfecta. Al igual que tienes años muy buenos como en Mallorca, Teruel o Almería, pues cuando te vienen esos pensamientos... Yo se lo digo a los niños que cuando uno está mal y está realmente mal, que es cuando lo quieres dejar todo y volver a casa, es cuando más me conozco, desde mi experiencia, cuando más mantengo la calma y cuando más me escucho. Obviamente mi cabeza decía que no quería jugar más a voleibol y mi corazón me decía que todo pasaba, que era parte de un aprendizaje y esta vez ha tocado esto. Hay que cogerlo para ser mejor jugador y, en un futuro, ayudar a gente que tendrá también tendrá esta experiencia porque no siempre es todo maravilloso. El saber cuando esos pensamientos son verdaderos y cuando no estás bien. Nunca he dado el paso de retirarme porque siempre he sabido que esos pensamientos no eran reales.

P. Después de 20 años de trayectoria, imagino que te gustará ir a los campus y estar con los más pequeños.

R. A mí me encanta. Para mí es una terapia de choque porque el verme ahí, ver a esa gente tan chica, te preguntan con mucha ilusión... pues a mi me hace ser consciente de que estoy en el punto final de mi carrera y me entra un poco como presión porque no he hecho nada que no sea voleibol en mi vida, pero, por otra parte, es una sensación super bonita ver a esos niños que te miran como un referente, que quieren ser como tú. Cuando voy a los campus, pues en todo lo que pueda ayudar, les voy a ayudar y obviamente serán ellos los que tengan que ir probando y los que tengan que ir sintiendo. Lo que yo les digo es que sean felices y que nunca dejen de creer.

P. Solo has hecho voleibol en tu vida como has comentado. Entonces, ¿qué es lo que quieres hacer una vez te retires?

R. Quiero volver a estudiar, siempre relacionado con el voleibol. No tengo prisa pero sin pausa. Me encantaría seguir involucrado en el mundo del voleibol o dentro de algún deporte porque creo que puedo ayudar a mucha gente como, en su momento, me ayudaron a mí gente más grande. Estoy super dispuesto a estar ahí con la gente que quiera saber mi versión o coger mi consejo. Hay que luchar por estar ahí en el mundo del voleibol o del deporte.

La carrera de un deportista no es siempre perfecta

P. Si te viniese un niño de doce años que no sabe si dedicarse al voleibol, ¿qué le dirías?

R. Esto también es difícil porque ahora que tengo 32 años y echo la mirada hacia atrás pues no eres consciente en ese momento porque tu mentalidad no está madura ya que eres un niño de doce años, pero sí es verdad que yo fue muy natural, muy heavy. Yo desde chico estaba todo el rato con el balón y cuando me llegó ese tren pues no tuve miedo. Yo le dije a mi padre que me quería ir fuera con doce años. Si ellos tienen la cosa de ser jugadores de voleibol, pues tienen que probar. A lo mejor en el primer año no les va bien, pero si realmente lo quieren, tienen que luchar, trabajar, entrenar y, sobre todo, estudiar porque al fin y al cabo se pueden hacer las dos cosas a la vez. En todo caso, si quieren hacerlo, que lo hagan, porque la casa siempre va a estar con su familia y amigos. Si te sale bien, es una experiencia que no va a olvidar en la vida.

P. Para finalizar, ¿dónde te ves dentro de cinco años?

R. Buena pregunta. Pues la verdad es que no lo sé porque he aprendido desde que estoy fuera y desde que salí muy pronto de mi casa pues me gusta vivir el día a día. He tenido momentos en los que me agobiaba porque no sabía qué iba a ser de mí en el futuro, me rallaba porque podía haber hecho una cosa u otra en el pasado... Vi que me creaba una ansiedad o un estrés que a mí no me permitía estar bien. Entonces, no lo sé. Sé que me va a venir algo bueno, pero soy de las personas que ha aprendido a vivir el día a día y me encantaría seguir en el mundo del voleibol.

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