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La suerte está echada en el Concurso Nacional

Isabel Rodríguez | TONI BLANCO

David Hornillo

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La última noche de opción a premio empezaba con los nervios a flor de piel. Como cada día, pasadas las 20:30 daba comienzo el primer participante de la noche, el guitarrista Álvaro Martinete. Con el aforo bastante lleno, quizás más que ningún otro día, empezaba Álvaro con su primer toque solista por rondeñas. Este granadino nació en 1995 y a pesar de criarse en el seno de una familia donde no existía tradición flamenca, se sintió fuertemente atraído a muy temprana edad por la guitarra. Recibe sus primeras clases a los 6 años de mano del maestro Rafael Soler y continúa formándose con otros guitarristas como Alberto Fernández o Jorge Gómez. Ha obtenido importantes reconocimientos, como el primer premio de la Bienal de la Once o el primer premio, también, del Concurso Internacional de Guitarra de Sevilla. Ha participado en importantes festivales como la Suma Flamenca de Madrid, la XXIII edición del Festival de Jerez o la II edición de la Caña Flamenca.

Como mencionábamos, Álvaro abría la noche por Rondeñas y, seguidamente, hacía otro solo por Alegrías. Ambos de su propia autoría. Este joven posee un toque lleno de sensibilidad y matices, destacando la limpieza y virtuosidad en la ejecución de la mano derecha, entre otras cosas. Su participación fue equilibrada y bastante conseguida en cada faceta; como solista, de acompañamiento al cante y acompañamiento al baile. A cada cosa dio su lugar y se percibía claramente la diferenciación de roles en cada momento. Es realmente, a pesar de su juventud, un guitarrista muy completo. Como toque de acompañamiento al cante nos interpretaba unos fandangos abandolaos, acompañando la voz de Aroa Palomo y Raimundo Benítez a las palmas. Nos interpretaban tres estilos diferentes: el Jabegote, la rondeña primitiva y el fandango de Frasquito yerbabuena. Éste último muy vivo, llevado al aire de verdial, acelerando el ritmo del abandolao. La primera letra la acompaña de forma clásica y la segunda, la rondeña primitiva, lo hace con una melodía arpegiada de gran delicadeza y personalidad, imprimiéndole dulzura al cante con una marcada dinámica en piano. Esto, acentuaba aún más el contraste con el tercer estilo, el verdial, que finalizaba, además, con la clásica candencia andaluza, pero antecedida ésta por un pequeño y sutil picado enriqueciendo el cierre.

Al baile nos llegaba Isabel Rodríguez. Isabel nació en Barcelona y con solo 14 años comienza su carrera profesional con la compañía catalana Somorrostro bajo la dirección de Javier Latorre. Desde el año 2006 hasta el 2015 forma parte de la compañía de María Pagés recorriendo una gran cantidad de teatros y festivales dentro y fuera de España. Es titulada superior en pedagogía del baile flamenco desde el 2014, impartiendo clases y cursos en diferentes escuelas como la Fundación Conservatorio Casa Patas. El primer baile que nos realizaba era una guajira acompañada por la guitarra Miguel Pérez, las voces de Juan de Mairena y Cristina Tovar y las palmas de José Jurado. Isabel sale elegantemente con el abanico tirando de la silla hacia el escenario, donde la coloca. Lo primero que refleja esta artista es una gran seguridad en lo que hace y el poder para conectar con el público y llamar la atención de éste. El carisma es una importantísima cualidad que un buen artista debe poseer, y esta bailaora es poseedora de éste. Su baile finaliza rememorando la misma estampa del comienzo, tirando de la silla hacia bambalinas siendo fuertemente ovacionado por el público.

Para finalizar la primera parte, Álvaro martinete nos deja el último toque de la noche con el acompañamiento al baile por taranto del bailaor Raimundo Benítez y la cantaora Aroa Palomo.

La segunda parte abre igual que cierra la primera, por tarantos, pero en esta ocasión por la concursante de opción a premio, Isabel Rodríguez. Isabel tiene una buena actitud y colocación corporal al igual que una gran expresividad en el movimiento de sus manos. Si bien la técnica de pies en ella es buena, resalta especialmente en cuanto a la línea corporal y a su expresividad y capacidad para llegar al público.

Llegaba la mitad de la segunda parte con el cante de Ángeles Toledano y la guitarra de Benito Bernal. Esta joven jiennense, nacida en Villanueva de la Reina, comienza sus primeros pasos de la mano de su abuelo, quien le enseña sus primeros cantes por granainas, fandangos o tangos, entre muchos, posteriormente seguiría su formación en la Peña Flamenca “El olivo del cante” de su pueblo natal. Tiene en su haber multitud de premios y reconocimientos a pesar de su juventud, y es que es ésta, una joven promesa del cante que, más pronto que tarde, brillará bien alto por méritos propios. El primer premio a los cantes provenientes del fandango en el Concurso de lo Ferro en Murcia, el primer premio Joven en Mairena del Alcor y el premio al Arte otorgado por el Instituto Andaluz de la Juventud, son solo algunos de los más destacados premios que ha recibido. Ángeles tiene una voz llena de recursos melódicos, flamenca y con bastante agilidad. Otro punto importante para destacar en ella son la flexibilidad y versatilidad para adaptarse a cada cante, como su gran afición por éste y por el estudio de las fuentes primarias que poseemos como Pastora y Tomás Pavón, Antonio Chacón o Manuel Torre entre muchos de los grandes, que han provisto a esta cantaora de grandes conocimientos para dar al cante su propio sello.

Nos traía de primer cante soléas atribuidas al Mellizo, Frijones, la Andonda y Paquirri el Guanté, ésta último bastante difundida por la genial y sin par cantaora Fernanda de Utrera. Especialmente emotivo el primer cante del Mellizo y valiente y rotundo el cierre de Cádiz. Seguidamente los cantes de levante. Entre ellos el taranto popularizado por el jerezano Manuel Torre con la letra “Dame la Espuela” y para cerrar la conocida taranta de la Gabriela grabada por muchos cantaores como Pastora María Pabón Cruz Niña de los Peines o Camarón de la Isla. En tercer lugar, un cante por peteneras popularizado por el maestro Pepe Marchena “Llorando y en penitencia”, junto a la Petenera grande del viejo Medina recreada por la Niña de los Peines con la letra Niño que encuero y descalzo“. Para finalizar su participación en la fase de opción a premio, nos dejaba unos tangos extremeños genialmente interpretados.

El cierre a la fase de opción a premio lo ponía el baile. Isabel Rodríguez nos hacía en esta ocasión un baile por alegrías.

Destacamos en ella, la destreza en el manejo del mantón y la expresividad corporal en el paseo de la bata de cola.

Debemos, además, felicitar a la bailaora barcelonesa por su profesionalidad y saber en las tablas, quien a pesar de algunos contratiempos sin importancia, supo mantener el tipo y la sonrisa siempre al público, creciéndose ante las adversidades.

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