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Carcabuey: un castillo en lo alto de un cerro con mucho aún por descubrir

Vista aérea de Carcabuey

Alejandra Luque

10 de junio de 2021 05:30 h

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Carcabuey, municipio de Córdoba con dificultades debido a su situación geográfica que han sabido usarse como fortalezas. Muestra de ello es su castillo, levantado sobre un cerro que durante siglos de luchas y batallas ha permitido a sus moradores excelentes puntos de visita estratégicos y militares para el control de todas las vías de comunicación de la comarca de la Subbética.

Cronistas e historiadores no consiguen ponerse de acuerdo sobre su fecha de construcción debido a los restos encontrados en su interior. Esto hace que la franja cronológica albergue desde el Bronce Pleno como lo atestigua el hallazgo de una espada de bronce (1200 a C) conservada actualmente en el Museo Británico de Londres o una urna de cerámica del tipo Cruz del Negro (800 a C) que se halla en el Museo Histórico de Priego de Córdoba. La llegada de la espada al museo londinense puede situarse en medio de la guerra civil española cuando la venta de hierro al peso era una de las formas de conseguir algunas monedas.

Pero antes de llegar a él nos detendremos en el único aljibe que aún se mantiene en pie y que se sitúa fuera del recinto, en la zona oeste. Servía para abastecer al municipio. La historia recoge que en el interior de la fortaleza también hubo otro aunque ya no existen restos materiales. Como todo lo que rodea al castillo, la construcción de esta gran cisterna también es difícil de datar ya que hay quienes señalan un origen romano mientras que otros apuntan que es medieval. Un código QR sobre los paneles informativos permite a los visitantes viajar a sonidos de la época árabe mientras que el código braille permite un turismo mucho más inclusivo. Una pequeña puerta, situada en la muralla suroeste, posiblemente servía para llegar al aljibe exterior y proveer de agua al castillo.

El acceso a la fortaleza se realiza por la calle Virgen, donde una zona explanada hace las veces de mirador. La puerta actual de acceso a la fortaleza está levantada sobre un muro de contención que podría estar construido con mampuestos reutilizados de la fortaleza y probablemente no es la original. A pesar de los restos hallados en su interior, los primeros datos escritos datan el castillo del siglo IX. Cobró importancia durante la sublevación de Omar ben Hafsún al estar en poder del muladí Ben Mastana, aliado de Hafsún contra el emir cordobés Abd Allah. Aunque éste no consiguió apresar a Mastana, sí destruyó su castillo en el último decenio del siglo IX.

Los siguientes escritos hablan ya del castillo, aunque en los siglos XIII y XIV, bajo la Orden de Calatrava, que fue quien lo reconstruyó. En 1339, el castillo cayó en manos de los musualmanes y en 1341 fue tomado por el enviado de Alfonso XI, Fernández de Portocarrero. En 1385, Juan I de Castilla concedió el señorío del castillo a Ruy Díaz de Berrio, siendo vendido por sus descendientes en 1465 a Alfonso de Aguilar por 380.000 maravedíes.

Por la orografía del terreno y los restos que aún permanecen de la muralla, la fortaleza presentó una planta irregular y alargada, adaptada a las posibilidades que ofrecía el cerro. Tras pasar la puerta de acceso, y ya en el patio de armas, se descubre la Ermita del Castillo. La primera que tenía el castillo databa del siglo XIV, aunque fue destruida. La que hoy se levanta es del siglo XVIII y en ella se venera a la Virgen del Castillo, patrona de Carcabuey. Esta pequeña ermita, donde se celebra misa los días 8 de cada mes, tiene en sus paredes una placa que recuerda cómo el terremoto de Portugal de 1921 derruyó buena parte de su estructura. A ambos lados del altar, dos grandes vidrieras plagadas de exvotos de creyentes impiden que se repita el incendio que hace siglos asedió a la ermita cuando un pelo donado prendió al caer sobre una vela.

El patio de armas fue una de las zonas que más sufrió durante el franquismo dado que el dictador mandó construir pinos, destrozando murallas y restos antiguos. Los recientes trabajos de rehabilitación han permitido una limpieza de la vegetación de este perímetro y una adecuación del camino que lleva al visitante hasta la Torre del Homenaje, profundamente destruida aunque de la que aún se pueden apreciar restos.

Para garantizar la accesibilidad, se han colocado escaleras y pasamanos junto a las rampas de acceso y se han fijado paneles informativos e interpretativos para explicar la historia del castillo, permitiendo la realización de una visita guiada en el interior del conjunto; y se ha mejorado la iluminación del inmueble con la colocación de focos.

Aún queda mucho por hacer en este castillo. La fortaleza contaba con cinco torres distribuidas a lo largo de la muralla de las que dos eran cuadradas y tres, circulares. Todas estaban en el interior de la muralla pero, sin embargo, se conserva la del Homenaje. Un futuro proyecto arqueológico permitiría redescubrir toda una muralla que continúa aún bajo los pies del visitante.

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