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Piovaccari y De las Cuevas, del paro al mando

Piovaccari y De las Cuevas se abrazan tras un gol del italiano ante Las Palmas | ÁLEX GALLEGOS

Paco Merino

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Cuando hay problemas, todo el mundo suele mirar a los mismos. Dijo Tucídides que la superioridad consiste en aprovechar las lecciones de la experiencia. El destino -dejémoslo ahí- ha querido que en el Córdoba se produzca la tormenta perfecta: líos deportivos hay a mansalva y horas de vuelo les sobran a Piovaccari y De las Cuevas, dos tipos con oficio. Este verano vivían días difíciles. Treintañeros en el paro, veían cómo los clubes componían sus plantillas y apenas quedaban plazas libres. En El Arcángel, en medio de un ambiente caótico -seguramente ha sido el verano más deprimente de toda la historia de la entidad-, se acordaron de ellos.

A Pío le conocían de una etapa anterior y estaba libre. A De las Cuevas lo recomendó Alfredo García Amado, el nuevo director general blanquiverde, que le conocía de su etapa en el Sporting. Ambos acudieron a la llamada encantados. Qué remedios. A día de hoy son piezas referenciales: Piovaccari ha marcado 7 goles y De las Cuevas ha hecho 5 en la Liga 1/2/3. Entre ambos han aportado un 46% del total de la producción ofensiva (26) de un Córdoba que pelea por conseguir la permanencia en la categoría de plata.

“Fue un verano difícil. Terminé contrato con el Osasuna y tenía la posibilidad de salir, sobre todo, fuera de España. Pero Alfredo (por García Amado), que lo había tenido también en el Sporting de director general, me llamó y me dijo la opción de venir. Desde el primer momento fue la primera opción, por la historia del club, por la afición. Tengo ganas de este nuevo reto”. Así se presentó Miguel de las Cuevas (Alicante, 1986), al que LaLiga puso bastantes trabas a la hora de acceder a su ficha por el Córdoba. Su caché estaba muy por encima de los emolumentos, mucho más modestos, que iba a percibir en el club blanquiverde. Los antecedentes del club durante la etapa de Oliver creaban recelo en la patronal. Al final, De las Cuevas llegó en el cierre del mercado y su impacto se dejó sentir. Llegó sin pretemporada, pero cuando se acopló fue determinante. Ha marcado cinco goles en 15 partidos, en lo que supone el mejor promedio goleador de una carrera que le ha llevado por el Hércules, Atlético de Madrid, Sporting de Gijón y Osasuna antes de recalar, con 32 años, en el Córdoba.

De las Cuevas no jugó su primer partido completo hasta mediados de noviembre. Fue ante el Cádiz (1-3) y supuso el despido de Sandoval, que le había utilizado de modo esporádico. Esa tarde ante los gaditanos marcó el gol local, que se añadió a otro anterior frente al Extremadura, también en casa. Cuando llegó Curro Torres le dio confianza absoluta: ha jugado todos los minutos de todos los partidos desde entonces, exceptuando los que estuvo fuera de manera obligada por su expulsión en Tarragona y el consiguiente castigo posterior de Competición. Anotó contra Lugo, Elche y Numancia para lograr cinco tantos en Liga, a los que se añade otro más en la Copa del Rey. Nunca fue un goleador nato: su mejor marca la tiene en el Sporting de Gijón en la campaña 09-10, en la que logró 8 dianas en 37 partidos.

Lo de Federico Piovaccari (Gallarate, 1984) fue un asunto de cuentas pendientes. El italiano estaba en su país, en el Ternana de la Serie C (Tercera División), y decidió enrolarse en el equipo de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) para buscar destino. El sindicato de jugadores suele montar concentraciones coincidiendo con los periodos de apertura de mercado para servir de escaparate a profesionales en paro. El Córdoba, que había perdido a todos sus delanteros, tenía que reconstruir una zona clave. Y el teléfono de Pío sonó.

“Sé que las cosas pueden salir muchísimo mejor que hace dos temporadas y estoy también por eso. Aquí la gente me quería y no aporté lo que quería. Tengo una segunda oportunidad”, dijo Piovaccari en su regreso. En la temporada 16-17 marcó cuatro goles en Liga y otros tantos en Copa. Ahora lleva ya siete en el campeonato de Segunda y uno más en el torneo del KO. Ha hecho cuatro en los últimos cuatro partidos. “Vivo del gol y me he quitado un peso de encima”, declaraba Fede Piovaccari tras su doblete ante Las Palmas en la rotunda victoria del Córdoba para cerrar el año en El Arcángel por 4-1. El ariete italiano ejerció como revulsivo saliendo desde el banquillo y no le pudieron salir mejor los planes. Como revulsivo ha funcionado a la perfección, pero el equipo le ha necesitado para llevar todo el peso. Sus compañeros de línea son el joven talento local Andrés Martín, de 19 años, y el cedido Erik Expósito, que no ha marcado un solo tanto y regresará a Las Palmas. En este curso, el italiano marcó ante el Oviedo, Almería, Osasuna, Majadahonda y Numancia, además de los dos ante Las Palmas.

Piovaccari puede considerar al Córdoba el club de su vida, puesto que su camiseta es la que más veces ha defendido en partidos oficiales (55). Su carrera es la de un trotamundos que ha pasado por dieciséis equipos de tres continentes. Pio ha militado en su país en conjuntos como el Novara Calcio, Grosseto, Sampdoria, Brescia, Ternana, Vitoria, San Marino, Ravenna, Cittadella, Triestina o Treviso, a los que suma periplos internacionales por el Western Sidney Wanderers australiano, el Zhejiang Yiteng chino o el Steaua de Bucarest rumano, además del Eibar en la Primera División española. Termina contrato el próximo 30 de junio, al igual que De las Cuevas. Ambos son libres desde el 1 de enero para negociar su futuro. De momento, se entregan al Córdoba con una dedicación irreprochable y un rendimiento clave para sostener la candidatura a la permanencia de los blanquiverdes.

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