La luz sigue apagada
Si tienes claro el por qué, encontrarás el cómo. Eso te dicen los maestros en coaching. Y en ésas anda el Córdoba, haciéndose preguntas incómodas y buscando respuestas que lleven aparejada una solución. Puede que a los blanquiverdes les venga bien un coach. Sobre todo si además juega de delantero -o de lo que sea- y marca goles. El equipo de Carrión sigue con la luz apagada. En Pucela estuvo en su estilo. Irreprochable en el esfuerzo, pero discutible en los modos. Cometió una pifia letal atrás y eso le penalizó. Es lo que tiene vivir en el límite. La falta de gol le obliga a realizar actuaciones perfectas a la hora de proteger su portería. Como eso es casi imposible, la presión se deja sentir. Cuando Alfaro marcó el 2-1 y aún quedaba tiempo en el reloj llamó la atención la falta de entusiasmo en los jugadores a la hora de recoger la pelota y buscar la reparación del partido. Alfaro elevó los dedos al cielo y se dirigió al centro del campo. Nada de carreras frenéticas, gestos de prisa, arengas a los compañeros... La clásica coreografía que estimula a un equipo herido y lanza un mensaje de rebeldía al adversario. Pero no. Tras el 2-1 fue el Valladolid el que engarzó oportunidades en apenas unos segundos, haciendo ver al Córdoba lo que ya tenía claro: que no iba a ser su día. Esta vez, tampoco. Ya van siete salidas consecutivas volviendo de vacío y la amenaza de los puestos de descenso se siente como el aliento de una jauría de perros.
Con Bergdich por Bíttolo como única novedad en el once, Carrión abordó el partido en Pucela con un plan que quedó sepultado por las circunstancias. A los cinco minutos, Héctor Rodas miró con el gesto contraído hacia el banquillo y realizó con la mano ese temido gesto que tan bien entienden los médicos. Dolor y cambio. Se fue el central y apareció en escena Luso, un reconvertido, para alinearse al lado de un Deivid al que se le nota que lleva muchos meses sin competir. La retaguardia quedó con una composición inédita. La colocación en la banda izquierda del franco marroquí Bergdich no resultó del todo bien. Por ese flanco llegó mucho peligro y, finalmente, el gol pucelano. Lo firmó José Arnáiz, un chico del filial que entró al final en sustitución del goleador de cabecera de los albivioletas, Juan Villar, que no se recuperó para la cita. El punta conectó un hábil remate cruzado tras recibir la pelota de Raúl De Tomás, que se había ido de la marca de Deivid y progresó hasta que vio a su lado al compañero listo para sentenciar. El excordobesista estuvo especialmente inspirado en el primer tiempo. De sus botas salió un pase medido a Mata para que se plantara ante Pawel, pero Luso le sacó el balón de los pies llegando desde atrás.
El Valladolid apretó más en un partido bastante ramplón. No tienen los locales -tampoco el Córdoba, obviamente- una pinta rutilante. Pero saben que a poco que uno engarce tres resultados buenos refuerza su candidatura al ascenso. Y ahí estaban los de Paco Herrera, uno de los entrenadores con más rango dentro de la categoría. Ganando tenían historia que vender. Lo de los cordobesistas es distinto. Pelean por no entrar en los puestos de descenso y eso da un sello especial. Quedan diez jornadas y su actitud no es desesperada. La meta es no llegar a eso. Ahora se comportan con oficio y profesionalidad, buscando dejar un aire de solvencia en el ambiente. Como haciendo ver que todo está bajo control, que se ha detectado la avería y que se va a reparar.
Después del encajar el gol, al Córdoba se le notó algo desorientado. Eso duró apenas unos minutos. Hasta que Javi Lara se decidió a tomar el timón. El montoreño generó unas cuentas acciones peligrosas y atormentó a Isaac Becerra en el tramo final de la primera parte. En el minuto 32, el montoreño botó una falta lateral y colocó el balón en la cabeza de Luso, que llegaba en carrera. El testarazo del aragonés lo envió a córner el portero del Valladolid, que abroncó a sus compañeros por haber dejado solo al circunstancial central del Córdoba. En el 41, Becerra escuchó con alivio el chasquido del larguero cuando repelió una falta lanzada por Lara, que aún creó otra opción más. En otra acción a balón parado, el cordobés puso la pelota en el corazón del área y Caro le pegó muy fuerte de cabeza. Salió alto. Y en el descuento, el de Montoro se la dio a Pedro Ríos. El jerezano, agobiado por su marcador, armó con dificultad un remate a la media vuelta que despejó Becerra. Ríos no pudo remachar después.
En la reanudación, Raúl de Tomás seguía on fire. A los tres minutos forzó a Pawel a realizar un despeje apurado tras un trallazo cercano. El delantero de ascendencia dominicana se movía por toda la zona de ataque, creando huecos a sus compañeros. El Córdoba aguantaba como mejor podía. Arriba, Rodri y Javi Galán trataban sin demasiada fortuna de hacer daño. No había conexión. Con muchísimos problemas para hilar jugadas, los recursos del Córdoba se quedaban en el pelotazo largo, el remate lejano y las acciones a balón parado a las que siempre acudía Javi Lara. Rodri, que regresaba al que fue su hogar la pasada temporada, estuvo tan punzante como siempre. Otro asunto es el gol.
A media hora del final, Carrión retiró a Bergdich para dar entrada a otro expucelano, Alejandro Alfaro. Javi Galán retrasó algo su posición en la banda izquierda y el Córdoba se dispuso a dar el paso adelante que le exigía el partido. El Valladolid gobernaba el marcador con cierta comodidad, controlando unas acometidas con más rabia que método del Córdoba. Los de Carrión iban en su línea de siempre. Les costaba un mundo generar en ataque y vivían al borde del error. Éste se produjo atrás y fue irreparable. Kieszek le dio la pelota con el pie a Edu Ramos, que acosado por un rival la mandó al lado para Deivid, que no pudo controlarla. Mata se aprovechó de ese ejercicio encadenado de falta de pericia para batir al meta polaco. El 2-0 fue una puñalada. Carrión sacó a Markovic en lugar de Edu Ramos para recuperar terreno, pero ya fue imposible remontar.
En medio de un final loco, el Córdoba asustó al Valladolid tras ser capaz de fabricar un golazo. Caro le sacó la pelota de los pies a Ángel, envió el balón al área y Rodri la tocó de tacón para desorientar a todo el mundo y dejar la pelota en los pies de Alfaro, que firmó un gol que abría la puerta de la esperanza. El Valladolid replicó con una ocasión de Mata, que estaba solo delante de Pawel, pero Luso lo desabarató impidiendo el disparo. Herrera movió el banquillo para meter a Sergio Marcos y Espinoza, buscando amarrar el resultado insuflando un mayor vigor defensivo frente a un Córdoba que se encontró de repente en un escenario que arrojaba algún resquicio para rascar al menos un punto. No hubo lugar. Condenado por sus fallos atrás y su falta de productividad en el ataque, el Córdoba sigue patinando sobre el barro una vez que se ha entrado en la cuenta atrás de los diez últimos partidos de la Segunda División. Cuidado.
FICHA TÉCNICA
VALLADOLID, 2: Becerra, Moyano, Rafa, Álex Pérez, Balbi, Guitián, José Arnáiz (Ángel García, 62'), Jordán, Míchel (Espinoza, 85'), Mata y De Tomás (Sergio Marcos, 82').
CÓRDOBA, 1: Pawel, Caro, Héctor Rodas (Luso, 6'), Deivid, Bergdich (Alfaro. 60'), Edu Ramos (Markovic, 75'), Aguza, Javi Lara, Pedro Ríos, Javi Galán y Rodri.
ÁRBITRO: González Fuertes (Comité Asturiano). Amonestó con tarjeta amarilla al local Espinoza y al visitante Luso.
GOLES: 1-0 (24') Arnáiz. 2-0 (70') Jaime Mata. 2-1 (78') Alfaro.
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 33 del campeonato nacional de Liga 1|2|3, disputado en el Estadio José Zorrilla ante 6.690 espectadores.
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