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Hemos venido a jugar

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Paco Merino

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Qué les vamos a contar de este Córdoba paradójico y rebelde, un equipo singular que tiene su seña de identidad en escoger siempre -no por voluntad propia, sino por una suerte de determinismo burlón y trágico- el camino más difícil. Hace dos meses y medio, el conjunto  se despidió de El Arcángel con una actuación memorable ante el Sporting de Gijón. Logró entonces la salvación de la categoría y dejó en el ambiente la sensación de que se abrían las puertas de un nuevo mundo. Un mundo feliz. Quizá lo encuentre algún día. Y seguramente lo hará de modo casual, sin habérselo propuesto, siendo infiel a sus principios y desmintiendo sus planes. La capacidad de sorpresa del Córdoba no tiene límites. Su mayor estímulo, a día de hoy, es dejar en evidencia a quienes les dan “por muertos”.

El partido ante el Numancia tuvo de todo un poco. Fue un compendio de lo que debe y no debe ser, un alarde de corazón y por momentos un disparate futbolístico. Al final, Aythami logró llevar al éxtasis al estadio con un gol que salvó un punto para un Córdoba que ya se veía perdido y que estuvo en un sinvivir en la última media hora con las contras rojillas.

El club hizo pocos fichajes -un par de jóvenes cedidos y un ex de la casa que estaba en el paro- porque no le dejaron hacer más. Ésas son las normas y hay que cumplirlas. Ya de lo dejó bien claro, con un discurso hiperrealista, el madrileño José Ramón Sandoval. Este Córdoba tiene más que nunca su sello. Le dieron la patada después de firmar los mejores números de un técnico en la historia del club y unas semanas después le volvieron a llamar para que ejerciera de mesías. De cordobesistas maneras. Los más veteranos -los que han visto lo suficiente para entender que nunca es demasiado- detectan en este tipo de circunstancias tragicómicas el augurio de episodios impactantes. Para bien o para mal. Lo dice el himno, que no por casualidad fue compuesto por un exfutbolista del Córdoba.

Sin saber con qué jugadores iba a poder contar hasta el mismo día del partido, Sandoval se inventó un once muy parecido al del curso pasado. La imposibilidad de alinear a Pawel Kieszek y a Edu Ramos -su inscripción no se autorizó- no solo mermó considerablemente el potencial futbolístico cordobesista, sino que también golpeó el ánimo del colectivo. Una cosa es no poder traer a nadie y otra que los que están no puedan competir. Esa durísima realidad la tuvo que gestionar el equipo desde las horas previas, cuando se confirmó lo que todo el mundo se temía entre los muros de El Arcángel. Al final, hubo sudor y magia. Más de once mil espectadores a mediados de agosto en Córdoba son un fichaje fenomenal.

Sandoval tiró de pizarra y de vísceras, buscando la activación del orgullo para oponer resistencia a un Numancia con buena pinta y altas perspectivas. El cuadro soriano es de esos que nunca pregona un objetivo lustros y que se siente cómodo en una segunda fila para adelantar posiciones y dar la cara cuando realmente hay que hacerlo. Estuvo a dos partidos de subir a Primera en junio, pero a nadie se le ha oído dar una voz más alta que otra este verano. Ficharon como entrenador a Aritz López Garai, excordobesista y jugador hasta hace apenas dos años, procedente del modesto Reus. Esto es Segunda. Nadie alardea. Todos sudan. Las ligas no son una prolongación de la anterior. Suelen no tener nada que ver. De estilo de juego nadie habla, ni falta que hace. Se hará lo que se pueda. Con ese talante, el Córdoba tiene argumentos para sobrevivir. Celebró el punto como si hubiera ganado un título.

A López Garai le aplaudieron. Nadie olvida su pasado como jugador en una época de alto voltaje. A Sandoval le ovacionaron como pocas veces en El Arcángel a un entrenador. El de Humanes es un semidiós del cordobesismo, que le da carta blanca para hacer lo que sea menester. El equipo se plantó en el campo con una propuesta que tenía en la seguridad su premisa. Hubo fogosidad y presión en los primeros minutos, como una declaración de intenciones que se merecía un público formidable. Luego, ya cada uno en su sitio, el partido entró en unos derroteros menos enloquecidos.

Los blanquiverdes tuvieron una primera oportunidad a los tres minutos, en un disparo desde la frontal de Javi Lara que se fue alto. El Numancia aguantó bien esos primeros instantes y después se dedicó a tocar el balón sin prisas, esperando a que el Córdoba enseñara el cuello en algún lance. El equipo de López Garai, una vez pagado el peaje del inicio local, dejó su primer testimonio ofensivo en un buen centro de Alain que cabeceó Guillermo en el minuto 18. Al testarazo respondió con una complicada parada el meta serbio Stefanovic. A balón parado volvió a llegar la oportunidad del Córdoba, con un remate de cabeza de Quintanilla que se le fue arriba tras una falta botada por Javi Lara.

A la grada se le encogió el corazón al filo de la media hora. En una contra llevada por Yeboah y Fran Villalba, Alain Oyarzun se quedó en una posición inmejorable ante Stefanovic, quien se estiró para desviar apuradamente el disparo del jugador rojillo. En la punta, el Córdoba tuvo en Jovanovic a su guerrero más batallador. El serbio chocó contra los centrales la mayoría de las veces, por lo que huyó del contacto para buscar la respuesta en su habilidad y rapidez. Así llegó el gol del Córdoba. Sasa remató de cabeza una jugada hilada por Álvaro Aguado, que metió el pase a Alfaro para que el onubense la pusiera en la testa del balcánico. Su celebración fue tan excesiva como la ocasión merecía. Con esa ventaja se fue el Córdoba al vestuario entre las palmas de su gente.

Después del descanso, la locura. Cuatro goles en diez minutos. Uno para el Córdoba... y tres para el Numancia. Los de López Garai volvieron loca a la defensa blanquiverde, que sufrió lo indecible. Stefanovic sacó el balón tres veces del marco y seguramente pudo hacer algo más, igual que alguno de sus compañeros. Todo se vino abajo después del golazo de Lara, que abría las puertas de la esperanza pero que finalmente trajo una ida de olla generalizada que se pagó. El Numancia no es un equipo cualquiera.

En el minuto 50, Carlos Gutiérrez entró impetuosamente desde atrás para rematar de cabeza un córner y colocar el 1-1.  Y tres después, el Córdoba se volvió a adelantar. Javi Lara colocó un latigazo imparable desde el borde del área después de una jugada de ataque coral y varios rechaces de la defensa rojilla. El conjunto de López Garai dio una réplica brutal, con tantos de Yeboah y Alain Oyarzun. La segunda parte tomó un ritmo frenético. Sandoval quitó a un central, Valentín, para hacer debutar al delantero Piovaccari. Al italiano le recibieron con cariño. El fusilero de Gallarate es, a día de hoy, un arma de primer orden para un Córdoba necesitado de resolución arriba. Sandoval quemó las las naves ante un Numancia que se mostró muy serio y que pudo incluso aumentar su renta en algún contragolpe. Pero ahí estuvo Aythami. El canario marcó y lo celebró arrodillándose y besando el césped de El Arcángel.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 3: Stefanovic, Fernández, Quintanilla, Aythami, Jesús Valentín (Piovaccari, 78'), Javi Galán; Álex Vallejo, Aguado, Javi Lara (Quim Araujo, 81'); Alfaro (Jaime Romero, 63') y Jovanovic.

NUMANCIA, 3: Juan Carlos; Markel, Atienza, Carlos Gutiérrez, Marc Mateu; Diamanka (Kako, 80'), Escassi, Fran Villalba (Larrea, 71'); Yeboah (Nacho, 63'), Alain Oyarzun y Guillermo.

GOLES: 1-0 (38') Jovanovic.  1-1 (50') Carlos Gutiérrez. 2-1 (57') Javi Lara. 2-2 (59') Yeboah. 2-3 (60') Alain Oyarzun. 3-3 (88') Aythami.

ÁRBITRO: Díaz de Mera Escudero (Colegio castellano manchego). Amonestó con tarjeta amarilla a los visitantes Markel y Marc Mateu.

INCIDENCIAS: Partido de la primera jornada de LaLiga 1/2/3, disputado en El Arcángel ante 11.685 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de los socios cordobesistas fallecidos este verano.

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