El viaje vital de Chechu: un renacer en Sevilla y un “sueño cumplido” ante el Betis
Historias de las que marcan. De esas que se juegan en vida y que dan sentido, en muchos casos, al deporte. Al más humilde. Al de jóvenes que ahogan sus deseos inalcazables en categorías modestas. De equipos de pueblo que logran hazañas impensables. Al menos por un día, son más profesionales que ninguno, en fondo y forma. De un tiempo a esta parte, el Atlético Palma del Río se ha convertido en uno de esos conjuntos agitadores en el extrarradio futbolístico cordobés. Alejado de los focos del profesionalismo, no siendo solo, como es lógico, ni el primer ni el segundo referente de la provincia, pero es que tampoco está entre los cinco primeros. Y pese a ello, se ha labrado el derecho a estar, al menos por unos días, en el candelero mediático a nivel nacional.
El cuadro palmeño ha ocupado focos como nunca en toda su historia. Hace justo una década, la entidad militaba en la Tercera Andaluza Sénior de Córdoba. Diez años después va a jugar una eliminatoria de Copa del Rey frente a un equipo de Primera División. Ahí es nada. La magia del deporte. Las casualidades del destino. La recompensa del trabajo y de los sueños que se buscan. Una plantilla, la del Atlético Palma del Río, con varios nombres ilustres, como son el excordobesista Fran Cruz y, sobre todo, el palmeño Sergio León, el principal líder de la plantilla y que vivirá un encuentro muy especial ante el Real Betis, dado que se cruzarán el equipo de su tierra y el de su vida. Sus dos amores futbolísticos. Eso sí, mucho más alejado de los focos figura otro integrante del plantel para el cual, no cabe duda, el partido es mucho más significativo si cabe. No por tener una trayectoria profesional, ni por ninguna vinculación deportiva en especial, sino porque es la recompensa a un camino labrado entre la humildad del fútbol, en el cual llegó, incluso, a tener que afrontar el hecho de empezar a vivir de nuevo.
Francisco Jesús Zamorano, conocido futbolísticamente como Chechu, es uno de esos muchos jugadores salidos de un patio de colegio, que se han ido labrando un sendero por pura pasión al fútbol. Jugar por afición. Por ser tu deporte favorito, quitándole horas a tu ocio, a tu familia. Incluso, por desgracia algunas veces, a ti mismo. Chechu comenzó su andadura deportiva, como miles de niños antes y después, entre las aulas del Colegio Salesianos, donde ya forjó una pasión que no le abandonaría jamás. Como sénior, su primera gran parada fue el Alcázar CD, donde se mantuvo cerca de una década entre divisiones provinciales y autonómicas.
Un fichaje, un renacer y un ascenso
“Después de ocho o nueve años en el mismo club, mi entrenador actual me dijo que fichara por el Egabrense, donde tenían el objetivo de ascenso. Fiché y ascendimos ese año”, relata Chechu, remarcando seguramente el recuerdo más feliz de su paso por la localidad de la Subbética, el cual estuvo marcado, a buen seguro, por el episodio más traumático de su vida. En efecto, el jugador se incorporó en la 2020-21, compitiendo entonces en Primera Andaluza, y el club finalizó primero, obteniendo el ascenso a la División de Honor.
Ese curso supondría un antes y un después en su vida. Por muchos motivos, tanto familiares, como deportivos y de su propia salud. Fue la temporada en la que nació su hija, lo cual a buen seguro que ya le haría replantearse muchas cosas. Sin embargo, el fútbol siempre iba a seguir presente. Una pasión que no podía apagar ni un suceso que le pudo costar la vida. Así es, dado que a finales de enero del 2022, el CD Egabrense visitó al Atlético Central de Sevilla. Muchos no se acordarán (o no querrán acordarse) de aquel partido. El resultado fue lo de menos, puesto que el mismo acabó con Chechu siendo trasladado al Hospital Virgen del Rocío tras caer desvanecido en el césped debido a un fuerte golpe con su propio portero.
El cordobés muestra cierto nerviosismo al tratar de recordar aquel momento, aunque, quizá inconscientemente, trata a su vez de restarle importancia al hecho. “Al final del partido, iba yo corriendo en la dirección de mi portero en una acción, y accidentalmente me pegó un rodillazo en la sien”, relata Chechu, que inmediatamente tras aquello perdió el conocimiento y comenzaron los minutos más duros de su vida y, seguramente, también de todos los presentes. “Estaba muerto prácticamente”, subraya de un momento del que solo recuerda “estar en la ambulancia, que tenía mucho sueño. Solo me acordaba de mi hija”, la cual había nacido tan solo diez meses antes.
La rápida actuación de los servicios sanitarios permitieron su reanimación y su estabilización, por lo que recuperó la conciencia sin ningún tipo de problema. Eso sí, hace hincapié en que “estuve 15 o 20 minutos KO. No recuerdo nada. Lo sé porque lo tengo en vídeo, está el partido grabado y por lo que me han contado”. Es por ello que admite que “fue un punto de inflexión en mi vida”, pues “no es que vaya ahora con miedo, pero cada vez que sales de casa, te pones en carretera, piensas en lo que dejas atrás por ocio. Al final es lo que es”. De hecho, lo primero que recuerda tras despertarse en el hospital es tener a su familia ya junto a él, la cual se había trasladado de Córdoba a Sevilla tras conocer el incidente.
Una pasión a prueba de todo y una oportunidad inimaginable
Como se ha dicho, el fútbol siempre estuvo presente. Pese a todo, jamás lo abandonó. Y es que, tras recuperarse del golpe, volvió a entrenar casi “al día siguiente. El martes entrenábamos y esa semana ya entrené, con precaución. Al final fue un golpe, se me desconectó el cerebro y volví a nacer”, puntualiza con una sonrisa que casi nunca pierde. De hecho, en ningún momento se replanteó dejar el fútbol.
Así, su camino le llevó de vuelta al Alcázar y, tras un pasó breve por el Belmezano, firmó por el Atlético Palma del Río, donde está viviendo una experiencia que jamás hubiera pensado. Además de compartir vestuario con jugadores de la talla de Fran Cruz o Sergio León, el cuadro palmeño afrontará este próximo jueves una histórica eliminatoria de Copa del Rey ante el Real Betis de Primera División. “Cuando se conoció el sorteo, hubo compañeros que estuvieron toda la tarde llorando. Allí en Palma hay mucho bético, es gente que tiene su trabajo y al conocer que iban a jugar contra sus ídolos, aún no se lo creen”. Un sueño cumplido para un jugador que ha labrado su camino desde la humildad y la pasión. Alejado de los focos, siempre jugando por ocio. Por amor al fútbol. La vida le dio una segunda oportunidad y el destino ha querido que vaya a vivir un partido para su propia historia vital.
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