El Córdoba contra el 'fatum'
Las clasificaciones no entienden ni de belleza ni de literatura, sólo son números fríos como el alabastro de un sepulcro
El Córdoba CF no será el mejor equipo -de hecho, la clasificación dice todo lo contrario- pero su “gesta” frente al Getafe empieza ya a convertirlo en el equipo más hermoso. Las clasificaciones no entienden ni de belleza ni de literatura, sólo son números fríos como el alabastro de un sepulcro.
El equipo de la ciudad en la que nació Séneca -que hubiera sido el socio número 1 del club- es la más clara expresión de la Tragedia.
En el Teatro del Arcángel, el Córdoba, convertido en héroe dramático, tuvo que enfrentarse contra el destino de los dioses de forma inevitable y misteriosa. Al final, como mandan los cánones clásicos, ese héroe acaba destruido física y moralmente, si no directamente muerto, a pesar de haberse rebelado con ese orgullo que los antiguos griegos llamaban 'hybris'.
El partido marcó a la perfección el canon que estableció Aristóteles en su Poética: su coro entonando cantos líricos en el prólogo, sus episodios centrales y su éxodo final con el coro cantando ya versos dramáticos. El equipo acaba definitivamente castigado por los dioses y sufre el 'pathos' irremediablemente para intentar transmitir una lección moral en los espectadores.
Florin, como una fiera oscura salida de un nebuloso bosque de los Cárpatos, puso al héroe en el camino de un presunto éxtasis; sin embargo, tuvo que ser Fede Vico, marcando el mejor y más equivocado gol de su carrera, el que encauzó la obra hacia la trágica catarsis.
Si hubiera habido un buen director de escena, en ese momento Fede Vico debería haber aparecido encadenado al poste de su portería recitando el monólogo de Segismundo, de 'La vida es sueño': Ay mísero de mí, ay infelice /apurar cielos pretendo /ya que me tratáis así /qué delito cometí /contra vosotros naciendo /aunque si nací ya entiendo /que delito he cometido...
Ya saben como terminó la obra: con el pase final que Hamlet le da a su compañero Horacio en aquel partidazo del equipo que entrenaba Sir William Shakespeare: Lo demás es silencio.
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