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Mi vecino, don Luis de Góngora

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Manuel J. Albert

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Ya sabemos dónde vivió Luis de Góngora y Argote. Los investigadores conocen el lugar exacto. Y algo casi tan importante: ya saben quiénes eran sus vecinos y a qué se dedicaban. Lo ha descubierto la investigadora Amelia de Paz, una de las más reputadas buceadoras en los archivos de los siglos XVI y XVII, quien ya hace dos años publicó Todo de oídas, en el que recogía el primero autógrafo atestiguado del poeta. Ahora ha encontrado un legajo en el que se repite el nombre del autor de las Soledades y se le ubica en su barrio: la colación de San Bartolomé, en el área que hoy ocupa San Basilio y el entorno de la Facultad de Filosofía y Letras y la calle Judíos. De sus descubrimientos ha dado cuenta esta tarde en una conferencia en Casa Góngora, dentro de un ciclo homenaje a Robert Jammes, uno de los mayores expertos en el poeta.

“Los fondos de Inquisición son una mina inagotable, por la minuciosidad con que los inquisidores procedían”, explica la investigadora por correo electrónico. “Del tribunal de Córdoba, aunque se ha perdido mucho, lo conservado es de un valor extraordinario. Casi todo está en Madrid, en el Archivo Histórico Nacional”, prosigue. “Este legajo es una excepción: primero, porque ha sobrevivido; segundo, porque nunca ha llegado a salir de Córdoba desde que se formó en los siglos XVI y XVII; tercero, porque incluye unos padrones de vecindad de 1606 y 1607 donde aparece Góngora. En ningún otro padrón de los recuperados hasta ahora sale el poeta”.

El padrón gongorino existe gracias a que Góngora vivía en la colación de San Bartolomé. “Se trata de un barrio con una consideración jurídica diferente al resto de Córdoba. A mediados del siglo XV, Juan II otorga a sus vecinos el privilegio de no tributar. A cambio, tienen que velar por la seguridad de los Alcázares Reales. Se trataba de una concesión controvertida, con la que el concejo cordobés no podía estar de acuerdo”, explica De Paz. “Cuando la Inquisición establece su sede justamente en los Alcázares (1482), se convierte en defensora a ultranza del privilegio y de los vecinos de San Bartolomé, que le sirven de guardia pretoriana. Las fricciones durante los siglos siguientes entre organismos con intereses contrapuestos van a ser continuas”, prosigue.

Ese privilegio seguía vigente en tiempos de Góngora. “Los padrones de los que hablo los levantó el concejo para controlar a los vecinos de San Bartolomé. Y el Santo Oficio los requisó. Por eso se han conservado”, anuncia Amelia de Paz. “En los padrones salen unos 270 nombres de vecinos del barrio y más de 50 oficios diferentes, lo que da idea de la variedad humana que bullía en torno a Góngora. La información que suministran es abundante. Conviene ser prudentes, no obstante, a la hora de interpretarla”, reconoce.

“Mi propósito es incorporar estos importantes padrones al conjunto de fuentes para el estudio de Góngora”, termina la investigadora. El padrón original de 1607 va a estar expuesto al público en el Archivo Histórico Provincial (calle Pompeyos, 6) a partir del 20 de octubre en horario de mañana y durante un mes.

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