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FESTIVAL DE LA GUITARRA ANÁLISIS
Más presupuesto y calidad y un concierto exclusivo: una mirada al Festival de la Guitarra 2023

Una guitarra en una calle de Córdoba, en una edición del Festival de la Guitarra

Juan Velasco

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Como cada primavera, el anuncio del cartel del Festival de la Guitarra de Córdoba llega con división de opiniones. Es difícil, por no decir imposible, contentar al público cordobés, y más aún a los fieles a una cita que suma 42 ediciones, una de las más veteranas del panorama festivalero español y, también, una de las más obcecadas en seguir con una fórmula (la del festival de nueve días seguidos) que ya apenas tiene vigencia en la era del “todo en un fin de semana”.

En un momento como el actual, en el que la oferta festivalera presenta sobresaturación y tras un año, 2022, en el que la suspensión y cancelación de festivales pasó de ser anecdótica a preocupante, el Festival de la Guitarra, la cita veraniega de los cordobeses con la música, sigue erre que erra y apostándolo todo a su combinación de varios escenarios y cursos formativos.

Esto último es, acaso, lo único queda ya que conecta al 100% el festival actual con lo que fue en sus inicios: aquel Primer Encuentro Flamenco de Córdoba que ideó el guitarrista Paco Peña como un seminario teórico y lectivo sobre toque flamenco, en el que los conciertos eran casi una actividad complementaria. Hoy, ocurre lo contrario, al festival se le mide por sus conciertos y no por sus seminarios y clases magistrales, a pesar de que todavía es lo que lo distingue del resto de la oferta festivalera.

El problema, claro, es que si se mide al Festival de la Guitarra por su oferta de conciertos de guitarra, el resultado puede llevar a la depresión a los amantes de las seis cuerdas. Un ejemplo ha sido el comentario de un reputado periodista cultural, que muy justificadamente (tirando de ironía) advertía sobre el cartel de este año: “Cuidado no se vaya a colar un guitarrista en el festival de la guitarra, eso sería el descoloque. Si aparece, que sea por lo bajini, que no incordie”.

No disparen al guitarrista

Lo cierto es que guitarristas hay en esta cita. Pero también es cierto que hace años que ningún guitarrista de prestigio internacional encabeza la programación. El año pasado el headliner era Alan Parsons, que no es precisamente un genio de las seis cuerdas. Ni siquiera acudió a la cita. Su concierto se suspendió antes de que arrancara el festival. En 2021, el brillo mundial brilló (valga la redundancia) por su ausencia. En 2019, el año antes de la pandemia, fue igual de humilde, mientras que el año 2018, los grandes nombres fueron Bryan Ferry, mucho más cantante que guitarrista, y Kiss, un concierto que fue muy cuestionado por su alto coste.

Así, en los últimos cinco años, el festival ha mantenido un perfil bajo, con errores de programación y un continuo ensayo-error, en busca de un público que está ultraestimulado por la oferta de festivales a una hora en tren. En este marco, y con un gran recinto como la plaza de Toros fuera de juego (cedida a un grupo empresarial que este año encima contraprograma el festival con cuatro conciertos), la programadora del Festival de la Guitarra, Ana Linares, ha optado por apostar por nombres de calidad que, aunque no tendrán un gran impacto popular, sí van a ayudar a hacer apetecible para el público más gourmet la ciudad en el mes de julio.

Vuelta al millón de euros

Para empezar hay dos movimientos que son nuevos este año, tras un lustro de oscuridad. Por un lado, el presupuesto por primera vez aumenta y vuelve a superar el millón de euros, una petición que venía haciendo desde hace años el fallecido gerente del IMAE, Juan Carlos Limia, consciente de la ya insostenible diferencia presupuestaria que había entre Córdoba y la competencia. La última vez que el festival superó el millón fue en 2018, por el citado concierto de Kiss. Desde entonces, su presupuesto fue menguando hasta llegar a poco más de medio millón.

Por otro lado, por primera vez en muchos años se trae a un artista en exclusividad a España. Esta es una petición que viene de largo. Apostar por que el concierto que se de en el festival sea el único en Andalucía o España consigue que los fans de ese músico acudan a la ciudad. Este año, se ha logrado con el cantante Gregory Porter, un músico que quizá sea desconocido por el gran público cordobés, pero que es una de las mejores voces masculinas del jazz contemporáneo.

Nacido en Sacramento, California, en 1971, Porter llegó tarde a la música, pero su entrada fue un ciclón. Su voz de barítono, su presencia escénica y su calidad compositiva, hicieron que, con apenas dos discos, firmara ya el tercero con la prestigiosa discográfica Blue Note. El resultado fue Liquid Spirit, uno de los disco de jazz más exitosos de la última década, ganador del Grammy a Mejor Disco Vocal de Jazz. Desde entonces, su carrera no ha bajado un peldaño en cuanto a calidad y compromiso con el jazz y el soul.

Su presencia en Córdoba será el único concierto del cantante en España. Si a alguien todavía le interesa este tipo de cosas, Porter llegará a Córdoba después de hacer tres noches seguidas en el Royal Albert Hall de Londres y de encabezar los festivales de Copenhague y Gante. Se puede criticar su elección por desconocimiento, pero no que es una apuesta por la calidad internacional que hace años que el festival no hace. Es lo más parecido a una figura tipo Norah Jones a lo que, en este momento, Córdoba puede aspirar. No hay más.

Lo mismo se puede decir, aunque sin jugar la carta de la exclusividad, del compositor y guitarrista Gustavo Santaolalla, otro músico brillante y multipremiado, que llegará a Córdoba en pleno reconocimiento por su trabajo para la aclamada serie The last of us (HBO), último peldaño de una carrera jalonada por varios premios Oscar y Grammy.

También se puede colgar la etiqueta de genio a Marcus Miller, un viejo conocido del festival, y uno de los bajistas más influyentes de la música de los últimos 40 años, compositor multipremiado y músico de sesión para Bill Withers, Herbie Hancock, Eric Clapton, Aretha Franklin, George Benson o Elton John, por nombrar algunos.

Y española, aunque con un enorme peso internacional es la cantante y compositora Silvia Pérez Cruz, una artista sin la que no se pueden entender propuestas como la de la primera Rosalía (la de Los Ángeles), y que presentará en Córdoba su nuevo disco, que sale este mes de abril. Su concierto, aunque tampoco exclusivo, sí es el único que, por el momento, tiene anunciado en Andalucía. Lo mismo se puede decir de Israel Fernández, el cantaor más explosivo del flamenco contemporáneo, que presentará en Córdoba antes que en Madrid su espectáculo Pura Sangre, a partir del que será su nuevo disco.

Junto a él estará su inseparable guitarrista Diego del Morao, que pondrá la nota flamenca al festival junto al directo de la sevillana Rosario La Tremendita, una voz y una presencia indispensable para entender los nuevos territorios hacia donde se dirige el arte jondo. El flamenco, por cierto, vuelve a copar buena parte de la programación, con propuestas de danza como la de Estévez y Paños, fusión contemporánea (como la del toque puro de Chicuelo, la delicada batería de David Gómez y el virtuoso violoncelo de Martín Meléndez que envuelven el baile de Karen Lugo), y mezcla con el mundo clásico (el de los conciertos de Santiago Lara en homenaje a Manolo Sanlúcar y José Antonio Rodríguez, revisitando su obra magna El guitarrista azul).

La música latinoamericana estará presente con las presencias del guitarristas cubano Carlos Varela, autor de la mítica canción Una palabra (que ha sonorizado películas como Man on fire); la afroperuana Susana Baca, figura fundamental en el desarrollo de las músicas negras en el continente; y los argentinos Ariel Rot (que presenta su espectáculo conjunto con esa leyenda en constante mutación que es Kiko Veneno) y Coti, un músico cuya inclusión en el cartel ha desatado los comentarios más ácidos.

Para terminar, vuelve a tener su hueco el indie, denostado en los últimos años, con los conciertos de León Benavente, Arde Bogotá y Lori Meyers, que se abonan a la fórmula de doble sesión junto a propuestas más clásicas como Los Enemigos, la banda de Josele Santiago que nunca suele defraudar. También estarán presentes las músicas del mundo, que aportan Zenet y los magrebíes Gabacho Maroc, que también repiten en el festival invitados por Casa Árabe. 

La propuesta clásica sí que no arroja sorpresa alguna: vuelven Manuel Barrueco, David Russell y Ana Vidovic, que eran, son y siguen siendo tres de los mejores guitarristas clásicos del mundo, repitan o no repitan presencia en Córdoba. A ellos se une el cordobés Álvaro Toscano, llamado a hacerse un hueco en este género.

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