Los secretos de la Macsura en la Mezquita de Córdoba
Hasta los años 20 del siglo XX, las tres cúpulas de la Macsura de la Mezquita de Córdoba permanecían con el mismo aspecto desde que las construyó Al Hakem II a finales del siglo X. Los tres majestuosos lucernarios que apoyan al impresionante Mihrab, la joya de la corona de la Mezquita cordobesa, estaban construidos en una madera que 900 años después presentaba un grave estado y que amenazaba a la estructura. La madera, además, era una de las grandes pesadillas para los arquitectos conservadores del monumento, por lo que Ricardo Velázquez Bosco decidió sustituirla por una obra de ladrillo que volvería a cubrir de tejas. Un siglo después, el Cabildo vuelve a intervenir en una de las zonas más sensibles de la Mezquita de Córdoba, donde más riesgo podía haber para futuros problemas con la humedad o con las termitas.
Los trabajos comenzaron en enero de este año y han empezado precisamente por el tejado, de arriba a abajo, en un proceso de restauración inverso al de construcción. Primero las tejas, las cubiertas y ya se irá trabajando en la consolidación del resto de unas estructuras de más valor del monumento, tal y como ha detallado este martes, en una visita a la obra el arquitecto conservador Gabriel Rebollo. Sus tres cúpulas constituyen el ejemplo más antiguo de arquitectura nervada de la historia de la arquitectura universal conservada, así como el molde tanto para el urbanismo islámico como para las construcciones abovedadas europeas posteriores.
Es la tercera vez que se acomete un proceso de restauración de este espacio, uno de los lugares más singulares, representativos y valiosos de la Mezquita Catedral. Así, en el año 1771, al arquitecto Baltasar Dreveton -junto a Patricio Furriel- realizó unos trabajos de consolidación de este lugar sin que se “alterase o mudase en nada la traza y el carácter arquitectónico del recinto árabe” -aunque posteriormente, en 1815, se desmanteló la capilla dedicada a San Pedro que ocultaba la majestuosa arquitectura del califa Al-Hakam II y se restauraron el mihrab y las cúpulas del vestíbulo-. Un siglo después, en 1912, fue Ricardo Velázquez Bosco el que acometió una nueva restauración, que contó con la participación de colaboradores locales como el escultor Mateo Inurria y el aparejador Rafael Aguilar López, además del arquitecto Antonio Flórez.
En unas obras que durarán tres años y que tienen un presupuesto de cuatro millones de euros, se ha instalado una cubierta metálica y unos andamios para facilitar los trabajos en la zona y evitar que la lluvia acabe afectando a una de las zonas más sensibles de todo el monumento. Los obreros han desmontado ya la mayor parte de las tejas de las dos primeras bóvedas, la oriental (la más dañada) y la central, y en las próximas semanas trabajarán también en la occidental. Un siglo después, se ha vuelto a ver por dentro el sistema constructivo de estas bóvedas del siglo X.
Los tres espacios cupulados que serán objeto de la obra -la cúpula oriental, central y occiodental- son de planta sensiblemente cuadrada y funcionan como lucernarios que enfatizan la posición del Mihrab. El proyecto plantea una actuación en las cubiertas para resolver los problemas de estanqueidad o ventilación. En los revestimientos de las bóvedas se intervendrá de forma específica según necesidad en enlucidos y empacados.
En los mosaicos, tanto en la obra original como en las distintas reparaciones, la intervención será lo más limitada posible para mantener la obra tal y como ha llegado hasta nosotros. En las figuras decorativas no se aprecian deterioros, por lo que no requieren ninguna intervención, a priori. En el suelo se plantea la conservación del pavimento original de mármol del Mihrab.
En cuanto a las pinturas, en una fase previa se estudiará el origen y la técnica de las pinturas existentes en las distintas localizaciones para su consolidación, valorando su integración. Por su parte, las piezas cerámicas no requieren ninguna intervención.
El mihrab y la macsura
En el espacio de la macsura, espacio reservado para el rezo de la familia del califa, en la zona central del muro de quibla, se localiza el mihrab. Situado entre las portadas de la cámara del tesoro y del sabat, se dispone como punto focal de la aportación que realiza Alhakén II en la Aljama. Sin embargo, no es sólo el lugar hacia el que se orienta el rezo, sino también el enclave en el que converge el desarrollo constructivo de esta ampliación, y plásticamente, el más espectacular.
En la mezquita cordobesa, el mihrab no es una simple hornacina, sino que se plantea como una pequeña estancia de planta octogonal cubierta por una cúpula de venera. Su portada se estructura a través de un arco de herradura peraltado en el que se concentra la decoración de mosaicos que enlaza con la tradición de Bizancio, aportada por la labor de los artesanos enviados por el emperador Nicéforo II.
En 2006, a partir de un convenio de colaboración con la Junta de Andalucía, se puso en marcha el proyecto para restaurar este espacio. Se comenzaron entonces los estudios técnicos e investigaciones que han permitido un mejor conocimiento de los distintos espacios y estructuras arquitectónicas.
El Cabildo quiere que se pueda visitar la zona
El deán presidente del Cabildo Catedral de Córdoba, Joaquín Alberto Nieva, quiere que los visitantes de la Mezquita-Catedral de Córdoba puedan seguir disfrutando de la belleza de la macsura, es decir, del que fuera el lugar de oración del califa, durante la restauración de sus cúpulas, que ya ejecuta la institución capitular, en el marco de un proyecto a desarrollar en tres años y con un presupuesto propio de cuatro millones de euros, y que ha iniciado en la cubierta exterior.
A este respecto y en declaraciones a los periodistas durante una visita a las obras de restauración que, por ahora, se circunscriben al exterior de las tres cúpulas de la macsura, a las que se accede recorriendo un gran andamio instalado expresamente para facilitar la intervención, Joaquín Alberto Nieva ha explicado que “en la restauración de las cúpulas de la macsura vamos a seguir siempre los criterios técnicos y, por supuesto, todo lo que está en el proyecto”.
“Entonces --ha proseguido--, en función de las posibilidades que nos permita el desarrollo del proyecto intentaremos, si es posible, que los visitantes no solo continúen viendo las distintas partes de las tres cúpulas inferiores, sino también, si es posible, que puedan ver algo de la restauración. Pero eso ya nos lo irán diciendo los propios técnicos, si es posible o no”.
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