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Izal instaura su pequeña gran revolución en miles de corazones cordobeses

Concierto de Izal en el 'ILike Festival' | ALEX GALLEGOS

Pilar Montero

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Como se suele decir, las lluvias han sido torrenciales desde que Mikel y los suyos vinieron a la capital en 2012 para darse a conocer en un ambiente mucho más precario. Varios años después, convertidos en elegantes tripulantes de una nave postapocalíptica, los cinco recuerdan sus inicios ante más de tres mil personas deseosas de unirse a su viaje. “¿Cuántos de vosotros estuvieron viéndonos aquella noche en Babilonia?”, preguntaba el vocal. Manos repartidas por todo el anfiteatro se alzaban, a lo que este respondía con un rotundo “Mis cojones”.

Las camisetas negras con el “IZAL” estampado al frente habían peregrinado hasta la Axerquia para ver en directo el despliegue de Autoterapia, último disco de la banda, pero no solo se encontraron con temas como Ruido Blanco, con el que abrían el concierto, sino que terminaron participando en un viaje emocionante por aquellas canciones que les hicieron querer llevar puesto a su grupo favorito.

Los olores de vida plena de Copacabana sumieron al anfiteatro en una magia tan especial e irresistible como los contoneos del vocalista. “Hay noches que intuímos que van a ser la hostia y que nos lo vamos a pasar bien en el escenario. Esta es una de esas noches”. Así lo demostró Mikel con inesperados gritos de mariachi y la actitud de un artista acostumbrado a sacar partido a su voz para que lo complicado no lo parezca tanto. Porque Arte Moderno y Despedida fluían bien entre el despliegue de luces de colores e imágenes nostálgicas, combinando tonos suaves con los ritmos frenéticos de Asuntos Delicados y la imprescindible Mujer de Verde.

Precisamente lo femenino tiene un papel central en las composiciones de la banda. Mikel siempre ha disfrutado contando la historia de su Pequeña gran revolución, la que ha llegado a su familia rebosante de vida y a la que en este tema incita a crecer con ferocidad, paso firme y valentía. Así, la banda se situaba en la línea reivindicativa por la que Eutopía apuesta en esta edición. “Hay muchas formas de miedo”, introducía el cantante. “Nina Simone decía que la libertad es vivir sin miedo. Ojalá extirpemos los miedos de esta sociedad, como el hecho de que una mujer pueda volver sola a casa sin aguantar gilipolleces”, dijo. Sus palabras fueron seguidas de un vitoreado Adiós al pánico práctico.

Entre aplausos, móviles y mecheros encendidos, imágenes cinematográficas, más luces y el toque de un ukelele que hizo las veces de guitarra, se despedían colmando -como hacen siempre- los corazones de sus seguidores habituales. Enseñando a los nuevos por qué fueron de los primeros en consolidarse como banda indie por excelencia en los tiempos en los que el término ya empezaba a hacerse mainstream.

Antes de que las camisetas estampadas llenasen el auditorio, Shinova y Alís caldearon una velada en la que se echó en falta más participación femenina encima del escenario.

La banda de Pachi García Alís sonaba mientras se llenaban las primeras filas de la pista. El veterano músico y productor, cansado de recorrer miles de kilómetros junto a bandas consagradas de la escena como Lori Meyers o Los Planetas, decidió sacar la furgoneta para girar con sus propias canciones. El resultado es una poética que relacionan con el espíritu de los malditos franceses, entonada con canciones pop. En palabras del propio García: “Tan pop como la música de Bach”. A los Alis no les gustan las etiquetas y cuando se definen como alternativos quieren decir al público que no encontrarán nada parecido en el mundillo. Así lo vivieron los primeros en llegar, sorprendidos por ese rock progresivo, fuerte, de bajo y batería marcados y aires de Muse. Mezcla singular pero efectiva.

Los Shinova se mostraban encantados de compartir cartel con bandas “admiradas” y “amigas”. Prometieron que lo suyo sería “breve pero intenso”, y así fue. Con un frontman carismático y entregado lograron caldear los ánimos de un público cada vez más creciente, sorprendido por esa energía extraña y esas letras existencialistas tan de grupo independiente que mira al cielo en noches estrelladas con la esperanza de poder escapar de todo.

Qué tendrán las citas programadas cada edición del I Like Festival para que grupos y público terminen siempre con tan buen sabor de boca. O quizá sea la luz extraña de la noche cordobesa, que tanto atrae a los ensimismados de la escena indie. Polillas apasionadas atraídas por la luminosidad que promete la evasión en mundos imaginarios mejores.

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