Havalina, quiero no cansarme nunca de escuchar tu voz
La banda de rock presentó su disco Islas de cemento en la Sala Hangar
Comenzó puntual esa oscuridad musical que hace que durante 100 minutos tengas el corazón encogido a golpe de batería y bajo. Eso es lo que pienso cada vez que me enfrento a un bolo de esta familia, una angustia gustosa por dejarme transportar a atmósferas complejas.
Havalina defendió su último disco en la sala Hangar, escrito a cuatro manos por los hermanos Cabezalí e inspirado en el libro de poemas del hermano del cantante.
Los conciertos de los de Madrid son compactos, pulcros y subidos de volumen hasta un punto exquisito. Probablemente los que comenzaron llamándose Havalina Blue tienen uno de los mejores y contundentes directos del panorama nacional. Son tres en escena, pero todo sería imposible sin el cuarto poder, Isaac Rico en la mesa apurando hasta el máximo las compresiones y los hercios. Brutal su trabajo, espectáculo verlo trabajar.
Los acordes salen de la guitarra para contar historias que poco a poco se van embarrando con sonidos que a veces llegan a un rollo Rage Against the Machine, rozando riffs de rapmetal. Genialidad es cuando solo ves a guitarra, bajo y batería sobre las tablas y escuchas a muchos más, eso es Havalina. Guitarras infinitas con punteos metrados con ayuda de trémolo y pedalera, batería de metrónomo y bajo con un amplificador que podría derribar una casa.
Veinte temas variaditos de sus discos en español. La voz de él para comenzar, Cristales Rotos sobre el asfalto mojado, Islas de Cemento, Un reloj de pulsera con la esfera rota y hasta una versión de los grandísimos Soda Stereo, En remolinos. Veinte trallazos con una sola parada para coger aliento, ellos o la media entrada que asistió.
Cuando terminan sus conciertos te quedas huérfano de sonido, no es la sensación de euforia de quiero más, quiero más, es la sensación de voy a digerir esta amalgama de acordes y letras.
Reconozco que llegué tarde a Havalina, aunque dicen que nunca es tarde si la dicha es buena. Comencé a seguirlos cuando empezaron a editar discos en español. No llegué a conocerlos cuando hacían canciones en inglés, Charlie Bautista (ahora con Jero Romero) y Manuel Cabezalí. Las casualidades hacen que en menos de un mes hayan pisado el mismo escenario por separado con sus bandas. Dos tótem de la música independiente en España que empezaron haciendo temas en otra lengua y afortunadamente, en mi opinión, cambiaron de idioma.
Todo en Havalina da vueltas en mi cabeza, son como círculos concéntricos. La primera vez que escuché su nombre me llamó la atención porque me encanta la canción del mítico disco Bossanova de los Pixies. Identificar músicos que admiras que comenzaron juntos y que sus trayectorias son tan diferentes. Ir a conciertos de Julio de la Rosa, escuchar el debut de Helena Goch y descubrir al bajista de Havalina. Todo son círculos.
Havalina, quiero no cansarme nunca de escuchar tu voz como decíais en esa maravillosa canción Imperfección.
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