La Filmoteca de Andalucía: el baúl que guarda la historia del cine y los recuerdos de vídeos familiares
Tener cientos o miles de fotografías y grabaciones en nuestros dispositivos se ha convertido en lo común. Sin embargo, hace unos años, una sola cinta podía servir para grabar solo unos tres minutos de vídeo, o quizás algo más, pero siendo de mayor tamaño. Pensar en revelar esas imágenes puede sonar imposible, pero la Filmoteca de Andalucía, con sede en Córdoba, lleva desde 2016 desempolvando los recuerdos de las familias cordobesas. Imágenes que en solo segundos pueden ser oro para la memoria de la ciudad y de toda Andalucía, ya que pueden recoger momentos como el de Franco en coche de caballos por la Feria de Sevilla o a Jacqueline Kennedy vestida de flamenca, también en la misma feria. No son ejemplos, son imágenes que se encuentran realmente en los fondos de la Filmoteca.
Sentados en una pequeña habitación, Ramón Benítez, del Departamento Técnico de la Filmoteca, y una alumna de la Universidad de Córdoba trabajan en la digitalización de cintas de súper 8 mediante un proyector adaptado. “Se le mete una cámara digital y las va capturando en un fotograma. Hay que crear como 3.000 fotogramas. Luego se compila y crea el efecto”, ha explicado Benítez. Una vez que la cinta se ha digitalizado, se le entrega a la familia y la Filmoteca se queda con una copia para sus fondos. “No dejan de ser películas familiares, pero siempre sale un fondo, una ciudad...”, añade Benítez. Pero aunque solo sean segundos, tienen un importante valor histórico y documental, ya que pueden servir para recopilar todas las partes de estas grabaciones en las que aparece la misma ciudad en distintos años, por ejemplo, y juntarlas en otro trabajo.
Las cintas que revelan actualmente fueron cedidas por particulares en 2016, cuando iniciaron un programa para promover la digitalización de estas grabaciones y que no se perdiesen. Las cintas de súper 8, detalla el técnico, pueden ser de “15 metros para tres minutos de filmación” y en muchas ocasiones no se ven las imágenes con claridad porque, además de ser de aficionados, “era tan caro que sus protagonistas se agobiaban por grabar todo lo posible en esa película, pero al final no se ve nada”.
Además de digitalizar estas cintas, también se encargan de restaurar ciertas grabaciones para que pasen a sus fondos. Un ejemplo de estas es un recorrido por España en el que aparece Lola Flores, de quien han tenido que comprar los derechos de autor y mandarlas a un laboratorio para restaurar, según ha explicado el gerente de la Filmoteca, Francisco de Paula Pérez. Ahora, cuentan con los derechos de exhibición en el ámbito cultural.
En otro de los rincones del edificio se guardan los proyectores utilizados para emitir en la sala de cine las películas, que constaban de varias cintas. La capacidad de estas era tan escasa que se necesitaba más de un rollo para un solo film. “Una película de hora y media eran cinco rollos, que pesan más de 20 kilos” que había que transportar también para que se reprodujeran en otros cines. El proceso para emitir en la gran pantalla era, según detalla Benítez, el siguiente: “Llega la copia, vas metiendo las cintas por partes, porque la película va por partes, las unes, las pones en una torta grande y se proyecta”. Además, se iba controlando en una mesa de montaje el visionado, según aclara Benítez.
La Filmoteca reúne una amplia colección de los distintos formatos de grabación, siendo un archivo de 1914 el más antiguo que guarda. El espacio, que a simple vista parece no ser demasiado amplio, guarda habitaciones inimaginables repletas de cintas, como un antiguo estudio que han tenido que convertir en almacén para guardar, además de fondos del depósito legal, una colección de unos 10.000 DVDs de un particular. “Un formato que fue muy novedoso en su momento pero que ha quedado en desuso”, señala de Paula. Los títulos más rocambolescos o más clásicos se encuentran en estanterías que llegan casi al techo de la sala. Esto se debe a que, de cada producción cinematográfica que quiere ser vendida, los productores que tener una copia. “Lo mismo pasa con el registro de la Biblioteca Nacional”. Además, “también todas las que han sido realizadas con ayuda de la Junta tienen que traer una copia”, indica el gerente.
Necesidades de conservación
Al igual que los documentos escritos que se conservan en el Archivo Provincial, las películas necesitan también ser conservadas en unas ciertas condiciones para evitar su deterioro. En la Filmoteca de Córdoba cuentan con tres cámaras donde conservan sus fondos más antiguos y que, según indica Benítez, tienen que estar entre “unos 10 y 15 grados” y 45-50 de humedad, dependiendo del material. Aunque están a la espera de que el aparato que recoge estas temperaturas para controlarlas sea renovado.
Verdaderos tesoros
Entre sus rincones se encuentran antiquísimos proyectores de cine, pero además, su patio principal se encuentra decorado con dos curiosos carteles luminosos que recogen la cartelera de los años 50 y 60 en Sevilla. En estos paneles se ponía la cartelera de los cines pero además, “se aprovechaba el espacio para que pusieran publicidad de los distintos negocios”, indica Francisco de Paula Pérez, gerente de la Filmoteca. Hipoteca, Transportes Mari o Fotomatón son algunos de los anuncios que se pueden leer en los dos carteles luminosos presentes en el edificio. “Era de un chico de Sevilla que su padre tenía una tienda que iba a cerrar y nos dijo que fuésemos ya o se lo llevaban”, cuenta Benítez, volviendo a referirse a la posibilidad de perder muchos de estos documentos por las generaciones futuras.
En los años 50, lo que se utilizaba para estas películas era el nitrato, un material inflamable, por lo que el personal de la Filmoteca ha tenido que desplazarse hasta ciertos lugares, como Constantina, para traer películas, ya que “las empresas de mensajería no quieren cogerlo porque es material peligroso”. Hasta el municipio sevillano se desplazaron para traerse una cinta donde aparece Lola Flores y que ahora se encuentran restaurando. Lo hicieron “en una maleta de un buque soviético que apareció en Sevilla” el cual llevaba, según cuentan, documentales de propaganda soviética. “Fuimos en verano uno de los días de menos calor, pero igualmente fuimos corriendo porque metido en el coche era peligroso”.
Además, entre sus amplias colecciones de películas de vídeo o fotográficas, la Filmoteca tiene varios aparatos de gran importancia histórica. Uno de ellos es el creado por Pérez Arroyo, natural de Lucena y que se fue a vivir a Valencia, donde comenzó a ilustrar, acompañado de sus hijos y nueras, pequeñas tiradas de dibujos animados que proyectaban antes de las películas. Pero cuando llegó el NO-DO, explica Pérez, “diseñó un aparato, se fue a una fábrica de señales de tráfico de Valencia y pidió que se lo reprodujeran. Así se convirtió en uno de los precursores de Cinexim”, un juguete para niños.
Pero la Filmoteca cuenta también con un archivo gráfico y una biblioteca especializada en cine, que ahora se encuentra cerrada pero que volverá a abrir próximamente, donde los interesados por el cine pueden encontrar cualquier tipo de libro. Esta es la más grande de estas características a nivel andaluz, según explica su encargada, Pepa Díaz. De los 12.500 ejemplares que aproximadamente hay en la biblioteca, Díaz explica que el más antiguo es La Fotografía de los Colores: Fundamentos Científicos y Reglas Prácticas, de Santiago Ramón y Cajal, publicado en 1912. Entre libros y cintas VHS, DVD, rollos de súper 8 y el resto de formatos de grabación las horas se pasan volando conociendo en profundidad la historia del séptimo arte.
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