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¿Jugamos a ser escritoras?

‘En palabras de Jo...Mujercitas’ en el Gran Teatro

Carlos Alarcón / Fotos: Toni Blanco

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Es todo lo que la sociedad permitía a las mujeres a finales del XIX: jugar a ser “alguien”. Pero ese juego se convirtió en la chispa que prendió y quemó estándares desde la literatura a lo social con la pluma de Louisa May Alcott y su Mujercitas. Y que Lola Blasco, mano a mano, con Pepa Gamboa proyectan a través de su espejo en escena para descomponernos el proceso creativo, de la escritora norteamericana, con su versión “En palabras de Jo...Mujercitas”.

El telón nos abre un diseño escénico decimonónico el cual está impregnado de la juventud y vitalidad de un elenco de actrices -que vienen pisando fuerte- para encarnar los devenires archiconocidos, en la cultura popular, de las Hermanas March.

En un primer acto se nos muestra la trama de las Amy, Beth, Meg, Margaret y Jo del modo que ya conocíamos, para hacer un estudio -en los siguientes dos actos- de  los entresijos de la creación de Louisa May Alcott.

Con un juego de espejos donde la protagonista se presenta de forma triple Jo-niña, autora y alter ego con la Tía March-, la dramaturga -Premio Nacional de Literatura Dramática 2016- deconstruye la popular novela mediante dicho divertimento espectral, a la vez que observamos como Alcott sorteaba los obstáculos de las obtusas mentes del final del XIX. 

Una escena floreada por el saber hacer de Antonio Marín, dibujada por Juanjo Llorens, que con los naranjas de los atardeceres de Massachusetts y con los pálidos azules de una enferma Beth bañan lo cómico y trágico de la obra, vestida de forma exquisita por Guadalupe Valero

Resaltar a una poderosa Maite Sandoval que, con total desparpajo, pasa de ser la autora madura que es Alcott -Jo, autora- a la excéntrica tía March para capitanear a este arquetípico grupo de mujeres hacía sus finales, escogidos en la misma pieza con la ayuda del personaje de Margaret Fuller -referente de la Alcott- e interpretado por Ana José Bóveda que además se espeta los personajes de la madre y el editor.

En conclusión, asistimos a una correspondencia, llena de ironía, referencias, lágrimas y humor, entre una de las dramaturgas más prolíficas de nuestro país con una autora que, pese a las dificultades de la época, se abrió paso con una literatura “accesible-a-todo-el-mundo”, lo que hizo que su mensaje permeara en la conciencia de una sociedad en plena transformación. 

Todo ello, desplegándonos una sutil radiografía escénica de una mente brillante que iluminó el camino de mujeres como Simone de Beavoir o Gertrude Stein entre otras.

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