El Espejo Negro (y blanco) de aquella España
El pasado año se cumplieron sesenta años del estreno de una de las películas cumbre de nuestra filmografía: El Verdugo. Y para celebrarlo -el tres veces premio Max- Ángel Calvente y su emblemática cia El Espejo Negro resucitan la película que fuera sensación en el Festival de Venecia.
Ironía y expresionismo de una España más negra que blanca
Tras año y medio de investigación artesanal y teatral, El Espejo Negro estrenó esta pieza impecable el pasado año en el teatro Soho de Málaga (el cual co-produce la obra.)
Con cuatro intérpretes/manipuladores, que acometen también las funciones de tramoyistas, vemos la historia transitar ante nuestros sentidos, con una ejecución sencilla y engranada como el mejor de los relojes suizos. Llevándonos de una escena a otra de la joya narrativa berlanguiana (y azoconiana), de una forma sutil y magistral. Aderezado con canciones de nuestro patrimonio musical patrio que transitan, y apoyan, la narración.
Para dejar que, la carne de las marionetas, relaten esta “comedia kafkiana” sobre el género humano y lo absurdo de una época, la franquista, que de forma sorprendente Berlanga burla a la censura.
La iluminación de Laín Calvente y la escenografía de Ángel Calvente, van más allá de la obra fílmica y construyen espacios expresionistas que bien podrían acercarnos por momentos al clásico de O. Welles: El Proceso.
“Los miedos son libres y sus dueños no son ni los buenos ni los malos”. Esta es la frase con la que Ángel Calvente hace alusión a la película que co-escribieron Berlanga y Azcona allá por el comienzo de los años sesenta.
El verdugo es un directo alegato contra la pena de muerte y los aparatos del estado de los que se servia una España oscura, subyugante y machista, para ahogar las voces que luchaban por la libertad y el cambio. Personas que se arrastran por sus vidas para poder sobrevivir en el día a día lleno de opacidad y resignación, aceptando trabajos que desgarran el alma de cualquier humano y que, Berlanga y Azcona, caricaturizaban para ver si entre risa y risa, se escudriñaban algún atisbo de reflexión.
35 años de una compañía andaluza
Desde sus inicios, Ángel Calvente, ha defendido a ultranza la dignificación del uso de las marionetas, creando ya no un sello original y propio con denominación de origen sino también creando escuela, ya que decenas de compañías de todo el ámbito nacional han tomado, a la compañía malagueña, como un referente en el amor, cuidado y esmero que hacen por la artesanía teatral en todos los sentidos. Y que ahora goza de uno de sus mejores momentos.
En definitiva, un acierto el acercar la película de Berlanga a esta extrapolación (barra) extensión del alma humana que son las marionetas, que nos hacen de espejo cóncavo y que nos devuelven el abrazo con un gesto de cariño, el cual abrazamos con ternura y reflexión.
0