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Barenboim llena el Gran Teatro de música para la paz

El maestro Barenboim, dirigiendo a su orquesta | TONI BLANCO

Redacción Cordópolis

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La sinagoga de Córdoba celebra su 700 aniversario por todo lo alto con un gran concierto de la mano del maestro Daniel Barenboim

Enmarcada dentro de los eventos y actividades conmemorativas del 700 aniversario de la Sinagoga de Córdoba, anoche tuvo lugar en el Gran Teatro la esperada cita de la orquesta West Eastern Divan, dirigida por el celebérrimo argentino Daniel Barenboim. Córdoba fue elegida para iniciar la gira de invierno de la West Easter Divan, que hará escala en ciudades como Madrid, Sevilla o París. Fue un concierto de dos horas y media de duración que consiguió colgar el cartel de “localidades agotadas” desde hace unas semanas.

Cabe destacar la implicación del maestro Barenboim por la causa Israel-Palestina. El director de orquesta ha sido galardonado con númerosos premios en pro de la tolerancia y la concordia. Fue nominado al premio Nobel de la Paz en 2011, ganador del Príncipe de Asturias y un larguísimo etcétera.

Comenzó el concierto con una modificación en el orden del programa, con “Dérive 2” de Pierre Boulez, una obra contemporánea escrita para 11 instrumentistas: tres de viento madera, tres cuerdas, un viento metal, dos percusionistas, arpa y piano. La mini orquesta de 11 jóvenes talentos dio inicio al concierto con una obra de alto nivel técnico, ritmos complejos y elaboradas secciones contrapuntísticas. Con casi una hora de duración concluyó “Dérive 2” , cerrándose así una primera parte del concierto en la que ya se pudieron escuchar los primeros “bravos” de un público atento y expectante.

El intermedio se aprovechó para reestructurar el escenario y así dar paso a lo que sería la plantilla completa de la West Easter Divan, en la que se encontraban algunos músicos cordobeses  y un número significativo de andaluces, debido a la ubicación de la orquesta en Sevilla desde el año 2002.

La segunda parte comenzó con Claude Debussy y su poema sinfónico, de aproximadamente 10 minutos, “Preludio para la siesta de un fauno”. La pieza se inició con un solo de flauta que desde un principio pudo meter al público en el ambiente ideado por Debussy.

Esta segunda parte del concierto continuó con el compositor Maurice Ravel, del que se pudieron escuchar cuatro obras: “Rapsodia española”, “Alborada del gracioso”, “Pavana para una infanta difunta” y, para finalizar el concierto, el siempre espectacular “Bolero”. Comenzando con un matiz pianísimo por parte del percusionista, colocado en el centro, el maestro Barenboim no dudó en sentarse en una silla apartado de la orquesta, como si de un espectador más se tratase, para disfrutar de su formación musical. Se pudo disfrutar de un bolero en el que se iban “pasando” los solos de unos a otros, todos perfectamente ejecutados, enmarcados en un tenso y largo “crescendo”.

Después de unos largos cinco minutos de aplausos, numerosos “bravo” y un regalo en forma de bis,“El firulete”, se dio por finalizado uno de los eventos conmemorativos del 700 aniversario de la sinagoga de Córdoba, que dejó un muy buen sabor de boca el público cordobés del Gran Teatro.

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