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Un vistazo al versátil edificio horadado

Visita al Centro de Creación Contemporánea | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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Comienzan los tres días de visitas guiadas al Centro de Creación Contemporánea de Andalucía que aspira a abrir sus puertas en 2015

La arquitecta Fuensanta Nieto se ríe cuando recuerda el nombre con el que ella misma ha bautizado a su criatura: “el edificio horadado”. Es natural. Literalmente, es eso. El Centro de Creación Contemporánea de Andalucía -C4, para los amigos, aunque hace tiempo que dejó de ser su título oficial- es una espectacular y compleja estructura de hormigón, completamente agujereada cual queso gruyer. El realizar miles de perforaciones idénticas, perfectamente circulares y alienadas en filas y columnas a lo largo de todas las paredes del edificio no es un capricho de Nieto o su compañero Enrique Sobejano, también arquitecto del proyecto. Los agujeros son, de hecho, el alma del edificio, pues garantizan una infinita versatilidad a la hora de instalar lo que allí se quiera: desde estructuras de soporte de pesadas obras o simplemente conexiones de todo tipo: eléctricas, informáticas... Y es que cada oquedad comunica directamente con galerías preparadas para recibir kilómetros y kilómetros del cableado y las tuberías más dispares, verdadero tejido nervioso del C4.

Hasta ahí bien. El edificio es versátil. Y esa es la palabra más escuchada a lo largo de la visita, dirigida este martes, y de manera especial para los medios de comunicación, por la propia Nieto y la secretaria general de Cultura, María del Mar Alfaro. Si el término “versatilidad” estaba en boca de la arquitecta y de la secretaria general, en la de los periodistas era la pregunta “¿para qué?”. Es decir, cuál va a ser la utilidad última del edificio, dado que su nombre oficial -Centro de Creación Contemporánea de Andalucía- no concreta demasiado y desde el primer momento la Junta se ha esforzado en separar su inmueble de la idea típica de un museo.

La Junta espera que hacia noviembre de 2015 esta estructura blanca por fuera, gris por dentro y lleno de lucernarios, patios esté en funcionamiento. Antes, deberá acometer ulas obras de ordenamiento y acondicionamiento del entorno, sacar a concurso la plaza de director y aprobar su proyecto artístico, así como dotarlo económicamente. Esa línea de trabajo iría destinada a acoger a artistas en activo para que desarrollen su trabajo en el C4. La secretaria general de Cultura llegó a aventurar que los distintos talleres pueden “alquilarse a los artistas”. El edificio está concebido, incluso, para permitir el acceso de pequeños camiones o furgonetas a las puertas mismas de cada uno de los nueve talleres que, a su vez, tienen acceso directo a salas de almacenamiento y, finalmente de exposición. ¿Como una cadena de montaje? “No me gusta usar esa palabra cuando hablamos de arte, pero bueno, algo parecido”, reconoce Nieto.

Paralelamente, la Junta quiere convertir al C4 en un gran centro de formación de diversas disciplinas artísticas contemporáneas en forma de masters “que podrán ir desde la danza a la gastronomía”, ha dicho María del Mar Alfaro. “Los mismos talleres pueden convertirse en espacios que pueden acoger perfectamente un aula más clásica”, ha añadido Nieto.

Pero seis años después de comenzasen las obras y casi tres desde que acabaron, todavía no se conoce cuánto dinero será necesario o cuánto se destinará finalmente para dotar a este ambicioso proyecto público formativo y cultural.Tampoco se sabe nada de la programación que podrá acoger la habitación negra -el auditorio- con capacidad para entre 160 y 200 butacas.

Un edificio sobre la historia

Cuando comenzaron a excavarse los cimientos de C4 ocurrió lo que muchos esperaban: encontraron restos históricos. Las obras dejaron aflorar un yacimiento del siglo IX, nada menos que el arrabal de Sequnda, la barriada de los cordobeses que a lo largo de los años habían ido siendo expulsados de la ciudad, asentándose extramuros, concretamente en Miraflores. En el año 818, después de unas terribles riadas, los vecinos del arrabal se levantaron y fueron a pedir cuentas al alcázar del emir Alhakam.

“Las crónicas cuentan que el motín fue reducido de manera brutal. El arrabal fue asolado. Muchos de los vecinos crucificados junto al puente romano y jamás se volvió a construir viviendas en Miraflores”, cuenta el arqueólogo Maudilio Moreno. Él es el encargado de reintegrar parte de los yacimientos en una zona ajardinada del C4. “Hemos recuperado una casa entera y una confluencia de calles, eso nos permite adivinar parte del entramado urbanístico de una zona que pudo llegar a ser una especie de zoco”, prosigue el arqueólogo. Otros valiosos restos de las excavaciones, como una espada de la época que podría relacionarse con el levantamiento armado, sigue esperando en el silo de la Junta.

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