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La vida bajo techo (X): “Yo no culpo a marzo”

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Marta Jiménez

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“Mientras dure la vida, sigamos con el cuento”, animaba la escritora Carmen Martín Gaite. Seguimos recibiendo historias ciudadanas -en formatos diversos- sobre esta crisis desde distintos puntos de Córdoba y del exterior. Éste canal se convierte en un lugar para que los lectores y lectoras relaten sus experiencias en estos días difíciles. Un espacio de denuncia, desahogo, ayuda e inspiración para los demás. Puedes escribirnos aquí.

Marielo, desde Levante

Cómo la mayoría de los ciudadanos de este país, independientemente de sexo, raza o ideas políticas, están haciendo un esfuerzo para ayudarnos unos a otros, y con la incertidumbre de si tendrán para comer en los próximos meses. Mientras nuestros políticos y nuestras políticas 😉 tienen sus enormes sueldos y están como el resto: en sus casas. La gestión de este gobierno es pésima, la atención a nuestros servicios tanto en salud como en seguridad y sin olvidar a los servicios esenciales, sin protección y sin consideración. Desde luego, en España pasa esto y más, porque olvidamos pronto la lucha y volvemos a la falta de respeto y egoísmo.

Rafael Llamas, desde el Polígono del Guadalquivir

Yo no culpo a marzo...

La calle sigue vacía. Cada vez veo menos perros paseando a sus dueños. Menos personas dirigirse a la compra, y los que van a la panadería todos los días, curiosamente observo que caminan más rápidos, tal vez tratando de llegar a casa con el pan caliente, tal vez, no creo que el miedo al contagio se haya apoderado de ellos, o tal vez si.

La calle sigue vacía y las televisiones llenas de malas noticias, de presagios muy duros. De comparecencias que ya casi nadie escucha porque detrás de cada medida aprobada hay demasiada letra pequeña, y la necesidad vital no entiende de boletines oficiales.

La calle sigue vacía y los pájaros cantan más que nunca. Madrugan como si tuvieran que atravesar la ciudad para llegar con hora al trabajo. ¡Qué envidia! Mi despertador se ha quedado mudo, mi ropa preparada y llevo quince días sin arrancar el motor de mi coche.

La calle sigue vacía y este maldito virus continúa haciendo estragos. No le echo la culpa a marzo pero jamás tuve tantas ganas de perderlo de vista. Abril debe ser otra cosa, aunque no haya Semana Santa, debería darle esperanzas a este mayo sin comuniones, sin cruces ni puestos de caracoles.

La calle sigue vacía y yo seguiré escribiendo sonetos de confinamiento, décimas de añoranza, tratando de digerir tanta incertidumbre, tanto dolor y tanto sufrimiento. Seguiré viendo a mis nietos por video llamada y escuchando la voz quebrada de quien no se maneja con la tecnología y solo le queda la llamada sin rostro de la línea telefónica.

Yo no culpo a marzo, pero este año llegó con una primavera de papel dibujada por los niños en un arco iris lleno, eso sí, de esperanza y de ilusión por volver al parque. Yo no culpo a marzo pero jamás tuve tantas ganas de perderlo de vista.

Marta Morón, desde Córdoba

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