Vecinos de San Julián comienzan a arreglar su barrio ante la falta de limpieza y cuidado municipal
Un grupo de vecinos de la zona de San Julián se han cansado de las imágenes que ven de su barrio y la falta de respuesta del Ayuntamiento y han comenzado a intentar cambiar el aspecto de sus calles. De forma modesta pero entusiasta, el movimiento vecinal, que aglutina a un puñado de residentes, ha sido bautizado como La Juliana.
“Lo hemos llamado así en honor a uno de los árboles que hemos plantado en la zona”, explica este periódico Carmen Sánchez, una de las más activas a la hora de reclamar mejoras estéticas para esta zona, a la que se mudó hace unos años, atraída por su ubicación, junto al Río Guadalquivir, a unos metros del Recinto Ferial. De hecho, lo primero que aclara esta vecina es que la zona San Julián, Ciudad de Cuzco y Rafael Blanco “no es un arrabal”, sino uno de los espacios más revalorizados del Campo de La Verdad.
“Aquí hay vecinos que han pagado cientos de miles de euros por sus casas y que pagan el IBI de zona ajardinada”, señala la portavoz, que recuerda que en el barrio llevan 13 años pidiendo el arreglo de la zona y que, aunque cada vez parece más cercano -la Diputación va a pagar el arreglo del Camino de San Julián-, en las últimas reuniones les han comunicado que “es posible que las obras no arranquen hasta 2022”.
En cualquier caso, Sánchez y un grupo de vecinos comenzaron a pasearse por el barrio y a señalar los desperfectos y la dejadez presente. En algunos casos, hallaron cuestiones que resultaban peligrosas, como las piedras que caen del talud o los adoquines levantados que obstaculizan el paso. También descubrieron la inmensa maleza que crece sin control, la arena que oculta la acera y la falta de iluminación y de seguridad.
Enfado por la inversión de 8 millones de euros en el Recinto Ferial
Eso en lo estético. Porque en lo ético, detectaron una gran falta de arbolado y sombra. Así que, durante el confinamiento, esta vecina y otros de los residentes comenzaron a darle vueltas a la cabeza y así es como se creó el movimiento vecinal La Juliana, que se basa en un razonamiento muy simple: “Si no lo hacen ellos, vamos a hacerlo nosotros. Y eso hemos hecho. Lo estamos arreglando nosotros”, señala.
Así que los vecinos han comenzado a plantar árboles. El primero, la juliana que da nombre a la asociación. Algunos vecinos han comenzado a donar plantas, otros han arreglado los parterres y otros han puesto piedras para que el talud no sea un peligro para niños y mayores.
“La idea era crear conciencia para que el vecino reaccione y que la insatisfacción se convierta en algo positivo. Es una manera de protesta activa”, explica Carmen, que reconoce el hartazgo de los vecinos ante “el juego político en el que se les va dando largas” y el barrio sigue “un año y otro como una zona con un deterioro tremendo”.
Si el confinamiento fue la mecha, explica, la cerilla fue el anuncio de que el Ayuntamiento va a invertir 8 millones de euros en el arreglo del Recinto Ferial, ubicado a una decenas de metros de donde vive esta masa vecinal, pero que solo se utiliza “una vez al año”. “Somos muchos los que sufrimos esta situación para que se invierta en un recinto que se usa una vez al año y en beneficio de las asociaciones y los caseteros”, critica Carmen.
Al final, su reflexión es un tanto amarga: “Lo que pasa es que los barrios como nosotros, en el Campo de la Verdad, no sé por qué siempre está olvidado, no sé si porque no interesan estos votantes”.
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