La tauromaquia, en el ruedo: ¿tradición o maltrato?
El Aula de Debate de la UCO invita al genetista Manuel Ruiz y al filósofo Santiago Navajas a defender sus puntos de vista en contra y a favor de las corridas
Al profesor de la Universidad de Córdoba y genetista Manuel Ruiz le sorprende que se siga debatiendo sobre si un animal mamífero siente o no dolor cuando se le desgarra el lomo con la punta de una lanza que se abre paso entre músculos, nervios y vasos sanguíneos. O cuando varios arpones de ocho centímetros se le clavan cerca de la herida abierta que el picador ha dejado. O cuando finalmente el torero hunde una espada de 80 centímetros atravesando pulmones y aparato digestivo haciendo que, con suerte, el animal muera ahogado en su propia sangre de manera más o menos rápida. Porque si no es así, se le aplicará el descabello y, finalmente, la puntilla en la nuca, arrasando su sistema nervioso central hasta matarlo.
Ruiz explicó de manera rápida y concisa ese ritual establecido en las corridas de toros, invitado por el Aula de Debate de la Universidad de Córdoba, la fundación Cajasol y la Cadena Ser, para discutir sobre la cuestión de la tauromaquia. Obviamente, su punto de vista era no solo critico sino abiertamente opuesto a esta tradición que, especialmente en los últimos años, escucha gritos de protesta que piden su abolición.
En el lado contrario, el filósofo de la UCO Santiago Navajas ofreció una defensa de las corridas que se basó en la esencia cultural de la misma y la calidad de vida de los animales de lidia criados en libertad hasta su última suerte. Durante la misma, tuvo palabras muy críticas contra movimientos animalistas como los que suspendieron momentáneamente una conferencia en defensa de los toros que se desarrolló en la Facultad de Filosofía y Letras. Un boicot contra el que él mismo intervino. Navajas defendió que el debate es mucho más complejo que el que plantean los animalistas, “ciegos por el antropomorfismo que Disney ha otorgado a los animales y que les lleva a equiparar a las personas con éstos”, dijo.
En el lado crítico, Ruiz señaló que los toros de lidia son sobre todo un producto de los cruces buscados por los humanos. “Durante generaciones se han criado para obtener los ejemplares más agresivos, que embistan más. Por naturaleza, estos animales solo lo hacen cuando se sienten amenazados, tienen miedo o están acorralados”, dijo. “Se ha buscado desarrollar una raza que prácticamente viven siempre estresados”, concluyó. “Pero no por ello dejan de sentir dolor, como todos los mamíferos. Porque el dolor es una característica de la vida que nos ayuda. Y ellos lo sienten”, insistió.
Pero, para Navajas, uno de los problemas más graves “es la superioridad moral absoluta que se otorgan a sí mismos los animalistas para llegar a pedir la prohibición de algo que no les gusta”. Y, por ello, defendió “la libertad de expresión artística”, al tiempo que insistía en que las corridas de toros se habían ido amoldando a los nuevos tiempos con la eliminación, por ejemplo, de la presencia de jaurías de perros en los ruedos o el uso de banderillas de fuego sobre los astados. Hasta la implantación, dijo, de los indultos para los toros que demostrasen más bravura. “Yo preferiría vivir y morir como un toro de lidia, en el ruedo, que hacerlo como un animal de ganado en un matadero”, llegó a asegurar.
Para terminar, el profesor Ruiz destacó un detalle legal que para él es definitivo. “En la ley de protección de los animales de la Junta se destaca que se penará el mal trato a los animales, especialmente el que derive en un sufrimiento que le cueste la vida. Pero en esta ley no entran las corridas de toros. Y no lo hace porque el toro sufre”, terminó.
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