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ENTREVISTA

Luis Miller, sociólogo: “España es un país en vías de polarización”

Presentación de libro 'Polarizados. La política que nos divide' de Luis Miller

Rosario Ostos

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El sociólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Luis Miller, vuelve a Córdoba, su ciudad natal, para presentar su último libro Polarizados. La política que nos divide donde reflexiona sobre el aumento de la división política en España a partir de momentos clave como el 15M o las sucesivas elecciones.

El científico, que ha mantenido un coloquio en Córdoba con el profesor de investigación del Instituto de Estudios Sociales Avanzados-CSIC Joan Font, explica en una entrevista que aún se mantiene positivo, y asegura que “España es un país en vías de polarización”, en el que “aún no están todas las piezas encajadas como ocurre en Estados Unidos o Brasil”.

No siempre la ciudadanía es consciente de que está derivando hacia pensamientos extremos

PREGUNTA (P). En tu libro Polarizados. La política que nos divide explicas la polarización como un proceso, en lugar de como un estado. ¿Cómo se da la polarización en aspectos generales?

RESPUESTA (R). La polarización tiene muchas caras, pero, en general, de lo que estamos hablando es de una división entre bloques. En el caso de la política, hablamos de bloques y partidos políticos, donde desarrollamos sentimientos favorables a los que votan como nosotros, los que apoyan las mismas opciones. Mientras que se dan sentimientos desfavorables, en algunos casos llegando, incluso, a los odios o las fobias, contra los que no piensan como nosotros. También existe la polarización afectiva, que se basa en los sentimientos.

P. A la hora de estudiar la polarización aparecen diferentes tipologías, ¿cómo se pueden medir?

R. La mayoría de investigaciones sobre polarización se hace con encuestas. Para conocer la polarización afectiva, directamente se pregunta a los encuestados cómo se sienten con respecto a las personas que votan a su mismo partido o a otro. Esto también se hace con otros grupos sociales, se pregunta cómo se sienten con respecto a los andaluces, a los catalanes o con respecto a los inmigrantes.

En cuanto a la polarización ideológica, esta tiene que ver con dónde nos situamos en la famosa escala de izquierda a derecha. En España, y en muchos otros países, cada vez hay más personas en los extremos de esa escala, tanto en la extrema izquierda como en la extrema derecha. En ese caso, lógicamente, estamos más polarizados que si hubiese más personas en el centro de la escala.

Además, se da la polarización sobre temas, donde preguntamos directamente por las opiniones de los encuestados. El tema que más ha aumentado son los impuestos. Ahora resulta que, con respecto a hace quince años, los votantes de partidos de derechas están mucho menos a favor de los impuestos y los votantes de partidos de izquierda, no diría que estén más a favor, sino menos en contra. Otro tema que aparece mucho es la sanidad, así que medimos hasta qué punto los votantes de los partidos de derecha, por ejemplo, están más a favor de la gestión privada de la sanidad. 

P. En el caso concreto de España, durante estos últimos años a través de vuestros estudios habéis notado que la polarización ha aumentado. ¿Qué momentos han sido clave para que esto ocurra?

R. En el libro hablo de tres momentos. El primero se da en muchos países occidentales a principios de siglo. Cuando se vive elección tras elección, repercute en la polarización ideológica. Por poner un dato: desde las elecciones del año 2000, los votantes están más situados hacia los extremos de esta escala ideológica. Otro proceso se da a partir de la crisis del año 2008. Ha aumentado la divergencia con respecto a distintos temas, como los impuestos o la religión. Hay un tercer momento donde aumenta la polarización afectiva, a partir del cambio de sistema de partidos del 2015. Se muestran mayores sentimientos de amor y odio entre los votantes de distintos partidos.

Las redes sociales y los medios no son la causa de la polarización

P. En este cambio de escena política, con la aparición de más partidos, ¿qué ha causado que el amor-odio se marque más entre los votantes?

R. Los dos motivos principales son la retórica de los líderes, es decir, el ejemplo que dan los líderes políticos, y la exposición continua a las campañas electorales. Siempre digo que la polarización se hace. Esto está muy estudiado en Estados Unidos y en España es muy obvio. En el año 2011, con el 15M, la izquierda decide polarizarse, eso no es ni malo ni bueno. Hay muchas frases explícitas de aquel movimiento y de sus líderes, por ejemplo, “¿dónde está la izquierda? al fondo a la derecha” o “no nos representan”. Por tanto, en este momento se reclama una vuelta a la ideología y hay una polarización por la izquierda. Más adelante, tenemos todo el procés catalán y lo que ocurre es lo que algunos han llamado el despertar del nacionalismo español, es decir, la derecha en un movimiento reflejo también se polariza. Básicamente, los líderes han aprovechado una situación convulsa para introducir la ideología y polarizarse. Los denomino empresarios políticos.

Hay un segundo elemento muy importante, las campañas electorales, como en la que nos encontramos ahora mismo, polarizan. Y esto también es algo normal, los partidos políticos ponen toda la carne en el asador para movilizar emocionalmente a los ciudadanos. Está más que demostrado que eso produce polarización.

P. ¿El esquema de la polarización tiene unos actores concretos, con gente que polariza y gente que es polarizada, o puede darse en ambos sentidos?

R. Hay un libro maravilloso que se llama Los Polarizadores donde se estudia en muchas décadas personajes concretos que fueron como los líderes de este movimiento de polarización. Es muy obvio. En los últimos 15 años ha habido una polarización digamos de arriba hacia abajo. Es cierto que han existido las condiciones en la sociedad de crisis económica, aumento de la desigualdad o aumento al desempleo, y se han creado las condiciones para que la ciudadanía tienda a polarizarse. Generalmente, hablamos de arriba a abajo, es decir, de un comportamiento de las élites políticas que acaba teniendo reflejo en la ciudadanía.

P. ¿La ciudadanía es consciente de estas dinámicas?

R. En la mayoría de ocasiones no somos conscientes porque estamos metidos en una burbuja, sin darnos cuenta de que continuamente consumimos política. El espacio que ocupa la política es enorme y tiende a intentar meterse incluso en aquellas secciones de los periódicos y telediarios que en teoría no van de política. Consumimos política incluso de forma pasiva. Tampoco somos conscientes de nuestros sesgos ideológicos que nos hacen proclives a inclinarnos por una determinada opinión política. Aquí influyen también los algoritmos de las redes sociales, que está demostrado que son adictivos y nos lleva a ver solo un tipo de información. No siempre la ciudadanía es consciente de que está derivando hacia pensamientos extremos o que no son inclusivos con otro tipo de personas.

Tengo que decir que las redes sociales y en general los medios digitales no son la causa de la polarización, porque hemos tenido momentos históricos tremendamente polarizados como los años 30 del siglo XX, donde no existía todo esto. No son la causa pero ayudan mucho, amplifican y es una herramienta de polarización hoy en día. 

P. ¿Este proceso de polarización en España puede revertirse o continuará aumentando como hasta ahora?

R. Predecir el comportamiento humano no es una ciencia exacta, pero durante todo este año vamos a seguir igual. En otoño, la polarización será mayor que la actual, a causa de las campañas electorales. De forma ingenua, siempre digo que a partir de enero del 2024 las aguas volverán a su cauce y podremos construir un debate público menos polarizado. En términos más generales, España es un país en vías de polarización, aún no están todas las piezas encajadas como ocurre en Estados Unidos o Brasil. Todavía tenemos recorrido para acabar polarizándonos mucho más, aún no hemos visto las consecuencias más feas que sí se han dado en otros países. Al mismo tiempo, quiero ser positivo y creo que, si se dan las condiciones adecuadas y hay cierto compromiso a partir del 2024, podría empezar una legislatura mucho más tranquila de lo habitual. Estamos a mitad de camino, por supuesto que se puede revertir, pero mientras haya elecciones y competición electoral de por medio, eso no va a pasar. 

Consumimos política incluso de forma pasiva

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