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La Iglesia inmatricula el colegio de la Inmaculada en la Compañía

Fachada del Colegio de la Inmaculada Concepción

Alfonso Alba

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El patronato de la Fundación de las Reales Escuelas Pías, tutelado por la Diócesis de Córdoba, ha inmatriculado el colegio de la Inmaculada Concepción en la plaza de la Compañía, que no estaba aún a nombre de ningún particular o institución.

A diferencia de lo ocurrido con todo el proceso de inmatriculaciones llevadas a cabo por la Iglesia anteriormente, este registro se ha llevado a cabo al amparo de la nueva ley, que obliga a la institución eclesiástica a dar publicidad de todo el trámite. Es por ello que la inmatriculación, que aún no es firme, ha sido publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) y hasta en el tablón de anuncios del Ayuntamiento de Córdoba. Los interesados tienen ahora un plazo de un mes para presentar, en caso de que lo estimen, las correspondientes alegaciones en la notaría de Rafael Díaz-Vieito Piélagos.

Este colegio es uno de los inmuebles más antiguos de la zona. El centro tiene una superficie construida de 5.424 metros cuadrados en pleno centro histórico. El edificio tiene tres plantas.

El origen del colegio está en los jesuitas. En el siglo XVI, la marquesa de Priego, Catalina Fernández de Córdoba, financió las obras. El Cabildo donó la parcela a la orden de los jesuitas. Pero esta orden fue expulsada en el siglo XVIII. En el acto de inmatriculación, la Fundación de los Santos Mártires sostiene que “Francisco Javier Fernández de Cordova, deán y canónigo de la Catedral de Córdoba, pidió las aulas y demás terrenos que habían sido el Colegio de Santa Catalina Mártir, de los ex jesuitas (expulsados de España por Carlos III), con el fin de establecer en el inmueble unas escuelas de primeras letras donde los vecinos se instruyesen en su adolescencia y juventud”.

Así, asegura que el propio rey Carlos III respondió positivamente a la solicitud en el año 1787. Además, lo hizo a través del conde de Floridablanca. La Fundación asegura que en septiembre de ese año se firmó una escritura, pero que desde entonces no se inscribió el inmueble en el Registro de la Propiedad, algo que se hace ahora.

El colegio ha estado funcionando casi desde entonces. En los años cuarenta, a este centro se trasladó el colegio Cervantes. Cuando los Maristas se marcharon a la Fuensanta siguió en sus manos. Pero en 1999 pasó a estar gestionado por los Padres Escolapios, hasta la actualidad, a través de la fundación que ahora lo pone a su nombre.

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