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La esperada bajada de los precios del aceite de oliva, cada vez más lejos

Una persona coge una botella de aceite, a 21 de junio de 2024

Alfonso Alba

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Las generosas lluvias de Semana Santa devolvieron el optimismo al sector del aceite de oliva y también a los consumidores. En enero, el kilo de aceite de oliva virgen extra en origen superó los nueve euros, unos precios históricos jamás vistos que se trasladaron a los supermercados. Las lluvias relajaron el pesimismo. El sur de la Península Ibérica soportaba una larga sequía y el sector del aceite de oliva encadenaba dos campañas consecutivas muy bajas: se había producido la mitad de un año normal. Las previsiones, entonces, apuntaban a que la siguiente campaña, que arrancará en octubre, volvería a ser normal y a que, por tanto, los precios bajarían.

Pero desde Semana Santa apenas ha vuelto a llover, especialmente en las provincias de Córdoba y Jaén, las grandes productoras de aceite de oliva en el mundo. Y eso es algo que preocupa, y mucho, al sector. “El olivo está ya acusando el déficit hídrico porque, aunque los olivos en riego aguantan más, los de secano, que son la mayoría, lo están pasando muy mal sin agua desde primavera”, ha asegurado el presidente de Asaja en Córdoba, Fernando Adell.

“Los olivos están en momento muy crítico” y, cada día que pasa, las expectativas de cosecha se reducen, “por lo que esperamos que llueva pronto ya que, en caso contrario, en dos semanas la situación sería más alarmante y el olivo empezaría a soltar aceitunas momificadas por falta de agua, lo que reduciría la futura cosecha”, detalla.

El olivo es uno de los árboles más resistentes del mundo, capaz de aguantar extensos periodos de sequía sin morir. Para hacerlo, usa las aceitunas como una reserva de agua. Si no llueve, el olivo acaba bebiendo de sus propias aceitunas, las estruja y las deja prácticamente en el hueso. El escaso aceite que esas aceitunas producen suele ser de una calidad extraordinaria, pero la producción, por cuestiones obvias, muy baja.

Además de la falta de lluvia está la situación en las almazaras, donde apenas quedan reservas. El sector ha vivido dos campañas muy escasas donde se ha seguido vendiendo a pesar de los altos precios. Eso ha provocado que casi todo el aceite disponible haya sido envasado y vendido. A estas alturas, Italia se ha quedado técnicamente sin aceite de oliva y sus comercializadores lo importan desde España. Eso está provocando que en la Península se esté vendiendo más aceite del previsto y que las reservas bajen también muy rápido.

Un mercado en tensión

Así las cosas, una vez conocidos los datos de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), el enlace de esta campaña de aceite de oliva será el menor de la serie histórica en España, lo que, unido a la falta de agua en este momento, “podría desencadenar importantes tensiones en el mercado”, según reflexiona el presidente de Asaja en Córdoba.

Según los datos de la AICA, en agosto hubo una salida de 70.000 toneladas aproximadamente, y con unas disponibilidades de aproximadamente 270.000 toneladas, “lo que quiere decir que habrá un enlace en torno a las 170.000 si septiembre se comporta igual que la media de los 11 meses anteriores”. Es decir, octubre arrancaría con aceite para dos meses y medio.

Con estos números, España podrá cumplir con sus compromisos, ya que la campaña arranca precisamente en octubre y se generalizará en noviembre. La llegada de nuevo aceite de oliva volverá a llenar los almacenes, aunque menos de lo previsto.

Si finalmente la campaña es menor de lo previsto por la falta de lluvia, es probable que los precios no bajen. Si además Italia tampoco tiene aceite de oliva y necesita importarlo de España, es previsible que la deseada bajada de precios se vuelva a posponer.

Según los datos de Infaoliva, actualizados a este mismo 12 de septiembre, el coste en origen de un kilo de aceite de oliva virgen extra es de 7,16 euros. El virgen se paga a 6,95 euros y el lampante prácticamente a 6,80 euros el kilo. Poco a poco, el sector va recuperando los precios de inicio de verano, aunque aún está lejos de los que se alcanzaron en enero, cuando se llegaron a pagar más de nueve euros el kilo, de media, por el virgen extra. El sector llegó a cerrar operaciones por encima de los diez euros el kilo, un valor nunca visto e impensable hace solo un par de años.

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