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Diez años del caso Bretón: cuando España comenzó a conocer lo que es la violencia vicaria

José Bretón, en la recreación de los hechos que él mismo contaba

Carmen Reina

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“Cuando en el mes de septiembre de 2011 Ruth Ortiz Ramos le comunicó a su entonces marido, el acusado José Bretón Gómez, que tenía voluntad de terminar su matrimonio y quedarse a vivir en Huelva con los hijos de ambos, Ruth Bretón Ortiz, de 6 años de edad y José Bretón Ortiz, de 2 años de edad, el acusado concibió la idea de dar muerte a los niños –sus hijos-, como venganza contra su esposa, dada su negativa a aceptar pacíficamente la ruptura matrimonial, su personalidad refractaria a la frustración y su carácter rencoroso”.

Ese es el primer párrafo de los hechos probados en la sentencia del caso Bretón. Hace justo diez años, el 8 de octubre de 2011, Córdoba se sobrecogía con la 'desaparición' de dos niños, Ruth y José, a los que su padre, José Bretón, dijo haber perdido de vista en un parque de la capital cordobesa. Lo que realmente ocurrió y luego se supo, tras la investigación policial y quedó probado en el juicio, fue que Bretón había matado a sus hijos previamente ese mismo día y que lo hizo para hacer el mayor daño posible a la madre de estos, Ruth Ortiz, en venganza por separarse de él. Era violencia vicaria, pero entonces España no sabía qué era eso y fue a partir de entonces cuando empezó a conocer este tipo de violencia de género.

La violencia vicaria o por sustitución es la que se ejerce para dañar a la madre a través de sus propios hijos y se lleva a cabo, habitualmente, cuando la pareja no convive, se ha separado. Es la forma de maltratar a la madre cuando ya no hay relación directa con ella. Hay un amplio rango de conductas que engloban esta forma de instrumentalización de los menores, que pueden ir desde hablar mal de la madre delante de los hijos a manipularlos en su contra, amenazar con quitarle la custodia, o el máximo dolor: acabar con sus vidas y conseguir así la muerte en vida de la madre. Y eso es lo que hizo José Bretón aquel 8 de octubre de 2011.

“Entonces no existía la perspectiva de la violencia vicaria”

“En aquel entonces no existía esa perspectiva de la violencia vicaria como violencia de género”, explica a Cordópolis la responsable de la Comisión de Violencia de Género del Colegio de Abogados de Córdoba e integrante de la Subcomisión de Violencia contra la Mujer del Consejo General de la Abogacía de España, Concha Ortega. “Este caso, en concreto, hizo que se regulara la violencia vicaria como una forma de violencia de género”.

Y es que hace diez años, que José Bretón acabara con la vida de los dos niños se entendió como la obra de un asesino, de un psicópata con nula empatía ni siquiera con sus hijos, “pero no se veía como un ataque directo a ella, a la madre”, rememora esta experta. Y eso, pese a que la propia sentencia recogía que el asesinato de sus hijos había sido maquinado y urdido como venganza hacia Ruth Ortiz por acabar con su matrimonio.

En 2011, la Ley de Violencia de Género (2004) llevaba ya tiempo en vigor, pero el hecho fue que el asesinato de Ruth y José a manos de su padre para hacer daño a la madre de estos no se juzgó bajo la lupa de esta ley. Sin embargo, a partir de estos hechos, la propia Ruth Ortiz “estuvo luchando muchísimo y consiguió que, tiempo después, se viera la perspectiva de la violencia vicaria y se reconociera”.

Esa perspectiva incluía a los menores también como víctimas de la violencia de género. Algo que no ocurrió con los pequeños Ruth y José. Solo a partir de 2013, los menores comenzaron a ser registrados como víctimas y fue en 2105 cuando esta circunstancia se introdujo en la Ley de Violencia de Género: a partir de entonces, los menores fueron considerados víctimas directas de la violencia machista, por ley. “Fue una medida exprofeso para la protección de los menores”, señala Concha Ortega.

“Poco a poco, se fue abriendo el campo a esa perspectiva de género que hoy tenemos”, explica sobre el ámbito jurídico en el que trabaja específicamente en la violencia de género. “Vamos avanzando lentamente” dice, a la vez que, sin embargo, España lleva la delantera en esta materia “a países de Europa y de Sudamérica”. El Pacto de Estado contra la Violencia de Género es otra de esas normas alcanzadas en nuestro país, ratificada por el Gobierno y las comunidades autónomas en 2017. Y, a nivel autonómico, en Andalucía por ejemplo, desde 2007 la Ley Andaluza de Medidas de Prevención y Protección Integral contra la Violencia de Género, ya desgrana los tipos de violencia que se pueden ejercer contra una mujer por el hecho de serlo, entre ellos la violencia vicaria, como también la violencia económica -no pagar la pensión de los hijos, por ejemplo-, o la violencia sexual, entre otras.

Formación especializada y empatía

En esta década desde el caso Bretón, los pasos dados han ido en esa línea. Y se siguen dando, con avances legislativos y formación, capacitación y adaptación de los profesionales que intervienen ante un caso de violencia de género. “Ahora estamos con un anteproyecto de ley de delitos sexuales y se incluirá en la Ley de Violencia de Género. La violencia de género no tiene por qué tener detrás una relación de afectividad, sino que se regularán todas las conductas de ataque a la mujer por el hecho de serlo”.

“Es importantísima la formación especializada”, advierte esta experta, para señalar cómo desde los cuerpos y fuerzas de seguridad a los abogados y jueces, deben “estudiar, entender, adaptarse y formarse continuamente” en el ámbito de la violencia de género. “Y no solo jurídicamente, sino también desde la perspectiva psicológica, para empatizar con las víctimas” y prestar así el mejor servicio a estas. Ejemplo de ello es la asistencia letrada a las mujeres víctimas de violencia de género previamente a interponer la denuncia. O que, desde 2019, los menores deben incluirse en el cuestionario que realiza la Policía a las mujeres que denuncian violencia de género, por si están amenazados por el agresor o temen que sean víctimas también de sus conducta violenta.

Desde el asesinato de los pequeños Ruth y José en Córdoba en 2011 hasta el de las hermanas Anna y Olivia en Tenerife la pasada primavera o el de Leo en un hotel de Barcelona este agosto a manos de su padre para vengarse de su madre, la violencia vicaria se ha hecho visible a los ojos de la sociedad, identificada ya como violencia de género y normativizada como tal por ley.

Con estos avances, la pregunta es: ¿Cómo se juzgaría hoy, diez años después, el caso Bretón? “Confluirían dos especialidades: por un lado, la de asesinato en un juicio con jurado, que prevalecería, y por otro lado hoy sí podría concurrir la perspectiva de la violencia de género”.

José Bretón cumple actualmente condena de 40 años por dar muerte a sus dos hijos y, este mes de septiembre desde la cárcel de Herrera de la Mancha, en un taller de reinserción, ha confesado por primera vez lo que hizo -algo que no admitió nunca en la investigación ni en el juicio-: “Estoy aquí por haber asesinado a mis hijos: a mi José y a mi Ruth (...) Estuve 15 días planeándolo todo, porque quería hacerle daño a ella”.

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