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El cura de Benamejí plagia un documento del archivo parroquial para justificar las inmatriculaciones

Vista aérea de Benamejí

Francisco Artacho

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“Vivimos en unos tiempos difíciles, en los que los medios de comunicación y las redes sociales hacen que las grandes verdades se consideren mentiras y las mentiras a base de repetirse aparezcan como verdades”. Son palabras de Vicente Castander, párroco de la Inmaculada Concepción de Benamejí, con las que el cura arranca un artículo firmado en el anuario de la Cofradía de la Virgen de Gracia, en la página 7, con el fin de justificar las inmatriculaciones en la localidad. Un texto en el que Castander plagia, retuerce y falsea un documento del archivo parroquial de 1914 al que ha tenido acceso el blog Banibashir-Benamejí. Precisamente se trata de un artículo en el que practica lo que él mismo critica, hacer pasar una mentira por verdad.

Es a partir del quinto párrafo del articulo, titulado Saluda del Párroco, donde comienza el plagio, hasta el octavo párrafo. Es decir, copia y reproduce un texto del que él no es el autor sin indicar que se trata de un referencia y sin citar la fuente, haciéndose pasar por el autor de una investigación histórica. “De nuestra comunidad parroquial se desconoce la fecha concreta de erección, se remonta…”, es el inicio del plagio a un documento del cura José María Prados, un popular párroco que tuvo Benamejí a finales del siglo XIX comienzos del siglo XX. El texto fue escrito en 1914, y es el prolegómeno del titulado “Parroquia de Benamejí, Memoria e inventarios parroquiales, 1914”.

En las imágenes de abajo se puede comparar el documento original y el artículo firmado por el señor Castander Guzmán.

Saluda del párroco en el anuario de la Virgen, en el que se plagia el documento parroquial cuyo autor es el cura Prados y que fue escrito en 1914.

Castander, ya en el octavo párrafo (página 8 del anuario), hace referencia al inventario que ha copiado del Archivo Parroquial y dice que “ya aparecen como propiedades de la Parroquia des de siempre, el templo parroquial, con su huerto…”. En el inventario no aparece nada como “propiedad de la Parroquia”, tal y cómo él afirma. Estos bienes, desde la Iglesia, a la Ermita, pasando por el Jesús del Alto y la capilla del Tejar, aparecen dentro de un punto titulado en el documento original como “Iglesias y Oratorios Públicos”. De hecho, en el mismo punto está incluido el “oratorio público de Jesús Crucificado en el cementerio de Jesús el Alto”, una capilla que, gracias a que estaba escriturada a nombre del Ayuntamiento, la Iglesia Católica no pudo inmatricular.

Este blog se ha puesto en contacto con el párroco, que reconoce que ha copiado el texto, esgrimiendo que “mucha gente lo hace”. A la pregunta de dónde aparece en el archivo parroquial la palabra “propiedad”, el párroco dice que “es lo que se entiende”, aunque no explica por qué en su escrito ha obviado el título de “oratorios públicos”.

Especialmente destacada es la inmatriculación del Jesús del Alto, un templo que fue levantado por vecinos voluntarios del pueblo, gracias a la Cofradía de la Virgen de Gracia e, incluso, del Ayuntamiento. Las inmatriculaciones sirvieron para que la Iglesia pudiera escriturar edificios de su propiedad pero fueron utilizadas para arrasar con otras propiedades que a todas luces no fueron construidas por sus medios, como ocurre con el Jesús del Alto.

No fue hasta el año 2005, aprovechando una modificación de la Ley Hipotecaria hecha por el Gobierno de José María Azanar, cuando el Obispado de Córdoba escrituró a su nombre cinco edificios en Benamejí: primero la Ermita del Tejar, segundo la Ermita del Cristo de la Misericordia (capilla situada en la calle Carrera, a la altura de la calle Lucena), cuarto la Iglesia de la Inmaculada y por último el “terreno Santuario Nuestra Señora de Gracia”: Ermita de la Virgen y 19.000 metros cuadrados de terreno del Jesús del Alto. Hasta ese momento esos edificios no eran de propiedad de nadie, no estaban escriturados a nombre de nadie. Igual que en Benamejí, la Iglesia Católica y sus obispados y diócesis escrituraron en toda España miles de propiedades, incluso viviendas.

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