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VOX CÓRDOBA
Vox se disuelve orgánicamente en Córdoba a falta de tres meses para las elecciones municipales

Santiago Abascal y Alejandro Hernández, en un mitin de Vox en Córdoba

Juan Velasco

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“Ni afirmo ni desmiento”. Así despachó el pasado lunes a este periódico Alejandro Hernández cuando se le preguntó por su presunta dimisión como máximo responsable provincial de Vox, que ha acabado reconociendo 48 horas después. Una renuncia “definitiva”, en sus propias palabras, que tampoco ha sorprendido demasiado en el partido en Córdoba, que lleva unos meses desgastado entre batallas internas que ya se habían cobrado otras víctimas.

Aquello que no afirmaba ni desmentía el todavía parlamentario andaluz de la formación de derecha radical escondía un match point: su dimisión supone, estatutariamente hablando, la disolución del Comité Ejecutivo Provincial (CEP). Es decir, el equipo que ha dirigido el partido se disuelve, y la formación que dirige Santiago Abascal se queda momentáneamente sin timón en Córdoba a falta de tres meses para las elecciones municipales, en las que Vox aspiraba a dar alguna sorpresa.

Sin timón orgánico, se entiende. Electoralmente hablando, la dimisión de Hernández, todo un peso pesado de la formación desde el año 2018 en el que irrumpieron el Parlamento Andaluz, casi refuerza de algún modo a la candidata escogida desde Madrid para competir por la Alcaldía de Córdoba, Yolanda Almagro. Fuentes internas, de hecho, aducían a un reciente encontronazo entre Hernández y Almagro como la gota que ha colmado el vaso.

“Tener que soportar insultos y difamaciones llega a ser muy cansado. Estos tontos entregados de photocall son pocos (diría que los cuento con los dedos de las manos) y cobardes, aunque a veces hagan mucho ruido”, se ha despedido Hernández en un duro comunicado publicado en redes sociales, y que cierra con un epitafio a lo Clark Gable: “Siempre consideré que ese peaje iba incluido con el sueldo de presidente, y si antes no me afectó mucho, ahora, francamente [querida], me importa un bledo”.

“El partido no lo ha cesado”

Fuentes de Vox en Córdoba asumían este miércoles el comunicado de despedida con calma chicha, como si la tempestad hubiera amainado o como si, en realidad, estuviera a punto de golpear de nuevo el barco. “Ha sido una decisión personal y, como tal, se respeta. No se le ha cesado”, sostenían desde el partido, especificando que su marcha supone forzosamente nombrar una ejecutiva en funciones para seguir trabajando “con normalidad”.

También desde dentro del partido señalan su sorpresa porque, en su despedida, hable del tema organizativo. “El máximo responsable es él. Que lo critique ahora es paradójico”, reflexionan, alegando que, a pesar de sus palabras, “no hay de momento información que ponga en duda su continuidad como parlamentario andaluz”. Hernández, efectivamente, ha dicho que seguirá en la Cámara Andaluza, pese a que el abogado ha expresado de viva voz su temor a que Vox acabe convertido en “en otra red clientelar más, como lo son otros partidos”.

Su marcha se ha sumado a otras salidas anunciadas en las últimas semanas. Primero fue la del coordinador de Vox en Córdoba capital, Julián Urbano, quien se dejó del partido una semana después de la elección de Yolanda Almagro como candidata, a la que le siguió la salida del gerente, Alberto Cuevas.

El pulso

A pesar de estas bajas, se intentó recomponer la ejecutiva local con el nombramiento de Marta León a finales de enero. La tirita no suturó la herida. La elección de Yolanda Almagro, designada desde Madrid en contra del criterio de Hernández y Urbano, entre otros, no ha terminado de asumirse por parte del status quo que había en el partido, condenando a Vox Córdoba a una situación de tensión interna que, de momento y a nivel orgánico, parece haber asumido mejor el equipo más vinculado a donde se toman las decisiones, a ese Madrid de la corte en el que está más presente el diputado nacional José Ramírez del Río.

De hecho, en su presentación oficial a los medios, fue éste y no Hernández, quien acompañó a Almagro. Al otro lado estaba Rafael Saco, concejal de Vox y militante desde los inicios, como la propia candidata a la Alcaldía. En la foto faltaba Alejandro Hernández, a quien correspondía, como presidente provincial, acompañar a la candidata. Las relaciones estaban truncadas, según todas las fuentes consultadas.

“Los gritos se escuchaban hasta en la calle Gondomar”, dice otra fuente sobre los últimos encontronazos en la céntrica sede de Vox que inauguró hace casi un año el secretario general, Javier Ortega Smith, junto al hoy dimitido Hernández. La primera sede, allá por el año 2015 y también en un mes de marzo, la inauguró la hoy candidata a la Alcaldía, Yolanda Almagro, acompañada por Santiago Abascal.

Ocho años después, Almagro reemerge como cara visible de Vox en la capital. Si lo que había era un pulso, parece haberlo ganado. Aunque, cuando dobló el codo, no muchos han acudido públicamente a celebrar su victoria. Ahora, la candidata tiene por delante tres meses para ganar notoriedad pública de cara a unas elecciones en las que tendrá que concurrir mientras se conforma una nueva ejecutiva provincial. Un equipo, recordemos, cuya gestión no sólo afecta a Córdoba capital, donde se han producido todos los roces que han llevado a esta situación, sino a otras localidades de la provincia, entre ellas Lucena, donde la formación ha exhibido un reseñable fuerza electoral en los últimos comicios.

La situación de Vox, por cierto, no es muy distinta de la que tuvo Ciudadanos antes de las elecciones andaluzas de junio de 2022. La ejecutiva provincial se disolvió poco antes de los comicios, entre diversas batallas internas y fuera de Córdoba. El resultado fue desastroso. Y, como dice una de las fuentes anónimas del partido, a Vox le puede ocurrir como a algunos cítricos: lo que hoy es verde, puede acabar volviéndose naranja.

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