Impulsivo, sin empatía y adicto a las tecnologías: el nuevo perfil del menor infractor
Un niño de 11 años agrede a sus padres porque se le han acabado los datos del móvil. Parece una historia inventada, pero es el caso más grave que se ha encontrado la diputada responsable de la Comisión de Menores del Colegio de Abogados de Córdoba (IAC), Berta Aparicio. En 2019, según los datos del Servicio de asistencia jurídica gratuita del IAC, 644 menores fueron asistidos en la provincia, 540 en 2020 y, en lo que va de año, 380.
Según aclara Aparicio, hay un delito exacerbado de violencia filioparental que se ha visto aumentado en los últimos años, “se ha desatado enormemente”. En cuanto al perfil del joven agresor, ha destacado que no hay un perfil concreto ya que pude ir “desde un espectro social totalmente marginal hasta niños de coles privados con familias absolutamente estructuradas”.
Igual que Aparicio piensa Pilar González, ganadora de la IV edición de Artículos Jurídicos Sobre Menores Pilar Bermal con su artículo Intervención del mayor de edad investigado o condenado por hechos de los que también conoce el juzgado de menores. “Antes los menores que veías en el juzgado eran socialmente desprotegidos, de unas condiciones socioeconómicas bajas y problemáticos por el entorno en el que se desarrollaba su vida”. Sin embargo, “ahora se ha abierto el tipo de perfil de los niños”, señala.
El artículo ganador trata, según ha explicado su autora, “sobre un aspecto procesal” en el que cuando unos hechos son cometidos por mayores y menores de edad “se abren dos procedimientos y todos intervienen en todos”. Para los menores, hay un procedimiento especial, distinto al procedimiento penal para los mayores de edad. Al abrirse dos procesos diferentes es donde se encuentra “la dificultad”.
Los delitos más comunes
Según explica González, los delitos más cometidos por los menores en Córdoba han evolucionado al nivel tecnológico o informático. “Se introduce el Whatsapp, pantallazos de acoso, de sexting, el stalking y difundir fotografías con contenido íntimo”. Aparicio añade que estos niños “viven parte de su existencia en un mundo virtual en el que violencia, sexo y valores son modificados y se están nutriendo de eso”.
Aunque González también coincide en el aumento de casos por violencia filioparental, en los que Aparicio explica que el perfil es el de “ un joven agresor impulsivo que no sabe auto controlarse, tiene total falta de empatía y se siente totalmente impune ante la ley”. Además, en la mayoría de casos, indica que “no tienen ninguna tolerancia ante la frustración”.
Aparicio compara la situación de este tipo de agresiones con las machistas. “La violencia filioparental está en el punto en el que estaba el germen en el que estaba la violencia de género hace 20 años”. Esta violencia es “silenciosa, soterrada” a la vez que “genera en los padres una absoluta frustración y vergüenza de la que no se habla”.
El proceso judicial
El camino a seguir cuando se trata de infracciones cometidas por menores es diferente. En estos casos intervienen equipos técnicos conformados por trabajadores sociales y psicólogos, según detalla Pilar González. Estos son quienes evalúan al infractor y proponen cuál sería una pena apropiada.
Lo primero, explica González es una vista que “para ver si hay conformidad” porque se intenta que el menor “sea consciente de sus actos y se conforme con la pena”. Si no lo es, se actúa como en cualquier otro procedimiento “se va a juicio y el menor se defiende” de sus actos. Si está conforme, “se dicta sentencia y se desarrolla la pena”.
En estos procedimientos el trabajo de los técnicos es tener en cuenda la situación del menor, y según detalla Pilar González “tienen muy en cuenta los rendimientos académicos o si tienen actividades sanas”. Una tramitación por la que en Córdoba cada vez pasan más menores, y tras la cual los padres tienen una papel fundamental. Un papel de autoridad para controlar el comportamiento de su hijo, un reto cada vez más difícil.
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