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Ganemos frente a la rosa de los vientos

Una asamblea de Ganemos | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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La asamblea muestra su desconfianza ante el PSOE en una negociación en la que los socialistas se niegan a acuerdos con la agrupación de electores si no entran en el Gobierno local

Por primera vez, la asamblea de Ganemos se ha sentado a mirar el paisaje postelectoral. Desde hace una semana, la agrupación de electores ya está allí donde había querido estar cuando se conformó en noviembre: en el Ayuntamiento, en las instituciones. Pero ahora le queda tomar la decisión más difícil. Ante un gobierno en minoría del PP, ¿quiere entrar en el ejecutivo? ¿Quiere apoyar a Isabel Ambrosio, la candidata de la segunda fuerza en votos, el PSOE? ¿O Ganemos prefiere quedarse en la oposición?

La asamblea informativa de esta tarde ha sido el prólogo de dos semanas de vértigo para la agrupación de electores. Dos semanas de reuniones y debates que terminarán en una votación para decidir qué camino toman. ¿PSOE sí o PSOE no? Las caras se tuercen. En la asamblea de esta tarde de Ganemos se ha respirado el resquemor y las dudas que se plantean ante un pacto con uno de los partidos que más ha representado a la casta política para buena parte del ADN de la agrupación de electores, los movimientos y colectivos sociales.

En tres horas largas de reunión se ha recordado el cambio constitucional decidido por el PSOE de la noche al día para obligar al pago de la deuda, su papel en una Junta horadada por casos de corrupción, la experiencia de su acuerdo con IU, sus políticas públicas y su rol ante el nuevo tratado de libre comercio que se cocina en la UE. Estos posos siguen escociendo -y mucho- en Ganemos, una formación cocida a fuego lento en las acampadas del 15M y en los grupos en contra de los desahucios. Por eso, esta tarde se ha apelado en numerosas ocasiones al origen de Ganemos, a su ideario político, a su convicción de no buscar pactos por sillones, a su esencia asamblearia, y su carácter, para muchos antagónico, con respecto a los partidos clásicos como el PSOE.

Es cierto que, como tercera fuerza política por número de votos en el Ayuntamiento, los cuatro concejales electos de Ganemos, sumados a los cuatro de IU y a los siete de PSOE, pueden dar al traste con la reelección para un segundo mandato de José Antonio Nieto como alcalde del PP. En el debate, varios han pedido ir de la mano de IU imponiendo su mayoría frente a los socialistas para proponer un candidato propio. Otros han pedido no pactar con nadie e ir directamente a la oposición. Y hay quien ha aceptado la idea de apoyar a la alcaldable socialista en la investidura aunque sin entrar en un ejecutivo. Pero a todos por igual les ha fastidiado la línea roja que Ambrosio ha transmitido al candidato de Ganemos, Rafael Blázquez: que estaba dispuesta a hablar de todo excepto de un apoyo a su investidura sin que Ganemos entrase en el Gobierno.

En su corta vida, Ganemos ha recorrido un largo camino y se ha topado con varias encrucijadas. Hasta ahora, la más importante y dolorosa fue la de definirse semántica y sistemáticamente a sí mismo. ¿Qué era, un partido o agrupación de electores? La decisión final supuso la ruptura con sus compañeros de camino desde casi su gestación, Izquierda Unida. Después de tres décadas de andadura, la coalición comunista no aceptó presentarse disuelta en una agrupación de electores con todo por hacer. Pero la historia ha vuelto a encontrar a IU y a Ganemos ante otro cruce de caminos, esta vez, con la forma de una rosa. Pero no la empuñada por el clásico logotipo socialista, sino una rosa de los vientos. Con múltiples flechas apuntado a direcciones y posibilidades distintas.

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