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Diario del Confinamiento | Sonido Disco

Disco Stu.

Juan José Fernández Palomo

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Y abrirán las discotecas y no podréis bailar. Suena como una maldición, uno de esos “voluntos” que sueltan los dioses de toda condición y acaban escritos en libros sagrados como el Corán, la Torá, la Biblia o el BOE.

Justo lo que necesita un heterodoxo o un pecador como yo para saltarse el mandamiento. Yo, que hace años que no pisa una discoteca, ahora quiero ir a ellas. Y bailar y hacer cola en los servicios y derramar el cacharro y resbalarme después en la pista.

Aconsejan –o recomiendan o sugieren (ya me he perdido en los matices semánticos de las ordenanzas; ellos también cuando las dictan)- que las pistas de baile se aprovechen para instalar mesas a la distancia adecuada y que todo el mundo esté sentado.

¿Si en la discoteca no se baila qué quieren que hagamos: menear la cabeza, descargarnos música en el móvil, inhalar de una arguile o cómo se llame esa mierda…?

Tal vez nos sugieran leer El Castillo, de Kafka en grupo y meternos una raya al acabar cada capítulo. Tal vez eso sea un tipo de sociabilidad, quién sabe.

Recuerdo que cuando viví unos años en Granada con esa excusa tan recurrente de “estudiar una carrera” que había una discoteca en la que por la tarde se proyectaban películas y no había música ni baile. Es una idea a rescatar. Podrían poner “Pink Floyd en Pompeya” y tomaríamos ácido y agua embotellada escuchando con cascos bluetooth y lo pasaríamos bien sin molestar a los vecinos. Yo qué sé.

Recuerdo también que una de las últimas apariciones públicas de Lou Reed antes de morir fue dando un concierto con su mujer, Laurie Anderson, en un parque al aire libre de Sidney. Con la

particularidad de que el recital se hacía tocando con un sonido adaptado a las frecuencias que capta el oído de los perros, no de los humanos. Así que las mascotas estaban muy atentas y sus dueños no escuchaban nada. Cosas de la vanguardista señora Anderson; Lou ya estaba cansado o enamorado o las dos cosas y le daba igual todo.

Tal vez el sonido disco será el silencio en la nueva normalidad. Curioso.

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