Diario del Confinamiento | Recuerdos de Jacksonville

En mi estancia en la Base de adiestramiento del Cuerpo de Marines de Camp Lejeune, en el condado de Onslow (Jacksonville-Carolina del Norte, USA) aprendí muchas cosas de importancia que, sin duda, me sirven ahora en mi confinamiento.

Por ejemplo, un marine aislado en alguna misión y a la espera de recibir órdenes, debe mantenerse despierto ejerciendo rutinas de manera disciplinada, para estar concentrado, para no dejarse llevar por la molicie y, por qué no decirlo, para no pensar mucho por sí mismo. Una de esas rutinas, por ejemplo, es la revisión y limpieza constante de sus pertrechos y su entorno.

Siguiendo aquellas directrices, yo estoy limpiando la casa. Ahora bien, por tramos, porque no sabemos cuánto durará el aislamiento antes de entrar en combate. Así que lo adecuado es limpiar una habitación por semana y una parte de cada habitación por día. De esa manera un día limpio la ducha, al siguiente el inodoro al otro un azulejo, luego el lavabo, al siguiente otro azulejo. Y así en unos días estará limpio todo el cuarto de baño y podrás volver a empezar.

También aprendí en Camp Lejeune a montar y desmontar cosas. Por eso ahora me entretengo en desarmar muebles de Ikea para luego montarlos otra vez: la librería Billy, la cómoda Hemnes o el armario Sonesand.

El único problema es que hayas perdido la llave allen. Ahí estás jodido, soldado.

Un cliente de Ikea sin llave allen es como un marine al que le han quitado su fusil de asalto M16: un blanco fácil o, lo que es peor, un prisionero que conocerá el dolor. Mucho dolor.