Diario del Confinamiento | 'Outdoor', pero poco
Desde la ventana de la cocina puedo ver un trozo de las “zonas comunes” de la urbanización de enfrente: unos siete u ocho bloques de tres plantas que rodean unos jardines con setos, naranjos, césped y una piscina.
Ah, qué evocadoras las piscinas fuera de temporada…
Pues bien, a media tarde, mientras tomo el té apoyado en el alféizar (no quería escribir “poyete” tan cerca de “apoyado”, no parecía elegante), observo a una pareja madura que corre alrededor de la pileta.
Hacen deporte, corren –no comentaré su estilo ni pericia- pertinentemente ataviados con ropa de esa de colores fosforitos que se adquiere en las tiendas de disfraces de deportistas que se instalan a las afueras de las ciudades.
Son un hombre y unan mujer que corren uno detrás de la otra –que va líder- manteniendo una distancia de metro y medio entre ambos. Bien.
Parece una competición amistosa, amateur y poco agresiva. Bien.
Dudo mientras doy sorbos al té: ¿se puede salir a hacer deporte a la calle durante el confinamiento? No, pero ¿se puede hacer en la “zona común” de una urbanización? ¿Se delega a que el presidente de la comunidad lo permita o lo prohíba…? Venga, gabinetes de crisis, doctor Simón, Iñaki Gabilondo o cualquiera de las buenas y sabias personas de España, aclarádmelo.
Hay muchas familias que tienen ya la bicicleta estática rota en el trastero o usándola de perchero en el dormitorio. Comprendan.
Corren fuera de casa; pero no muy fuera. Y yo no soy un soplón.
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