Diario del Confinamiento | Gazpachov
¡Dejémonos ya de pesimismo, enclaustramiento y atonía! El presidente de migobienno agradece nuestra “moral de victoria” en su homilía de los sábados y anuncia que el fútbol ya está a la vuelta de la esquina (“la pelota rodará” –sic-), que el turismo –qué gran invento- está presto a llegar, nacional y extranjero, que se preparen bares, restoranes y chiringuitos…
Maravilloso. Todo es felicidad al fin. Hasta, como si de un preludio del dichoso anuncio del presidente fuera, un rato antes los patriotas se montaron en sus vehículos y recorrieron las ciudades agitando banderas nacionales con júbilo al grito de “¡libertad, libertad!”, “¡Iniesta de mi vida!” y “¡ya vienen las suecas!”.
Ha sido un sábado precioso.
Para celebrarlo, yo me he preparado un gazpachov, mi cóctel de aperitivo favorito. Es una creación personal que ya tiene adeptos entre mi círculo más cercano, pero cuya receta, amablemente, voy a compartir con los lectores.
Se trata de una bebida energética y ligeramente euforizante que, además, tiene la generosidad conceptual de unir tradiciones y culturas. Muy fácil de realizar.
Ingredientes y elaboración: tomates de tipo pera y tipo en rama, ajo, pimiento verde, cebolleta, pepino (opcional), zumo de limón (ojo, no vinagre), sal, aceite del bueno (ahora le llaman AOVE, creo) y agua fría. Todas las hortalizas se baten en una batidora de tipo “vaso americano” (porque es más cool; si no, con otro tipo de batidor), mientras se le añade el aceite en hilo fino; después se le añade agua fría al gusto y la mezcla se guarda en la nevera un par de horas.
Terminación y servicio: Se vierte esa mezcla en vasos individuales, tipo “maceta” o “de sidra” y, atención, este es el toque distintivo, se añade un chorro generoso de ese buen vodka que guardamos en el congelador desde la caída del Muro de Berlín y se decora con unas hojas de albahaca y una ramita de apio, que nos sirve también para remover esta delicia.
Algunos dirán que se trata de un gazpacho de valor añadido o un bloody mary tuneado. Pues sí; es ambas cosas y una nueva, al fin. Fusión.
Pruébenla en días calurosos y felices como éste, refresca y eleva el espíritu.
Algún listo será capaz de registrar la fórmula, comercializarla y forrarse. No me importa. No me muevo por dinero, sino por levantar a mi país y al 12% de su PIB.
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