De cabezas ligeras y desintoxicadas va la publicación de este sábado.
Se empieza por el cabello, al que libramos de metales, roturas y colores extraños gracias a la serie Metal Detox de L`Oréal Professionnel, y se sigue con una cotidiana desintoxicación, que limpiará lo que pensamos y sentimos de cuanto estorbe a nuestro maravilloso brillo interior y exterior.
Contaré al detalle la primera parte; la segunda, más íntima, es lógico reservarla, aunque su contenido no creo que sea muy distinto al de la inmensa mayoría.
¿Vale la pena usar estos productos? En mi opinión, sí. Metal Detox es el champú al que soy fiel desde que lo descubrí: limpia suavemente y en profundidad. Deja el cabello con un tacto saludable y sedoso, incluso antes de utilizar el acondicionador o la mascarilla de la serie. Cuida la fibra capilar gracias a compuestos patentados por L`Oréal como glicoamina e ionene, que aportan también brillo y cuidado del color. Y no lleva sulfatos.
Tintes, decoloraciones, mechas, el agua de las piscinas y la del grifo depositan metales en el cabello; estos generan fragilidad y reaccionan en forma de tonos anaranjados o verdosos, además de alimentar el odioso encrespamiento. La respuesta a todo ello, más eficaz y fácil de usar que conozco, es la de esta gama.
Metal Detox, disponible en Primor, Druni, Amazon o Sephora, incluye, junto al champú, la mascarilla, la crema protectora sin aclarado y el aceite que (no engrasa) cuida y da brillo.
¿La mejor desintoxicación? Abonarse al libro, ese infinito en un junco tan maravillosamente contado por Irene Vallejo.
Leamos libros, todo nuestro ser lo agradecerá.
Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación
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