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Sobre este blog

Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

Abéñula

Abéñula, fabricada con mimo en Málaga desde 1932

Ana Fernández

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¿La última y carísima novedad del mercado es lo mejor? Cuando los laureles son merecidos sí, pero no siempre. Pues existen productos de toda la vida y a precios populares a los que ninguno le gana en historia y fidelidad de la clientela. Es el feliz caso de Abéñula, una fórmula que se fabrica desde 1932 en Málaga, lo que convierte a la marca andaluza en un clásico del tocador y el botiquín familiar de varias generaciones.

Su larga vida posee una estrecha relación con la salud ocular y notables vínculos con la sociedad y la cultura, más incluso de lo previsible. Quien elaboró y patentó Abéñula fue el oftalmólogo malagueño Miguel Mérida Nicolich, volcado en la lucha contra el tracoma que hacía estragos en la gente empobrecida de las zonas rurales, además de pionero en la educación de personas con discapacidad visual y auditiva; no en vano, el centro municipal auspiciado por el doctor Mérida Nicolich y su esposa, Vera Blackstone, destacó por sus avances pedagógicos y posteriormente se integró en la actual ONCE.

Hoy, 91 años después del lanzamiento de la primera Abéñula azul, la página web y tienda online de la marca reúne su conocida gama de productos: Abéñula blanca y en distintos tonos adecuados al maquillaje, más los más recientes, Abéñula descanso -orientada a paliar los efectos del uso de pantallas-, lápices perfiladores de ojos y nuevas cremas faciales con factor de protección solar 50+.

En este tiempo de YouTube y productos virales de TikTok también es fácil encontrar tutoriales sobre Abéñula como secreto de belleza y bienestar. La blanca, especialmente, ha ido ganando el aprecio de las cosas buenas y sencillas. Es el tubito de crema que ves utilizar a tu abuela y un día se lo tomas prestado y descubres que te sienta estupendamente porque descansa e hidrata los ojos y encima sirve como desmaquillante y fortalece las pestañas.

Pero también puedes mirar atrás, cuando se escribían cartas de agradecimiento y se guardaban como oro en paño las que se recibían, ya que en el archivo de la familia Mérida Nicolich se conserva la correspondencia del poeta Salvador Rueda con el creador de la Abéñula.

Ya metidos en la harina de las letras, nos vamos al diccionario de la RAE, buscamos abéñula y aparece que no solo es sinónimo arcaico de pestaña, sino “cosmético para el embellecimiento de párpados y pestañas”. Hallado esto, acaso estamos más cerca de sumar al afamado panetone nuestro sabroso flamenquín en el tan amado y codiciado diccionario de la lengua española. 

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

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