De la extrema delgadez hasta el sobrepeso. ¿Para cuándo un término medio?
Eso digo yo, ¿para cuándo?
Me refiero al término medio de la imagen corporal que se proyecta desde la industria en todas sus vertientes. Desde hace bastantes años asistimos como espectadores altamente participativos y consumidores al mundo de la moda. Una moda que se nos ha presentado a través de modelos famélicas cuyos parámetros corporales están fuera de lo saludable, esclavas de unos cánones totalmente injustos y abusivos que eran de obligado cumplimiento, porque si no “se les acababa el trabajo” o eran llamadas gordas por diseñadores, estilistas y agencias de modelos. Muchas de estas chicas y chicos cayeron en trastornos de conducta alimentaria, trastornos de los que hablaré en próximas entradas de la mano de una psicóloga clínica.
Estamos bombardeados a diario por cánones de belleza irreal. Es un machaque teledirigido desde muchos sectores que obtienen grandes y estratosféricos beneficios. Entre ellos están la industria de la moda, la cosmética y la alimentaria.
La industria de la moda, por un lado, impone cánones de belleza, tallaje, patronaje y utiliza como escaparate de sus colecciones a modelos extremadamente delgadas desligadas de las medidas de la mayoría de las mujeres. He visto cómo algunas dependientas les dicen a las posibles clientas: “Aquí no trabajamos tallas grandes”, “no hay talla para ti”, “ni te lo pruebes porque no te va a quedar bien” o simplemente hacen una radiografía en tres dimensiones, pasan la mirada de arriba abajo como si tuvieran un escáner en los ojos y tras ello te vas por donde has venido con una sensación de angustia que sueles cobrar con un atracón de azúcar.
También es muy beneficiada la industria cosmética. Este sector utiliza como reclamo publicitario modelos jovencísimas para promocionar cremas antiarrugas, y cuerpos diez que no tienen un gramo de grasa con los cuales pretenden persuadirnos sobre una maravillosa crema celulítica cuyos efectos serán mayores si la acompañamos de actividad física y una dieta saludable. Y sin la crema también mejoraremos, exactamente lo mismo.
Y digna mención merece la industria alimentaria, creadora de barritas milagrosas, galletas sustitutivas de comidas, batidos, snacks de todo tipo (el mejor snack entre horas si tienes hambre es la fruta y frutos secos) y tisanas. Y aquí me voy a parar: Judit Mascó -que no entra en unos vaqueros, ¡pobre mujer!- se toma dos tisanas milagrosas al día y al tiempo ya se puede poner esos pantalones. ¡El poder que tienen dos tisanas al día! Todavía no entiendo cómo, tras años de estudio y los que me quedan, no me da por recomendar dos tisanas al día para adelgazar.
Pero en el otro extremo de esta delgada línea está cada vez más en alza el fomento de las modelos curvis. El problema deriva en que muchas no son mujeres reales con sus curvas y sus medidas, sino que son personas con sobrepeso y obesidad. Del mismo modo que con la extrema delgadez, la industria se aprovecha de ello creando colecciones de tallas grandes y tiendas exclusivas. Y a la par, aparecen charlatanes cuya titulación no va más allá de la obtenida a distancia o en Barrio Sésamo, que cobran por charlas de animación para subir el autoestima y que te dicen que tienes que salir de tu círculo de confort o que si deseas algo con todas fuerzas lo consigues y que te “educan” para que estés contento con tus curvas.
Desde mi opinión, fomentar el sobrepeso a través de modelos curvis es peligroso para la salud, y en la salud parece que nadie se fija. El sobrepeso puede ocasionar diabetes, hipertensión, hipertrigliceridemia, riesgo cardiovascular, síndrome metabólico, etc. lo mismo que la extrema delgadez puede producir anemia, infertilidad, problemas menstruales y osteoporosis, entre otras dolencias.
Ni tanto ni tan calvo. Una talla 32 en una chica no es saludable, lo mismo que no lo es una 48. El perímetro abdominal debe estar por debajo de 88 cm en mujeres y 102 cm en hombres. Si se sitúa por encima aumenta el riesgo cardiovascular y enfermedades derivadas.
Pensemos con la cabeza.
Fomentemos la salud, la prevención y la realidad.
"La virtud es una exposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto". Aristóteles.
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