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¿Otra vez coches por Cruz Conde? ¿Por el Cristo de los Faroles?

Alfonso Alba

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Córdoba. Final del verano del año 2015. El Ayuntamiento, obligado por las obras en la plaza Cardenal Toledo, se ha visto obligado a cortar al tráfico una de las dos salidas del centro. Un grupo de vecinos y opinadores ha puesto el grito en el cielo porque a nadie se le ha ocurrido que como alternativa para los vecinos de la zona lo mejor es meter coches por la plaza del Cristo de los Faroles y hasta reabrir Cruz Conde. Ajá.

En el año 2011, cuando el Ayuntamiento decidió peatonalizar totalmente la calle Cruz Conde también se puso el grito en el cielo. Los comerciantes denunciaban que nadie iba a ir a sus tiendas a comprar, que no había sitio donde parar un segundo, entrar en la tienda y llenar el coche de productos, que aquello era una ruina, en definitiva. O una ratonera, en su defecto. Hoy, a finales del verano del año 2015, cualquiera le dice a los comerciantes de Cruz Conde que van a volver los autobuses de Aucorsa. Cualquiera.

Soy vecino del centro. Cuando cojo el coche (poco), sufro el laberinto que es llegar o salir de la cochera. Son, mínimo, diez minutos de mi vida los que paso zigzagueando hasta que entro o salgo del centro. Lo asumo. Y es un peaje que he decidido pagar por vivir donde vivo, un lugar desde el que paseando llego en un suspiro a cualquier sitio, donde hay vida, te puedes parar por la calle con la gente, a la que puedes saludar sin tener que dar un pitido... En definitiva, un lugar en el que se puede vivir, sin necesitar el coche salvo para ir al hospital, a un centro comercial o a las afueras de la ciudad.

Hoy, en cualquier ciudad, se lucha precisamente por lo contrario de lo que algunos están volviendo a proponer: sacar los coches del centro, recuperarlas para los peatones, para el paseo. Hacer las calles amables, y por supuesto buscar alternativas viables para las personas con la movilidad más reducida, que el transporte público y los aparcamientos no estén demasiado lejos.

Si hoy nos echamos las manos a la cabeza por el corte de la calle Carbonell y Morand, pasado mañana, probablemente después de la Semana Santa, nos acabemos de arrancar los pocos pelos que nos queden cuando empiecen las que serán las obras que acabarán transformando todo el centro de la ciudad: la peatonalización de la calle Capitulares y Claudio Marcelo. Ese día quizás empecemos a valorar un poco eso de la ciudad amable para el peatón y para el transporte sostenible, y valoremos lo que es vivir en un sitio sin humos y sin ruidos. Entonces, alguien le contará a las generaciones futuras que un día la calle Capitulares tuvo tráfico y éstas se echarán las manos a la cabeza.

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