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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

El turista madridista

Turistas junto a tiendas de 'souvenirs' en el casco histórico de Córdoba.

Alfonso Alba

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Los estadounidenses siempre se han sorprendido cuando viajan fuera de su país de que hay muchos sitios donde les odian a pesar de, consideran, haber exportado la democracia por doquier. Obvian u olvidan las formas. Invadiendo países, derrocando presidentes electos, arrojando bombas, instalando bases militares y reventando mercados locales. Pero son los turistas más queridos por el sector. Gastan más que nadie. Simple.

España, a diferencia de lo que está ocurriendo en Europa y hasta en el mundo, es un país donde la economía va razonablemente bien. Baja el paro y sube el PIB más rápido que en el resto de la Unión Europea. Podría parecer inexplicable, pero hay una razón: el turismo.

En un mundo globalizado lleno de amenazas, España es un país seguro. Y vamos camino de batir un nuevo récord de llegadas de extranjeros: 95 millones de visitantes extranjeros. España no llega ni a 50 millones de habitantes. Las dimensiones de un sector que condiciona el PIB nacional están más que claras.

El precio a pagar son ciudades reventadas o al servicio del turista, algo que está empezando a molestar. Y es aquí donde entra la contradicción. España sigue sin ser una potencia industrial por lo que renunciar a estos turistas a los que ahora se empieza a odiar significará que las cosas no irán tan bien como hasta ahora, aunque leyendo las redes sociales seamos el país del todo mal.

Además ha comenzado a germinar un cierto debate tóxico, en el que se considera a determinados turistas como dignos de todo nuestro odio, especialmente los madrileños, los que huyen de la capital de la libertad en masa para disfrutar de las playas, campings o delicattesen de la España de provincias, esa a la que se suele mirar un poco por encima del hombro. También se preguntan que porqué les odian, sin entender muy bien lo que ocurre más allá de la M-30.

Quizás no deje ser un efecto de la globlalización. O que a un madrileño se le entiende hablar y sabemos lo que dicen, ya que lo suelen hacer casi a voces. Y a un americano, un francés o un japonés algo menos. Ni que hablar ya de un inglés.

Pero hemos de empezar a asumir que España es el gran balneario de Europa, ese lugar al que todo el mundo quiere ir de vacaciones a gastarse el dinero que debería convertirse en unas remesas con las que industrializar el país. Por si acaso, vaya. Por si la próxima pandemia, crisis climática, catástrofe sísmica o guerra mundial nos pilla de lleno. Y nos tenemos que comer los hoteles y los pisos turísticos.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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