Como no puede darse cuenta Vox que España ya no es blanca, ni heterosexual, ni católica y que las mujeres somos mayoría. Unas mujeres que aun cuando no sean progres, ni feministas, tienen esa mínima sororidad que les impide, en el fondo del alma, no indignarse ante la violencia que nos asesina cada día.
Como no se da cuenta Vox que, por su tozudez en apartarse de una democracia serena, en la que todo el mundo tenga cabida, sin expulsar a nadie, sin cerrar fronteras a la vida, ni criminalizar a las minorías, está consiguiendo que otras minorías - legales - consigan al final mandar y exigir mucho más que ellos.
Como no puede darse cuenta Vox que las mujeres somos más de la mitad de la población y que no todas tienen empleada doméstica, son altas, rubias y delgadas, ni los hijos que les viene en gana. Que la familia dejó hace mucho tiempo de ser la de la dictadura y que ahora hay, también, papás y papás, mamás y mamás, madres deliberadamente solteras, hijos que no son biológicos, o que son adoptados, hermanos uterinos y hermanos agnados. Que la sangre, tener todos la misma sangre, ya no es lo que construye una familia.
Como no se ha dado cuenta Vox que la mayoría de los jóvenes están preocupados por el cambio climático, que son solidarios, que el discurso del fusil o la escopeta no lo compran, que les preocupa las emisiones CO2, tener un trabajo decente, poderse comprar un piso y que los bancos, en vez de ganar tanto dinero que da sonrojo, les presten una entrada porque no todos sus padres pueden. Como no se ha dado cuenta Vox que la sexualidad y el género para esos jóvenes y para los no tan jóvenes que tanto han sufrido, ya no es lo que era y que la libertad de ser y sentir como cada uno quiere no se compra con dinero.
Como no se ha dado cuenta Vox que en España las palabras libertad, aborto, eutanasia, violencia de género, machismo o transexualidad, no van a desaparecer del vocabulario después de tanto camino recorrido y todo lo que hay detrás de cada una, porque cada historia vivida y las vidas que se quedaron en la cuneta hace que ahora tengan un significado.
Como no se ha dado cuenta Vox del flaco favor que le está haciendo a España, esa que tanto nombra y por la que todavía está a tiempo de hacer mutis por el foro para que la derecha demócrata, inclusiva y poliédrica, pueda llegar a representar algún día a una auténtica mayoría.
Como aún no se ha dado cuenta Vox que aquel cartel que desplegó tirando cosas importantes a la papelera, convirtió el hartazgo de muchos en una llamada desesperada a no permitir volver atrás ni para coger impulso, porque la España que dibujan en su imaginario ya no existe. ¡Unas cuantas horas de “First Day” les ponía yo de castigo!
Como no se ha dado cuenta la otra derecha, la que obligó a María Guardiola a pactar con Vox, que ese día perdió muchos escaños. Y que la noche que Feijóo se hizo caquita, término de perder el resto de los que le hubieran permitido no estar ahora en tan surrealista como lamentable situación.
Es sencillo.
Y, además, Txapote votó.
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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