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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Jóvenes de antes y de hoy. Vivienda y falacias

Imagen que acompaña al post.

Magdalena Entrenas

15 de marzo de 2025 22:33 h

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Me casé en el año 1988 cuando estaba empezando mi carrera profesional y en una época en la que tuve que simultanear la abogacía con otro trabajo. La vivienda a la que me mudé tenía menos de 35 metros cuadrados y era el piso de la portería, situado en la terraza de un edificio. Había que acceder subiendo a pie el último tramo de escalera. Pudimos comprarlo porque los padres de ambos nos ayudaron de manera importante. Y cuando luego tocó pagar hipoteca, lo fue al 12,5%.

Creo que esa afirmación que inunda los titulares sobre que los jóvenes de hoy no pueden comprar por sí solos una vivienda no es novedad. Si no tienes la suerte de tener unos padres o una familia que te ayude, que te dé pasta o te avale, es complicado. Exactamente igual que entonces.

Eso sí, ahorrábamos en todo y de forma significativa. Durante un par de años, o más, comimos en casa de los padres de uno o del otro. La ayuda de los padres de hoy para seguir dando un plato de comida a los hijos tampoco es nada nuevo. Pero encuentro una gran diferencia con la situación de los jóvenes que hoy son nuestros hijos: el concepto de ahorro y la influencia de la sociedad del bienestar y consumo que no teníamos los que nacimos en la década de los 50, de los 60, ni de los 70.

Sé que esta es una discusión perdida con mis hijos y mis sobrinos, y que me lloverán las críticas, pero sí, afirmo de manera rotunda que nosotros vivimos “peor” que ellos, que la palabra ahorro tenía otro significado y lo de “apretarse el cinturón”, también. Puede que el término no sea “peor”, pero sí con muchas menos comodidades a las que ellos no quieren renunciar. Y, claro, teta y sopa...

Quieren seguir viajando de manera habitual, ir cada fin de semana a restaurantes, fiestas o catas de vino; tener el teléfono de última generación, la tablet más novedosa o el ordenador más potente; la ropa de última moda como los influencers de Instagram, el pelo a la última con mechas maravillosas carísimas y ellos con rasurados y arreglos de barba en barberías que son lo más; quieren ir al gimnasio, al CrossFit, jugar a juegos de rol, hacer running, pertenecer a un club de juegos de mesa, dar clases de cocina, comprar y comer productos veganos o ecológicos y, en fin, llevar una vida poco compatible con el ahorro que se supone necesario para adquirir una vivienda.

¿Que la ayuda de los padres es muy importante? Claro que sí, como antes ¿Que el que no tiene ayuda familiar tiene un problema serio? Por supuesto. No hace falta ni decirlo. Ahora bien: afirmar que los jóvenes de hoy tienen una situación peor a la que tuvimos sus padres, no es del todo cierto. Necesita de tantas matizaciones que sería imposible escribirlo aquí.

¿Que la vivienda actualmente es un problema? No digo que no, pero, ¿saben también por qué? Primero, porque somos muchos más. La población española supera ya los 49 millones de habitantes, impulsada por la inmigración y, ahora viene lo bueno, porque ese nivel de bienestar que hemos alcanzado en la salud, en la educación y hasta en el ocio, no se ha conseguido en absoluto para la vivienda. ¿La razón? Bien simple: unas nefastas políticas de ayuda para la vivienda e inversiones públicas para construcción de viviendas de protección oficial. 

Más ahorro, menos quererlo todo y, eso sí, políticas reales de ayuda en materia de vivienda, sin creer que solucionar la vivienda a 49 millones de españoles pasa por machacar a los propietarios que con su ahorro tienen viviendas en el mercado de alquiler. ¡Qué gran falacia todo! 

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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