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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Así somos, bipolares, mudos y ciegos

Bipolares, mudos y ciegos.

Magdalena Entrenas

8 de marzo de 2025 20:37 h

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La vida está llena de contradicciones. Pasamos del frío al fuego en un segundo, de amar a odiar en otro y de vivir a estar muertos en cero coma. Por eso, cuando llega esta singular semana cada año, determinada por el calendario lunar, en la que pasamos del Carnaval a la Cuaresma en un chasquido, me hago la misma reflexión: ¿cómo somos capaces de sobrevivir a tamaña polaridad sin quedar consumidos en una suerte de fuego fatuo?

Como saben, el Miércoles de Ceniza es el día que marca el inicio de la Cuaresma, cuarenta días antes del Domingo de Resurrección. Y ese Domingo es el de después de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera. Y el Martes de Carnaval, el anterior al Miércoles de Ceniza. Al final, la luna todo lo determina. ¿Será por eso por lo que nos volvemos lunáticos? Carnaval y Cuaresma, el yin y el yan indisolubles.

Lo que está claro es que pasamos de los excesos de todo tipo, con hondas raíces paganas, como las fiestas dionisíacas griegas y las bacanales romanas, de comer mucho, beber, tener sexo con fruición e incluso disfrazarnos (¡ya hasta se disfrazan de personajes hilarantes los que nos gobiernan! ¡Ay, Dios mío, dónde vamos a llegar!), a que, al día siguiente, caiga sobre nuestra frente el peso de la ceniza que nos recuerda que polvo somos y en polvo nos convertiremos. Es como si te dijeran: “Ahora, guarde usted el disfraz de fantoche, que llega la introspección, el recogimiento y hasta el ayuno”.

Y así he llegado agónica a este domingo. Exhausta. Una semana que cada año me provoca un trastorno bipolar transitorio, con estos cambios de personalidad. No, el carnaval no es lo mío. Nunca me he disfrazado. Ya nos disfrazamos bastante cada día. Pero me fascina comprobar cómo el pueblo siempre atina. Es increíble cómo esas coplas y pasodobles son bofetadas de realidad, una realidad que los políticos ni huelen, por más que jueguen a disfrazarse como ellos. Lo de ellos no es disfraz, es pura vida.

Escuchen, por favor, a unos tipos vestidos de negro, a lo Eugenio: “que no estaba muerto, no, no, que había ido por tabaco” y cómo se mofan de esa pretendida superioridad catalana, absolutamente trasnochada. O cómo otros, de James Bond, se dirigen al “coñazo del gasho de Puigdemont” y, en boca de Sánchez, le dicen: “Quiero que te tranquilices. No vayas a dar coñazo to’ los días, nos vemos en la notaría pa’ que te independices”. Amen.

Y de esto, a la Cuaresma; de disfrazados y excedidos, a introspectivos y en ayuno. ¡Otra cosa que no va conmigo! ¡Si yo ayuno todas las noches! Más purificación diaria y menos golpe de pecho en un solo chasquido. Y del miércoles al sábado, de guinda, lluvioso, 8 de marzo. Otra controvertida dicotomía: los que lo denigran (no entiendo que sean mujeres) y los que lo celebran con intensidad, pero sin poner el resto del año su granito de arena. ¡Y queda tanto por hacer!

La semana, como ven, dura de pelar. Y termino sin olvidar nuevas muestras de la siempre Córdoba desagradecida con sus mejores hijos. Muda e inerte mientras Juana Martín presentaba su nueva colección de feria en el Archivo de Indias de Sevilla —sí, repito, de Sevilla— y mientras el genio visionario que ya manda —y mandará cada día más— en la costura de este país, Andrew Pocrid, sin ayuda de nadie —repito, sin ayuda— presentaba a pleno pulmón una colección que derrocha mayo en forma de claveles, y lo hacía en un templo a su inmensa medida, La Casa de Manolete.

Así somos… y seremos. Bipolares, mudos y ciegos.

Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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