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Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

Elecciones Andaluzas (I): que el fascismo importado no nos vuelva a callar

El presidente de Vox, Santiago Abascal, y la candidata a la Presidencia de la Junta, Macarena Olona, este lunes, en Almería.

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Mientras en Europa asistimos a cordones sanitarios o a la aplicación de la Ley para luchar contra el crecimiento de la extrema derecha, en España vemos cómo algunos actúan con servilismo, complicidad y miedo ante el matonismo franquista que habla de ilegalizaciones, expulsiones masivas de ciudadanos que tienen plenos derechos, creación de muros, o se dedican a crear campañas y difundir bulos y noticias falsas de corte xenófobo y racista.

Ejemplos como los de Merkel en Alemania, Grecia contra Amanecer Dorado, el frente común creado en Francia donde se pidió el voto para Macron, o más recientemente el artículo del alcalde de Londres, Sadiq Khan, demuestran la tolerancia 0 contra la extrema derecha en nuestro entorno.

Mientras tanto en España, la derecha clásica es la encargada de aplicar esa hoja de ruta fanática y extremista como buena sierva. Secuestrada por su servilismo, actúa con un temor extremo dado su amor al sillón y la querencia al poder, el cual les hace cómplices del ataque exacerbado a los Derechos Fundamentales de las personas.

Ahora llegan las elecciones andaluzas y con ellas, asistimos nuevamente ojipláticos, a como la extrema derecha quiere tener en Andalucía otra vez, el patio trasero de su cortijo. No sorprenderá a nadie si le da un “sorpasso” al PP, pero es lo que tiene haber tenido durante 47 años a los herederos de la Dictadura en tus filas.

Hasta tal punto piensan que esto es su alquería desde el centralismo, que no han dudado en mandar a alguien de fuera de su plena confianza para intentar tutelarnos, y que las decisiones sobre Andalucía se vuelvan a tomar desde Madrid.

Si por algo se ha identificado el discurso ultraderechista en estos años, es por sus connotaciones racistas y xenófobas hacia los inmigrantes, además de abrazar teorías conspirativas y aceleracionistas sobre el supuesto reemplazo poblacional que siguen costando vidas humanas a base de actos terroristas, como el reciente de Buffalo.

A esto, hay que añadir el total desconocimiento de la tierra, de su idiosincrasia y de su dialecto que tiene la lideresa de la extrema derecha. Andalucía se encuentra ante una disyuntiva histórica, o vuelve al pasado dictatorial y asesino, o se abre camino de cara a un futuro de libertad y de progreso.

En Andalucía debemos luchar por nuestra dignidad para progresar, para que nunca volvamos a ser un pueblo marginal y subordinado que sea fusilado en tapias de cementerios o azucareras, donde tengamos plena conciencia de nuestros derechos, pero sobre todo, donde nunca olvidemos nuestro oscuro pasado más reciente.

Donde no necesitamos que manden a nadie de fuera para “tutelarnos” y que nos sigan tratando como catetos y analfabetos porque no nos entienden. Si no nos entienden, que afinen el oído o que el traductor corra más.

Andalucía actualmente está gobernada por una oligarquía política, que convirtió la administración en un botín que se reparten a pedazos. Y por ello, la justicia, la libertad y la vida hay que conquistarla todos los días.

La vuelta del fascismo a nuestras instituciones con la complicidad de la derecha y de los señoritos a caballo que dejan moribundos a extranjeros sin papeles en la puerta de un hospital, que violan temporeras o los hacinan en barracones, es uno de los desafíos más importantes de este Siglo, donde hay en juego vidas, democracias y Derechos Humanos.

Ante una extrema derecha con una hoja de ruta importada, que quieren atropellar la libertad política y generar violencia a través de la polarización de la sociedad bajo amenazas de ilegalización de partidos y asociaciones, Andalucía está en un momento histórico, donde la fuerza de nuestro pueblo está en la conciencia y en la defensa de nuestros derechos.

La actual extrema derecha son los herederos de aquellos que querían una Andalucía sumisa, que se reían de nuestros ancestros porque hacían las cuentas con los “deos” y a los cuales trataban como burros porque sólo sabían “currar” de sol a sol en las salinas, en el trigo o en las aceitunas, esos mismos que no querían reconocer nuestra historia y nuestro peso en España.

Si queremos una Andalucía libre, que se le respete y se respeten los derechos de nuestras abuelas, madres, hermanas, hijas, padres, abuelos o parejas, todas las andaluzas y todos los andaluces deben tener claro que tenemos la obligación de sacar al fascismo de nuestra tierra.

36 años de dictadura franquista, de violencia sanguinaria, de niños y niñas trabajando de sol a sol sin poder ir al colegio porque lo importante eran “las perras” para un puchero, nos debieran haber enseñado que la intransigencia y el fanatismo sólo conducen al dolor y a la frustración.

Andalucía debe estar orgullosa de su historia, que es envidiada en el mundo entero, y no renegar de ella porque cuatro borregos revisionistas vengan pegando voces como los ultras que son. Ya que por más voces que peguen, no cambiarán la historia.

La lucha contra el fascismo no puede ser entendida como si fuese la tarea de un puñado de idealistas, ni la responsabilidad de un sector político específico, mientras los demás guardan silencio o son cómplices por cobardía o servidumbre.

Esto no es una batalla de moralistas ingenuos, esto es la lucha por la libertad y los derechos de los se fueron, de los que estamos aquí, pero sobre todo, por los derechos de los que vendrán. La sociedad debe entender esta realidad, y al peligro que nos enfrentamos, el cual nos obliga a luchar por la supervivencia del Estado de Derecho.

Contra el fascismo militante que quiere utilizar Andalucía como conejillo de indias, Andalucía no debe permanecer impasible ni un minuto más como si fuéramos un pueblo a punto de morir todos los días. Ese fascismo que busca eliminar los derechos de los trabajadores, el que quiere reducir a la mujer a un mero adorno, el que busca la privatización de las pensiones, de la sanidad y de la educación. Andalucía no puede dar ni un paso atrás. Andalucía debe ser la tumba de los herederos del franquismo.

Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

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